Misas Dominicales
de Mons. Salvador Martínez Ávila,
Vicario Episcopal de Guadalupe y Rector del Santuario
MAYO 2022
V Domingo de Pascua, 15 de mayo de 2022

Audio de la Homilía

Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el M. Iltre. Sr. Canónigo Mons. Salvador Martínez Ávila, Vicario Episcopal de Guadalupe, Rector de la Basílica de Santa María de Guadalupe, Presidente del Cabildo
Desde el domingo pasado las lecturas del evangelio no hablan ya de las apariciones que hace Jesús a sus discípulos sino de algunos discursos por medio de los cuales Jesús va a explicar cómo va a ejercer su acompañamiento, como va a manifestar su presencia cuando ya está resucitado y el día de hoy en esta primera parte del discurso de Jesús en la última cena, nosotros vemos dos formas en que Jesús nos quiere hacer ver que está presente, que se manifiesta.
El discurso inicia exactamente cuando acababa de irse Judas, cuando Jesús le dijo “vete a hacer lo que tienes que hacer”, Judas sale de ahí y las primeras palabras que escuchamos el día de hoy son las que dijo Jesús cuando acababa de salir Judas … ahora si ha sido glorificado el hijo del hombre.
La comunidad cristiana primitiva, los primeros cristianos entendieron que aunque fuera muy difícil de aceptar la pasión, muerte y resurrección de Jesús se había manifestado, se había revelado verdaderamente quien era, verdadero Dios y verdadero hombre; por eso Jesús en este momento en que Judas sale para empezar a echar a andar esa maquinaria de traición, Jesús dice: El hijo del hombre ha sido glorificado, se ha manifestado; ¡Ya empezó el momento de la manifestación!
¿La cruz, la derrota, el fracaso, son medios para que se manifieste Dios? ¡Si, si, si! No tengamos miedo, nosotros lo vemos en las películas normales de este mundo que el poder se manifiesta cuando el grandote aplasta al chiquito; bueno, así no es con Cristo, el gran poder de Dios se manifiesta cuando Él mismo muere en una cruz, así es, así ha manifestado Dios su gran bondad, su gran misericordia y por supuesto, que Él puede vencer a la muerte. Si Jesús no hubiera muerto, no hubiéramos hablado de que venció a la muerte, pero entonces venció la muerte, así se ha manifestado
Entonces es importante que también nosotros en los acontecimientos de nuestro mundo y en los acontecimientos de nuestra vida también aprendamos a hacer este tipo de interpretaciones, que nos demos cuenta como Dios ha estado presente y sigue estando presente y seguirá estando presente y manifestándose en las circunstancias que el mundo podría juzgar como las más inadecuadas.
Cuando han surgido mejores cristianos y mayor compromiso cuando parecía que las comunidades desaparecían porque eran perseguidos y asesinados, así es hermanos… y también pongámonos en guardia porque a veces cuando menos nos persiguen, más nos la creemos y nuestra fe cristiana es la más mediocre.
Cuidado hermanos, ganar este mundo no es criterio y hay un segundo medio de revelación el cual Jesús nos habla en este discurso y dice así: Todos sabrán que son mis discípulos en una cosa “en que se aman los unos los otros” esta es la segunda manera en que Jesús nos hace ver que aquí no es a través del paso de la cruz a la muerte y resurrección, sino, el modo de vida, el modo de relación que nosotros establecemos unos con otros.
Se nos viene a la memoria algunas otras expresiones que Jesús dijo a lo largo de su ministerio, por ejemplo: “De que le sirve al hombre ganar el mundo entero, si se pierde así mismo”.
Nuestro mundo pondera las grandes riquezas, pondera las grandes capacidades, la mucha fama… bueno, que pondera Cristo, el mucho amor entre unos y otros, eso es lo verdaderamente importa, lo que verdaderamente pesa según Cristo. Y por supuesto esta vivencia del amor gratuito por medio del cual cada uno de nosotros busca para aquellos que están a su alrededor o en su entorno lo mejor, eso significa amar, que aquellas personas que están alrededor de mí, de mi parte obtengan lo mejor, lo que los haga verdaderamente felices y plenos, eso significa amar y no andar exigiendo, ni decir yo he hecho esto o lo otro por ti, ojalá te acuerdes… ¡no! hacerlo con gratuidad.
El testimonio cristiano del amor, vence cualquier argumento racional, nosotros cristianos hemos expresado mucho de nuestra fe en filosofía, en discursos razonables, pero ahí no está la clave, Jesús nunca dijo: Reconocerán que ustedes son discípulos míos porque nadie va poder contradecir y se echan unos discursos que que bruto…. ¡No! por la manera que se tratan unos a los otros, por el cariño que se tienen unos a otros, por eso van a reconocer que son mis discípulos.
Resumiendo hermanos…
La presencia misteriosa de Jesucristo resucitado en este mundo se da a conocer de acuerdo a lo escuchado por el evangelio por estos dos caminos: el camino de la cruz y el camino de la práctica cotidiana del amor fraterno.
Alabado sea Jesucristo.
IV Domingo de Pascua, 8 de mayo de 2022

Audio de la Homilía

Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el M. ltre. Sr. Cango. Guillermo Moreno Bravo, Canónigo Penitenciario
Como que la iglesia pone especial atención al capítulo décimo del evangelio de San Juan, que lo toca de modo peculiar cada evangelista y la iglesia nos los proponen en su liturgia según el ciclo litúrgico, hoy lo tenemos en el ciclo C.
Este evangelio nos recuerda diversas situaciones que nosotros a lo largo de nuestra vida cristiana iremos profundizando; por una parte, la palabra de Dios toma nuestra naturaleza humana y es Jesucristo Nuestro señor “El Padre ha hablado” y ahora Jesús se presenta como el buen pastor.
El buen pastor que habla a todos nosotros en la imagen de ser miembros de su rebaño, a todos nosotros que no somos como dos entes distintos las ovejas y los pastores sino en Cristo Señor Nuestro formamos una unidad, debemos de aprender a escuchar la palabra de Dios y por otra parte ser objetos de ser escuchados. Hay una situación peculiar… “El buen pastor al hablar y nosotros al escuchar, ponemos atención en lo que se dice” así como los padres de familia escuchan a los hijos pero no cumplen muchas veces todo lo que los hijos a veces insensatamente señalan porque es necesario hacer un discernimiento; pero debemos de estar seguros que el hijo escucha la voz de la mamá, del papá particularmente en situaciones peculiares y así va creciendo y se va desarrollando.
Esa imagen de la escucha que es poner atención en lo que se oye es una actitud cristiana, nosotros debemos de escuchar a Dios a través de Jesucristo que es el camino, la verdad y la vida; fundamentalmente en esta lectura que hemos escuchado de este trozo del evangelio brevísimo, viene una conclusión peculiar no solamente él es el buen pastor sino que yo doy la vida eterna.
A eso estamos llamados… a alcanzar la vida eterna, no por nuestros méritos, sino porque el único camino de verdad y vida es Jesucristo Señor Nuestro y también nosotros configurados con Cristo, debemos aprender también a escuchar no solamente la palabra de Dios, ponerla en práctica; sino también manifestarla y también así nosotros podamos convertirnos en pastores.
La iglesia ha considerado también en este domingo el Día Mundial por la Vocaciones Peculiares en la Iglesia, sobre todo sacerdotales y religiosas, cada uno de nosotros debemos de aprender a lo que el profeta en el antiguo testamento empezó a enseñarnos “Habla Señor, tu siervo escucha” y así encontraremos cada uno de nosotros la misión que el Señor nos encomienda según el estado de vida que vamos a ejercer a lo largo de nuestra existencia.
Todos tenemos igualdad de dignidad y de vocación genérica a la santidad, pero también somos distintos en cuanto a la misión y estado de vida como es la vida matrimonial, la vida consagrada, la vida sacerdotal o la vida en soltería, una vez que tomamos conciencia de nuestra diaria peregrinación hasta entrar definitivamente al redil, al rebaño del pastor bueno; Jesucristo Señor Nuestro y eso implica hacer el esfuerzo de configurarnos a Él que es la vida.
Pidamos al Señor que nos ayude a tutelar este don de la vida desde que el Señor la concede al género humano con la colaboración de nuestros padres; bendigamos al Señor que ha concedido de modo peculiar el don de la maternidad a aquellas mujeres que eran bendecidas por Dios al desarrollar en su vientre este nuevo ser.
Que nos ayude a todos nosotros a romper las ataduras del maligno y va contra toda situación de muerte, de violencia, de engaño, de robo, de tantas situaciones que no son cristianas, que no son escuchar la voz del Señor, del pastor que no son concordes no solamente a la vida del ser humano sino mucho menos al cristiano del seguidor de Cristo.
Pidamos la intercesión de María Santísima en este mes llamado “El mes de María” que nos ayude en nuestro diario peregrinar a la vida eterna, que nos ayude a escuchar la palabra viviente del Padre, a nuestro buen pastor, para que así terminados nuestros días mortales, habiendo testimonio de la fe que muchas veces fue rechazada y lo tenemos como un signo en la primera lectura y que se abre la predicación a todo el mundo, podamos un día cumplir lo que ya está prefigurado en la segunda lectura en el trozo del apocalipsis, en donde todo ser humano de cualquier raza, de cualquier latitud, de cualquier época podemos entrar en bienaventuranza eterna, llamados por el buen pastor, que nos llama a la glorificación eterna; ya que Él es el único que puede salvarnos y cumplidos nuestros días mortales podamos alegremente participar de esta bienaventuranza eterna habiendo sido sostenidos por Nuestra Madre Santísima en especial que la advocamos en su nombre de Guadalupe.
Que así sea.
III Domingo de Pascua, 1 de mayo de 2022

Audio de la Homilía

Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el M. Iltre. Sr. Canónigo Mons. Salvador Martínez Ávila, Vicario Episcopal de Guadalupe, Rector de la Basílica de Santa María de Guadalupe
El evangelio de este domingo nos narra la tercera aparición de nuestro Señor Jesucristo a los discípulos, en este tercer Domingo de Pascua, y quisiera detenerme en unas palabras que nuestro Señor le dijo a Pedro: cuando eras joven, tú te ceñías e ibas a donde tú querías. Cuando seas viejo, otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras.
Nos aclara el evangelista que lo que estaba haciendo nuestro Señor Jesucristo, era indicarle con qué clase de muerte habría de dar testimonio de Jesús, es decir, Jesús estaba profetizando el martirio de Pedro, que Pedro iba a dar la vida testimoniando a Jesús.
Esta frase que le dijo Jesús a Pedro es una de las más bellas profecías que nuestro Señor Jesucristo dijera a alguien. Le estaba profetizando el éxito, ¿no? Vas a ser exitoso, vas a dar la vida por mí, cuando seas viejo, claro, no en ese momento.
Y si nosotros recordamos, porque esto tiene un antecedente: cuando Jesús les avisó en la Última Cena que lo iban a dejar solo, que el Pastor y se iba a quedar solo, y las ovejas se iban a dispersar, entonces, con un poquito de alarde, Pedro dice: no, no, no. A lo mejor los demás sí, pero yo no, eh, yo sería capaz de dar la vida por ti. Recordamos ese momento y como Jesús, pues lo corrigió, porque le dijo: hoy mismo, hoy mismo, esta noche me vas a negar tres veces, antes de que cante el gallo.
Así es que nosotros vemos en esa circunstancia, cómo, pues Pedro, de alguna manera, pues se fundamenta en sí mismo, y Jesús lo corrige. En el mismo pasaje de este día, Jesús retoma esas tres negaciones. Así como Pedro lo había negado tres veces, así Jesús, hoy, en este pasaje le pregunta tres veces a Pedro. La primera: ¿me amas más que éstos? La segunda: ¿me amas? Y la tercera: ¿me quieres? Tres veces le pregunta, tres veces obtiene la respuesta humilde, muy humilde: tú lo sabes, tú sabes que te quiero, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero. Muy bien.
En este sentido, nos enseña que si vivimos nuestra existencia bajo el liderazgo de Jesucristo, el señor tarde o temprano hará que los cabos sueltos vuelvan a remendarse. Habían quedado pendiente esas tres negaciones. Ni en la primera, ni en la segunda vez que se les apareció Jesús habían tratado el tema. Muy bien. En esta tercera ocasión que se encuentran, Jesús va a sacar el tema: ¿me amas? Y así, verdad, insisto, Dios no deja cabos sueltos en la vida de ninguno de sus amigos. Tampoco va a dejar cabos sueltos en nuestra vida, eh. No va a dejar cabos sueltos, Él viene a arreglarlo todo.
Y también en la Última Cena, Pedro no había aprendido la lección de iluminar su vida bajo la luz de la relación de pertenencia y comunión con Jesús. Por eso pensaba equivocadamente que sería capaz de dar la vida por el Señor. Fíjense ahora: en cuanto en verdad negó a su maestro y tuvo la experiencia de padecer la muerte de su maestro, y la alegría de reencontrarse con él al menos otras dos ocasiones, también nos lo muestra el relato de hoy.
Pedro sí aprendió la lección. Sin Jesús, cuando fueron los pescadores, Pedro y sus amigos solos, no pescan nada, no pescan nada. Pero cuando aparece Jesús y les dice: echen la red a la derecha, entonces pescan mucho, ¿por qué? Porque ahí está Jesús. Y cuando le avisan a Pedro que ahí está Jesús, pues se echa el agua rápidamente para estar con Jesús. Y una vez que ya llegaron todos, que Jesús les dice: tráiganse otros pescados, pues es Pedro el que va y saca la red con 153 pescados grandes. Pedro aprendió la lección, ciertamente
Ya Pedro había aprendido la lección de que si se decía cristiano de verdad, el criterio fundamental, era estar con el Señor, sin mayor preocupación, sin otra prioridad, sin mayor afirmación heroica: yo daría la vida por ti. No, no, no, eso no nos lo dice Dios, para quedar bien consigo mismo, para sentirse bueno, o para que los demás digan que de veras ama a Jesús. No, es estar con Jesús, no decir cosas heroicas.
Quien se confía en Jesús, tarde o temprano recibirá una hermosa profecía, como la que recibió Pedro. Él ya había fallado una vez, lo había negado tres veces en dar su vida por Jesús. Y entonces, la primera parte de la profecía de Jesús es: cuando seas viejo, cuando seas viejo, Pedro, es decir, cuando hayas pensado que tus mejores épocas ya pasaron, cuando sientas que ya nada puedes dar, o que lo que hiciste fueron intentos fallidos. Son características de la vejez, ¿no? Entonces, allí, cuando estés en esa circunstancia, te ceñirán, te llevarán a donde no quieras. Entonces sí, por gracia de Dios, Pedro habría de padecer el martirio. Ah, entonces, sí que daría la vida por Jesús. Aquello que él en un principio ponía en sí mismo: yo sería capaz de dar la vida por ti. Cuando ya seas viejo, entonces yo te haré capaz de dar la vida por mí.
Para concluir, es una tendencia de nuestra cultura pretender que vivamos como ateos prácticos, unos en sentido pleno, han abandonado totalmente su práctica religiosa y toda perspectiva trascendente para interpretar y evaluar sus vidas. No les importa si existe el más allá, si existe Dios, o no. Yo hago lo que quiero, yo soy capaz. Bueno.
Hoy se nos habla más bien a los que sí decimos que creemos en Jesús, pero que muchas veces, se nos olvida que nuestra vida tiene que depender, como prioridad, como una gran y necesaria prioridad, de Jesús. Aprendamos la lección como la aprendió Pedro. Todo lo que viva es una expresión de mi relación con Él. Y desde allí, desde allí es donde debo comprenderlo todo. Si es así, el camino y la misión están aseguradas, pues depende del Señor que llegue a buen término.
Alabado sea Jesucristo.
ABRIL 2022
II Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia, 24 de abril de 2022

Audio de la Homilía

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Homilía pronunciada por el M. Iltre. Sr. Canónigo Mons. Salvador Martínez Ávila, Vicario Episcopal de Guadalupe, Rector de la Basílica de Santa María de Guadalupe
Este domingo, hermanos y hermanas, fue declarado por el Papa Juan Pablo II como el domingo de la misericordia conforme a las revelaciones que tuvo santa Faustina Kowalska. En Jesucristo está la más grande manifestación del amor gratuito de Dios por todos y cada uno de los seres humanos y por medio de ellos a toda la creación.
En la lectura del evangelio de este domingo podemos ver claramente el alcance y el camino de esta misericordia. Después de haber saludado a los discípulos Jesús sopló sobre ellos el Espíritu Santo y declaró: “reciban el Espíritu Santo, a quienes perdonen los pecados les quedarán perdonados…” Si la misión de Nuestro Señor hubiera sido fundar hospitales no hubiera muerto en la cruz, si la misión de Nuestro Señor hubiera sido establecer un sistema de abasto para acabar con el hambre del mundo no hubiera muerto en la cruz.
Murió en la cruz porque eran nuestras faltas las que Él cargaba, eran nuestros pecados los que Él expiaba. Una vez expiados los pecados del mundo, una vez expiada la culpa, Nuestro Señor capacitó a los suyos para que llevaran a todas las personas este beneficio, esta gracia. “Reciban el Espíritu Santo, a quienes perdonen los pecados les quedarán perdonados…”
Por tanto, hermanos y hermanas, es muy importante que este segundo domingo de pascua, nos detengamos a considerar con seriedad que la forma de remediar la historia de la humanidad en este inicio del siglo XXI no se reduce a los proyectos de erradicar el hambre, la discriminación y la instauración de una cultura de género.
La propuesta de Dios, realizada por Jesús, consiste en la restauración de cada individuo desde lo más profundo de su ser, erradicando el pecado por medio del perdón de los pecados permitiendo que cada uno de nosotros se reintegre en sí mismo, se reintegre en su relación con su creador y se reintegre en la comunión con el resto de sus semejantes.
De qué le sirve a la humanidad vivir en la abundancia de comida si unos a otros nos estamos amenazando; de qué nos sirve proclamar que somos iguales si seguimos vacíos y agobiados por angustias con respecto a nuestra propia identidad, y a raíz de eso seguimos rechazando y despreciando a los demás.
De qué le sirve a este mundo construir y descubrir grandes secretos de la física y la biología si no seremos capaces de seguir estando vivos sobre este planeta. Dejándonos encontrar seriamente por Cristo resucitado, entonces obtendremos el perdón de nuestros pecados y nos haremos constructores de la civilización del amor, una civilización verdaderamente comprometida por la vida de cada uno y de la humanidad en su conjunto. Amén
Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor, 17 de abril de 2022

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Homilía pronunciada por el M. Iltre. Sr. Canónigo Mons. Salvador Martínez Ávila, Vicario Episcopal de Guadalupe, Rector de la Basílica de Santa María de Guadalupe
Desde los primeros cristianos y tal vez inspirados en este texto que acabamos de escuchar ahorita que normalmente se lee en la tarde, se acuñó una forma de saludo cristiano que va así “Cristo ha Resucitado” y la otra persona decía “Verdaderamente ha resucitado y nosotros con Él”.
Yo creo que todos nosotros lo reconoceremos en aquello que fueron a decir esos dos caminantes de Emaús a Jerusalén “Cristo ha Resucitado” y la respuesta que está muy clara en el texto “Verdaderamente ha Resucitado y se le apareció a Simón”, pero la comunidad cristiana olvidó esa parte de que se le apareció a Simón y se quedó con otra realidad… “Ha resucitado y nosotros con Él, Verdaderamente ha resucitado y nosotros con Él”.
¿Qué es lo que refleja esto?
Es la eficacia de la resurrección, por supuesto que la circunstancia en que Jesús se presentó a los discípulos de Emaús, la manera en que se les presentó a los discípulos en el cenáculo aquella noche era de plenitud, plenamente vivo, plenamente radiante de gracia, de verdad, con todas las características propias de alguien que ya pasó por esta vida, que ya está más allá de esta vida pero que no está incomunicado; sino que puede hacerse presente como lo hizo el Señor Jesús, sin embargo, esta realidad transformada de vida, tan radiante de vida, transforma también a aquellos que se van encontrando con Él.
Lo primero que nos llama la atención en este día a través del relato de los caminantes de Emaús, es que los hombres que van hacia allá van tristes, decepcionados, defraudados… Jesús sin darles a conocer indaga, toca la llaga, va fluyendo la hiel; pero a Jesús no lo vieron, corazón duro, mezquino, tristeza, dolor y enojo… entonces Jesús con su compañía, primero camina con ellos, está con ellos paso a paso, segunda cosa, con sus explicaciones, con su palabra (ya se les puso duro el corazón) se sienten lastimados, ¿están decepcionados verdad? les va explicando las escrituras, va transformando el corazón y ellos mismos (sin expresarlo) empiezan a sentir esa sanación, esa salvación que Él a través de su palabra va inoculando.
Una de las oraciones secretas que decimos los sacerdotes cuando acaban de leer el evangelio ¿saben cómo va? “Que por la lectura de este santo evangelio sean perdonados nuestros pecados” eso lo reza uno, no lo escuchan ustedes pero hace referencia a esto, hace referencia a que escuchar a Jesús resucitado, encontrarse con Jesús resucitado no es nada más dejar entrar sonidos ¡no! es verdaderamente empezar a vivir y a experimentar la “Resurrección”.
La manifestación plena de cada uno de nosotros resucitado será después de que nos muramos, cierto, pero en este saludo cristiano hay una conciencia muy real, nosotros empezamos a resucitar con Él cuando nos encontramos con Él y escuchar el evangelio es encontrarse con Jesús; si alguno dijera como que no siento mucho fuego… ¡pues pídeselo caray, pídele al Señor! que me hierva un poquito el corazón así como les empezó a hervir a ellos por el camino, por favor, hoy que es domingo de Resurrección te lo pido de todo corazón Jesús, haz que mi corazón también empiece a arder al escuchar tu palabra ¡eso es! Y nosotros resucitamos con Él, empezamos a resucitar con Él.
¿Cuál es la consecuencia de un par de hombres desconfiados, decepcionados, enojados cuando ya se van a separar de Jesús? qué pasa…
Oye ya es de noche, quédate con nosotros (ni lo conocían) pero quédate con nosotros, hay un corazón que ya está sano, que ya está otra vez confiado capaz de acoger a un desconocido en su propia casa, quédate con nosotros ándale… ven como empiezan a resucitar también ellos , como ya no los lleva la misma forma de ser con la que empezaron a caminar esa ruta entre Jerusalén y Emaús; por supuesto, una vez que ya están ahí Jesús se les manifiesta en la fracción del pan, se les hizo que ya era de noche y mejor mañana vamos a decirles a los de Jerusalén ¡no! en plena noche… pero regresan corriendo porque ya Jesús empezó a operar su resurrección en ellos.
Papás, Mamás a lo mejor están viendo como hay procesos de muerte en hijos que recurren al alcohol, que recurren a la droga, que recurren a la violencia, al odio, al robo… hoy que Jesús se nos ha acercado ¡díganselo! Jesús resucitado empieza a operar tu resurrección en mi familia, en mi hijo, en mi hija… están muriendo, todavía no llegan a la tumba pero ya están empezando a morir porque se dedican a cosas que los van a matar ¡Señor Jesús, empieza a resucitar, a operar tu resurrección en este hijo mío, te lo pongo en tus manos, en esta hija mía, en este hermano mío!, esa es la eficacia de la resurrección.
Por eso los primeros cristianos se saludaban así y también nosotros deberíamos de saludarnos así ¡Resucitó el Señor de veras, y nosotros con Él!
Alabado sea Jesucristo.
Domingo de Ramos de la Pasión del Señor, 10 de abril de 2022

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Homilía pronunciada por el M. Iltre. Sr. Canónigo Mons. Salvador Martínez Ávila, Vicario Episcopal de Guadalupe, Rector de la Basílica de Santa María de Guadalupe
Queridos hermanos y hermanas, hoy Domingo de Ramos o de la Pasión del Señor, inicia la Semana Santa.
El único tema y por lo tanto central es la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, no hay más, no hay otra cosa que contemplar y por eso en la lectura del evangelio leímos la Pasión de Nuestro Señor.
Pero ya desde el tiempo de los profetas, se había anunciado que así sería el camino del Mesías “Proclamar la llegada del Reino de Dios y posteriormente sufrir” así lo leímos en la primera lectura que proviene del tercero de los cánticos del siervo de Dios en el profeta Isaías.
En el evangelio hemos asistido paso por paso a ese camino que debió seguir Nuestro Señor Jesús para salvarnos; y en la segunda lectura de la carta de san Pablo a los Filipenses, nosotros encontramos una síntesis de todo ello, en unos cuantos párrafos.
Queridos hermanos y hermanas, este Jesús que no se aferró a su condición de plenitud, no se aferró a su condición de Dios, ni a su buena fama, ni se aferró a sus méritos morales “Este Jesús es nuestro guía, es el único maestro, es el buen pastor”.
No se ha dado otro nombre bajo el cielo por medio del cual nosotros seamos salvados ¡no existe! ¡no hay! SÓLO JESUCRISTO NUESTRO SEÑOR.
Por eso les invito a entrar con reverencia y seriedad a vivir estos días santos.
Amén.
V Domingo de Cuaresma, 3 de abril de 2022

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Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el M. Iltre. Sr. Canónigo Mons. Salvador Martínez Ávila, Vicario Episcopal de Guadalupe, Rector de la Basílica de Santa María de Guadalupe
Pienso que muchos de nosotros nos hemos dado cuenta que mientras menos hacemos ejercicio, mientras menos hacemos esfuerzo físico, vamos perdiendo elasticidad, vamos perdiendo resistencia, es decir, perdemos la condición física y esto que sucede a nivel individual con cada individuo, con cada uno de nosotros también puede suceder como pueblo de Dios; que al paso de muchas generaciones se va perdiendo el ánimo, la lucidez, las ganas, el entusiasmo.
Cuando Dios hizo su alianza con el pueblo de Israel en el Sinaí, el pueblo estaba entusiasta y de ahí se derivaron leyes, normas, preceptos que pretendían que este pueblo efectivamente viviera en unión, en armonía con el proyecto de Dios, es decir, viviera en gracia de Dios, extirpara el pecado.
Muchas de estas leyes, muchos de estos preceptos tenían consecuencias o penas verdaderamente graves… “la muerte”, pena de muerte al hombre y a la mujer que fueran sorprendidos en flagrante adulterio ¿Por qué? porque nosotros somos un pueblo esforzado, un pueblo que vive bien, entre nosotros no va a haber adúlteros “vamos a extirpar el pecado” ese era el pueblo que estaba iniciando su camino… pero pasaron muchas generaciones y en el tiempo de Nuestro Señor Jesucristo la cosa ya no es tan vigorosa, ya no hay tanta condición física, ni tanta condición moral; de tal manera que Jesús dice “la finalidad de la ley es extirpar el pecado” el que no tenga pecado que tire la primera piedra.
Ya no era el pueblo esforzado, ya no era el grupo de personas que iban a erradicar el pecado y que precisamente para erradicar el pecado tenían esas penas; incluso nos dice el evangelista “le preguntaron eso a Jesús para ponerlo a prueba, para tener algo de que acusarlo” por qué en verdad no querían acabar con el pecado.
Más bien ya era una sociedad, ya era un pueblo que eran cómplices unos de otros, como nos sucede en nuestras sociedades que roban, roban, roban y mejor se callan, y ya nadie dice nada porque somos cómplices. Casi casi así se huele este texto, este pasaje… pues pecadora, muy pecadora a ella la encontramos pecando, pero pecadores, pecadores; más bien los demás también y no tenemos mucha intención de ya salir de allí, por eso se van retirando los más viejos porque tienen más conciencia “yo no la tiraría, yo no le echaría la piedra”.
Ahora nosotros decimos… ¡ah! entonces Jesús no cumplió las leyes, manga ancha con Jesús, ¡no es cierto! ya veíamos en la semana pasada como el hijo que regresó a la casa, el hijo que se había perdido, el hijo estaba muerto, es recibido por el papá con mucho ánimo, con mucho gusto le pone los vestidos, le ponen el anillo, le hace una fiesta grande, le devuelve la dignidad.
El día de hoy encontramos nosotros la palabra de acogida de Jesús ¿Mujer, quien te condena? nadie Señor, ya se fueron todos… Yo tampoco te condeno y le dice para terminar “vete en paz, vas a comenzar de nuevo, vas a comenzar de cero” pero no vuelvas a pecar porque no te conviene, porque no fuiste echa para eso, así es que Jesús anima a aquella mujer a vivir bien, a extirpar el pecado de su propia vida.
Ven que hermosa es nuestra fe Cristiana que no pone el acento en acabar con los malos ¡que Dios les mande fuego, que se acabe! así no, el acento es en Señor yo he pecado, “yo no te condeno, vete en paz, pero extirpa el pecado de tu vida”.
Quinto domingo de cuaresma, quinto domingo de “Extirpa el pecado de tu vida, vete en paz” Dios no nos va a mandar fuego del cielo; sólo quiere que vivamos bien, que tengamos vida y la tengamos en abundancia.
MARZO 2022
IV Domingo de Cuaresma, 27 de marzo de 2022

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Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el M. Iltre. Sr. Canónigo Mons. Salvador Martínez Ávila, Vicario Episcopal de Guadalupe, Rector de la Basílica de Santa María de Guadalupe
Con la parábola del padre misericordioso, también conocida como la parábola del hijo pródigo, o la parábola del hijo perdido y encontrado, Nuestro Señor Jesucristo, queridos hermanos y hermanas pretendió responder a las críticas de las autoridades por el hecho de recibir a los pecadores y comer con ellos.
El rechazo a comer y convivir con personas con fama de ser pecadores radicaba en el hecho muy constatado de que una manzana podrida pudre al resto de las manzanas.
Así es que tanto los profetas como los sabios de Israel recomendaban no juntarse con pecadores. Sin embargo, Nuestro Señor tomó como estilo de vida salir al encuentro de los pecadores públicos, entre los más señalados estaban los cobradores de impuestos para los romanos y las prostitutas.
Al contrario de rechazarlos, Jesús les ofrecía la misericordia de Dios y los llamaba a vivir libres de pecado. Así pues, Nuestro Señor no partía de un principio que privilegia el contagio del bien al contagio del mal.
Jesús se juntaba con los pecadores para que dejaran de serlo, no para hacerse él mismo pecador. Por lo tanto podemos constatar que la perspectiva cristiana de la convivencia humana es más optimista que pesimista. El Señor Jesús, jamás nos invitó a acercarnos a los pecadores para hacernos sus cómplices, o hacernos peores que ellos. Al contrario, nos llama a acercarnos a los demás en su Nombre para ofrecerles con nuestra amistad la posibilidad de otra forma de vivir.
Este ejercicio puede generar conflictos y malos entendidos. Así sucedió entre Jesús y las autoridades de aquel momento.
III Domingo del Cuaresma, 20 de marzo de 2022

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Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el M. Iltre. Sr. Canónigo Mons. Salvador Martínez Ávila, Vicario Episcopal de Guadalupe, Rector de la Basílica de Santa María de Guadalupe
Probablemente, alguna vez hemos escuchado expresiones como esta:
¡Si Dios acabara con los malos, no estaríamos tan mal!
Al pensar en la segunda guerra mundial que hubiera acabado con las que la iniciaron, que les hubiera mandado fuego desde el cielo y así se hubiera solucionado antes de que mataran a tantísimas personas.
¿Por qué Dios no manda fuego desde el cielo para acabar inmediatamente a quien hace algo malo? es el tema del día de hoy, es el tema del evangelio que se nos presenta y que tiene dos partes: la primera parte nos presenta el tema de la condescendencia divina en un modo negativo, la segunda parte nos lo presenta de una manera positiva.
Pero para que lo comprendamos es importante reflexionar… que Dios tiene varias características por las cuales es condescendiente con nosotros; en primer lugar, Dios no reacciona inmediatamente, Dios es paciente. La virtud de la paciencia antecede y nos ayuda a comprender lo que significa condescender, Dios no reacciona y no castiga o premia de inmediato a aquello que nosotros hacemos, no nos trata como merecemos; sino a lo mejor ya nos hubiera caído el fuego.
La segunda característica importante que tiene Dios para condescender es que nos ama gratuitamente, es misericordioso, nos ama aunque no lo merezcamos y entonces da tiempo, da espacio; incluso nos anima a que cambiemos de forma de ser, de forma de hablar, de pensar y así no perezcamos, así no vayamos a dar al infierno.
La condescendencia es esta capacidad, eta cualidad, esta virtud que tiene Dios de mirar nuestra pequeñez, nuestra insuficiencia, nuestra circunstancia de pecadores y descender hasta esta circunstancia para levantarnos. Veamos algunos ejemplos para que lo comprendamos mejor: creo que todos lo podemos observar en la vida cotidiana lo que pasa entre papás e hijos; puede suceder que haya un excelente relojero y quiere que su hijo sea relojero… le entrega a su hijo un reloj y le dice: ¡componlo! y a lo mejor el muchacho pues en lugar de apretar lo que debe apretar bien o lo aprieta de más o lo ajusta demasiado, etc. pero cuando acaba funcionando, el papá le aplaude y le dice ¡muy bien hijo! él sabe que si lo hiciera el mismo lo hubiera hecho mil veces mejor, pero condesciende con el chico y lo alienta y le dice, si te esfuerzas más lo vas a hacer mucho mejor.
En el evangelio hay muchos ejemplos muy bellos de condescendencia como cuando Jesús ya resucitado se le acercó a Pedro para remediar la ruptura de las negaciones y por dos ocasiones le preguntó ¿Pedro me amas? lo que le respondió Pedro fue: Señor tu sabes que te quiero (ya desde entonces se sabía que amar y querer no es igual) y Jesús condesciende y la tercera vez que le preguntó a Pedro ¿Pedro me quieres? ya entendiste y ya entendí yo también que no te atreverías a decir que me amas; Tú lo sabes todo, tu sabes que te quiero, Jesús condesciende.
Incluso el hecho de que Jesucristo Nuestro Señor se haya hecho uno de nosotros es un gran acto de condescendencia porque no es que Dios se haya esperado y haya dicho: pues si el hombre no sube pues yo bajo y allá me quedo ¡no!, bajo para levantarlos a todos, para llevarlos a hacer hijos del Padre. No se esperó a que el mundo fuera perfecto, que el mundo ya se lo mereciera, no, nunca hubiera venido todavía… condesciende, baja, pero entonces que quiere decir, que el Padre es manga ancha, ¡no, no, no, no! y precisamente el evangelio de hoy nos ayuda a comprender con toda claridad primero de una forma negativa, después de una forma positiva que quiere decir que Dios condesciende.
La forma negativa ya sucedieron las cosas tristes, ya Pilatos había mandado a matar a unos Galileos, ya se había caído la torre de Siloé aplastando a 18, la pregunta es ¿Por qué sucedió esto, porque les cayó la torre, porque los mando a matar? Seguramente eran pecadores, a lo mejor eran malos, porque a las personas buena no les suceden esas cosas y que nos dice Jesús… si a ustedes no les han sucedido esas cosas no es porque sean mejores que ellos ¡no, no, no, no! es porque Dios les ha tenido condescendencia y si no se convierte más o menos les tocaría una muerte de esas.
¿Se entendió lo que significa la condescendencia?
¡Ay! he manejado muchas veces borracho y gracias a Dios no ha pasado nada; pero ojalá no lo vuelvas a hacer, porque un buen día vas a aplastar a alguien por necio, por pecador; pero Dios no quiere que muramos, no quiere que sucedan las peores consecuencias de aquello que hacemos, entonces condesciende, nos ayuda, nos reserva, nos ahorra esas circunstancias con la finalidad de que nos convirtamos y en la forma positiva está la parábola de la higuera estéril… Hace tres años que vengo, esperó el dueño tres años (ya implica paciencia) córtala y entonces el jardinero: este año le voy a aflojar la tierra, voy abonar; si el año que entra no, entonces si la cortamos, entonces ya entendemos que Dios no es manga ancha, que nuestra maldades si tienen consecuencias; pero que si no se nos han aplicado es porque nos está dando la oportunidad de que cambiemos, de que nos convirtamos.
Y bueno, en este domingo queridos hermanos, yo les invito para concluir, a que reconozcamos en primer lugar la gran bondad, la gran paciencia misericordiosa de Dios que esa es su condescendencia, Él nos tiene un gran aprecio, por eso no hemos muerto; pero en segundo lugar les invito a asumir con responsabilidad el esfuerzo por mejorar en nuestras palabras, en nuestras obras, en nuestros pensamientos.
Amén.
II Domingo del Cuaresma, 13 de marzo de 2022

Audio de la Homilía

Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el M. Iltre. Sr. Canónigo Mons. Salvador Martínez Ávila, Vicario Episcopal de Guadalupe, Rector de la Basílica de Santa María de Guadalupe
I Domingo del Cuaresma, 6 de marzo de 2022

Audio de la Homilía

Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el M. Iltre. Sr. Canónigo Mons. Salvador Martínez Ávila, Vicario Episcopal de Guadalupe, Rector de la Basílica de Santa María de Guadalupe
Estamos iniciando en este domingo, es el primer Domingo de Cuaresma. El pasado miércoles de Ceniza hemos iniciado este Tiempo de Cuaresma y los signos son propios de un tiempo de preparación para la gran fiesta de la Pascua. Por eso nos vestimos de morado, por eso no cantamos el Aleluya, no cantamos el Gloria, para que el momento de la resurrección de Cristo, sea ese signo de victoria, de triunfo. Pero hay que prepararlo a lo largo de estos domingos, a lo largo de este tiempo. También con penitencias personales, con privaciones, con acciones buenas, con acciones misericordiosas, que avalan que estoy comprometido para que este mundo sea transformado por la Gracia de Dios, por el amor de Jesucristo.
En la lectura que acabamos de escuchar, todos los años escuchamos las tentaciones de Jesús en el desierto. Como pasó cuarenta días ayunando, como se sintió débil y entonces en esa circunstancia, es cuando aprovecha el maligno para tentar a Jesús. Estas tres tentaciones van desde el aprovechamiento de las cualidades, de los dones que había recibido Jesús para sí mismo. Haz que estas piedras se conviertan en pan, aprovecha, tú puedes hacer milagros, ¡ándale! No, no sólo de pan vive el hombre.
También pasa por la tentación de abandonar a Dios, de rendirse ante el maligno u otros dioses. Claro, si me adoras yo te doy todo porque esto me ha sido dado. No, sólo a Dios haz de adorar. Jesús lo rechaza.
Y la tercera tentación, la tentación de cometer imprudencias en nombre de la fe. Aviéntate, al que al fin Dios ya dijo que te va a cuidar, a ver si de veras tienes fe, si tienes confianza en el Padre, aviéntate desde acá arriba. No, no tentarás al Señor tu Dios.
Son estas tres las tentaciones y bueno, si nosotros lo miramos a lo largo de toda su existencia a nuestro Señor Jesús, también debió haber afrontado algunas otras tentaciones de otro tipo. Nos dice el evangelista al final del texto que acabamos de leer, el diablo se retiró hasta el momento oportuno, o sea que regresó y hubo otras tentaciones, pero estas tres tentaciones, que fueron superadas por nuestro Señor Jesucristo, pues nos enseña dos cosas, y es lo que yo quisiera compartir con ustedes en esta mañana, dos verdades que son importantes.
La primera de ellas es que Jesucristo vino a este mundo para vencer las asechanzas, para vencer al mal. El Señor creador de la historia, el Señor que habrá de llevar a la historia también a su culminación en el bien, no en la destrucción, no en la catástrofe. En el bien, venciendo al mal.
Esto es lo primero que nosotros observamos y por supuesto se convierte para nosotros en un ejemplo, en una enseñanza que nos anima a cada uno de nosotros a no dejarnos llevar por el mal, a no caer en las tentaciones y decir: ni modo, ni modo, es que es imposible, nadie, nadie. No, sí, Jesucristo en primer lugar y Él delante de nosotros, para también nosotros aprender a vencer al maligno.
En segundo lugar, la segunda gran enseñanza que nosotros podemos obtener de este texto es que precisamente porque Jesús va en primer lugar, Él también permanece comprometido con cada uno de nosotros, porque es verdad, no hay que ser ingenuos, nosotros hemos pecado, hemos caído ya más de una vez en la vida. Nos hemos dejado engañar, nos hemos dejado involucrar en formas de ser pecaminosas. Y lógicamente, muchas ocasiones volvemos a caer.
Ah bueno, entonces Jesucristo que va adelante de nosotros, Jesucristo nuestro Señor, permanece solidario cerca de nosotros para ayudarnos, como uno de nosotros. Por eso se encarnó, para que nosotros en diálogo amoroso con Él le podamos decir: ¡Señor ayúdame, Señor sálvame! Yo estoy siendo tentado y soy débil, Señor, en ti mi fuerza, en ti mi confianza, en ti la capacidad de discernir y de darme cuenta de lo que no está bien, para vencer al maligno.
Sería horrible pensar que Dios pasó por este mundo haciendo el bien y ahora se encuentra lejos, indolente frente a lo que le pase a la humanidad. Eso no es una verdad, eso es falso. Cuando Jesús se hizo uno de nosotros, se hizo uno de nosotros para toda la eternidad, para toda la historia. Y entonces en el momento en el que nosotros individualmente somos tentados y también los momentos en los cuales observamos que nuestra humanidad está en peligro, hay que volver la vista a nuestro guía, a nuestro maestro, a nuestro líder, Jesucristo que ha vencido al maligno, que ha vencido la tentación, que ha vencido el peligro de llegar a la frustración y al fracaso definitivo.
Muy bien, el Señor sale a nuestro encuentro en el esfuerzo cotidiano por salir de los malos hábitos. Nos ilumina el camino del bien, nos ayuda a desenmascarar las tretas del adversario y nos consuela y conforta cuando nos hallamos desanimados y enfermos. Este es Jesús, quien es nuestro guía y maestro. Lo más importante es que efectivamente creamos y nos acojamos a su poderosa presencia, y decidamos caminar por el bien. Ser constructores de paz, ser practicantes de la misericordia.
También hermanos, al iniciar esta cuaresma nos unimos a todo el esfuerzo de la Arquidiócesis, de esta Diócesis de México que nos invita con este lema: Avivemos, reavivemos nuestra fe. Sí, este es el tiempo oportuno. La cuaresma es el tiempo oportuno para reavivar nuestra fe y la invitación concreta es que vuelva a nuestros hogares la oración, que a nuestra casa vuelva el invocar a Dios, el darle gracias cuando comemos, la bendición amorosa que los papás les dan a sus hijos cuando salen. Que vuelvan a nuestras casas la oración. Ese es el primer llamado al cual nos unimos dentro de la Arquidiócesis de México, de tal manera que la presencia amorosa del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo, la presencia amorosa de nuestra madre la Santísima Virgen María de Guadalupe, renueve, reavive la fe, el caminar como hijos de Dios. Amén
FEBRERO 2022
VIII Domingo Ordinario, 27 de febrero de 2022

Audio de la Homilía

Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el M. Iltre. Sr. Canónigo Mons. Salvador Martínez Ávila, Vicario Episcopal de Guadalupe, Rector de la Basílica de Santa María de Guadalupe, Presidente del Cabildo
En este octavo domingo del tiempo ordinario, leemos la tercera parte del discurso de Nuestro Señor Jesucristo en la llanura.
Hace dos domingos escuchamos la parte inicial en la cual Jesús nos da cuatro bienaventuranzas y cuatro halles y el principal acento es que no nos aferremos a lo que está sucediendo en el presente sea de sufrimiento, porque lloramos, porque pasamos hambre, porque somos perseguidos o porque la pasamos bien, sonreímos, estamos satisfechos dice: no se apeguen a eso, eso pasa… el que ahora llora alégrese porque al final reirá, el que ahora es pobre, alégrese porque es heredero del reino de los cielos; lo recordamos en esta primera parte de su discurso en la llanura.
El domingo pasado séptimo domingo del tiempo ordinario, el Señor Jesús nos invitaba a actuar de forma extraordinaria, lo ordinario el proceder de los pecadores, el proceder de los paganos, es como si estuvieran aventados en este mundo… nadie te va a ayudar, nadie te va a resolver nada, tú no estás cuidado por nadie, entonces si prestas busca recuperar, si alguien se ha aliado contigo y te hace el bien hazle el bien, pero todos los que te hagan el mal, hazles daño.
Dice ¡no! al que te pida dale, al que te quite también entrégale algo más, si te piden caminar mil pasos, camina dos mil… ¿Por qué lo pide el Señor? ¿Por qué nos invita a esta forma extraordinaria de proceder? nada más por un esfuerzo de negación de uno mismo ¡no! porque estamos profundamente anclados en la certeza de que nuestra vida depende de Dios nuestro Padre y no va haber nadie que nos pueda hacer un daño que no sea permitido por nuestro Padre, porque Él es Nuestro Padre providente y entonces por eso actuamos generosamente, misericordiosamente, etc.
Eso es lo que nos decía la semana pasada y el día de hoy podríamos resumir las enseñanzas que nos da el Señor Jesús en el tema de la integridad que debe existir en nuestra propia vida, es decir, la coherencia entre lo que hay dentro y lo que hay fuera. Y la primera enseñanza que nos llama el Señor Jesús es darte cuenta de lo que pase en tu interior, darte cuenta de que clase de palabras, obras y pensamientos y sentimientos estás viviendo, porque si tú te habitúas a no darte cuenta es como si fueras un ciego, una persona que no ve.
Entonces imagínense a alguien que siempre vive con la mecha corta, enojándose rápido, ¿va a ser capaz de ayudar a otra persona en ese tema de la ira? ¡No! un ciego no puede guiar a otro ciego, mucho menos va poder decir: ¡tienes que corregirte en la ira! un enojón de marca, corrígete porque eres muy enojón; no te has visto tú… primero quita, es decir, hay que vivir a lo largo de nuestra vida revisándonos eso se llama examen de conciencia, eso se llama reflexionar, caer en la cuenta de vivir conscientemente porque si no como si fuéramos ciegos.
La segunda enseñanza que nos da el Señor a propósito de la integridad es decirnos: si en tu interior hay fantasías que expresan tus tendencias y deseos que expresan tus valores y estos pensamientos y fantasías anteriores son malvadas, que es lo que va a salir, que clase de palabras, que clase de obras… alguien que se la pasa pensando que se va a desquitar, que va a matar, que va a golpear o cualquier otro tipo de pasión.
Una de dos, o se vuelve loco y vive una realidad fantástica donde nadie lo entiende, donde todos están mal porque no lo entienden, porque trae un mundo adentro y otro afuera o bien, empieza a actuar y a hablar de forma malvada; otra cosa es cuando uno atento, uno conduciéndose a sí mismo procura buenos pensamientos, conduce los buenos pensamientos hacia el bien, hacia la verdad, hacia la justicia;
de la abundancia del corazón habla la boca, de lo que hay en el corazón es lo mismo que sale.
Entonces hermanos y hermanas que haya coherencia, porque nosotros hacia nuestro interior nos sabemos conducir, nos sabemos gobernar en pensamientos, en deseos, orientarlos adecuadamente para actuar bien; entonces los frutos de nuestra vida que son nuestras palabras y nuestras obras van a ser evidentes, van a ser buenos.
Quiere el Señor que entonces nos avoquemos a estas dos enseñanzas que nos da el día de hoy: la primera, vivir consientes, vivir mirando aquello que hacemos para ver correctamente; segundo, procurar y gobernar nuestros pensamientos y deseos para que los frutos de mi vida sean buenos, mis obras y mis palabras reflejen esa bondad.
Meditemos un momento.
VII Domingo Ordinario, 20 de febrero de 2022

Audio de la Homilía

Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el Presidido por el M. Iltre. Sr. Canónigo Mons. Salvador Martínez Ávila, Vicario Episcopal de Guadalupe, Rector de la Basílica de Santa María de Guadalupe, Presidente del Cabildo
En este séptimo domingo del tiempo ordinario continuamos leyendo el sermón que Jesús pronunciara en la llanura…
Inició con cuatro bienaventuranzas contrapuestos con cuatro ayes que comentamos la semana pasada y esta segunda parte de su discurso, muy claramente nos ubica en algunas observaciones que hace Jesús en las cuales nos da a suponer que hay un comportamiento ordinario, un comportamiento usual entre nosotros, el de los pecadores. El de las personas que solamente le hacemos bien a aquellas otras personas que nos han hecho el bien; o bien, prestamos con la certeza, con la seguridad de que vamos a cobrar ese es el modo de ser ordinario.
A los que han hablado o nos han hecho el mal, se les paga con la misma moneda; este es el presupuesto de comportamiento que Jesús registra para el mundo pecador, eso lo hacen los pecadores. Entonces surge la pregunta ¿Él vino a romper con esa cotidianidad, Él vino a romper, el evangelio viene a romper con esa normalidad?
La buena noticia convertida en estilo de vida son obras extraordinarias, ¿Qué hacen de extraordinario? Los discípulos de Jesús no estamos llamados a seguir siendo del grupo de lo normal y lo cotidiano, del grupo pecador. Entonces esta buena noticia como estilo de vida tiene otros parámetros… si te piden que camines mil pasos, camina con él por su servicio dos mil pasos, al que te pida no se lo niegues, ¡dale! si te roban el manto, entrégales la túnica también.
Sin embargo surge la pregunta ¿porque hablar bien de los que han hablado mal de mí? de los que me han calumniado y difamado ¿Por qué hacerle el bien al que ha hecho mal? ¿Por qué pedirle bendiciones a Dios para aquellos que me han maldecido?
En donde está la base del cambio, de la transformación, en que nos hagamos un propósito firme de comportarnos como Jesús dice o hay algo más en lo profundo, algo que transforma nuestro ser y entonces, a partir de esa transformación profunda de nuestro ser, se manifiesta un modo extraordinario de ser.
Lo primero que debemos considerar y reconocer es que no es un cambio de perspectiva fácil, ¡cierto! es necesario trabajar y desarrollar en el interior de cada uno de nosotros que hay que afianzar nuestra confianza en Dios. “Él es la fuente y el origen de mi existencia”.
Las conductas pecadoras normales, las cotidianas, son normalmente defensivas, hacen alianza, parten de una coyuntura… te hago bien, me hacen bien, nos unimos, somos leales o a veces cómplices. Porque hacemos cosas malas a otros, yo también; entonces tú y yo hacemos un pacto de complicidad, ¡no!
Tenemos que partir de si yo desperté hoy, no desperté porque soy muy capaz de mantenerme en vida “Hoy desperté porque Dios mi creador, mi Padre ha querido que esté vivo, ha querido que esté aquí y de este primer principio podemos desasirnos, desaferrarnos de una forma de ser que muchas veces tenemos ¡yo me salvo, yo no me salvo! “Es Dios el que me salva”
El discípulo del Señor vive de la certeza de que si amanecí, amanecí por gracia de Dios, la bondad de Dios es lo que me mantiene en vida; y por supuesto, las amenazas que provienen de los ladrones, de los asesinos son amenazas, pero no son lo definitivo, lo definitivo es que dependo de Dios, y mi bien está fundada en Dios y no sucederá algo que Dios no quiera para mí.
De aquí podemos derivar las demás conductas que Jesús llama el día de hoy como “conductas extraordinarias” por ejemplo: puedo prestar sin tener la certeza de que me regresarán el dinero que presto… la riqueza siempre muchas veces adquirida con esfuerzo no es una conquista absoluta; en cierto modo es de Dios y no conviene que me apegue a ella con una forma absurda, total, absoluta.
Servir a los demás con generosidad es una manifestación de un alma grande, de ser magnánimo, el estar regateando y chiquiteando es más bien una manifestación de mezquindad, no es extraordinario, lo extraordinario es ser magnánimo. Desde el antiguo testamento se constató que la mezquindad, de los que acumulan y acumulan casas, campos, riquezas, cosas, lo único que genera al final es carestía.
Por lo tanto hermanos y hermanas démonos cuenta de que el llamado que nos hace el Señor, es actuar extraordinariamente a partir de una relación extraordinariamente cercana y fundamentada en Él.
“Vivir anclado en Él, me da certeza de que mi creador, mi redentor es Él, es Dios, y entonces puedo comportarme de otra manera distinta”.
Alabado sea Jesucristo.
VI Domingo Ordinario, 13 de febrero de 2022

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Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el M. Iltre. Sr. Canónigo Mons. Salvador Martínez Ávila, Vicario Episcopal de Guadalupe, Rector de la Basílica de Santa María de Guadalupe, Presidente del Cabildo
En este sexto domingo del Tiempo Ordinario, hermanos en Cristo, escuchamos un ideario básico en la espiritualidad que nos enseñó Nuestro Señor Jesucristo. Aprovechó un género sapiencial que ya es muy usado en el Antiguo Testamento, a saber, las bienaventuranzas y los ayes. Desde tiempos antiguos, los padres de familia, los sabios y los profetas solían dar consejos a sus hijos diciendo algo como esto: “si escoges el camino del bien, serás dichoso; pero ay de ti, si escoges el camino de la maldad”.
Las bienaventuranzas y los ayes tienen su fuerza en la realidad, no en la teoría que propongan. “Dichoso el hombre honesto” nunca fue seguido por ninguna argumentación, simplemente perduró como una enseñanza válida porque las personas honestas gozan de buena fama, confianza y prosperan sus proyectos.
En cambio “ay de los que roban”, se justifica por el hecho de que a quien roba lo persiguen, lo encarcelan, no le dura lo que robo, etc… Jesús el día de hoy nos da cuatro bienaventuranzas y cuatro ayes que se contraponen directamente: pobreza ahora se opone a riqueza ahora, hambre ahora se opone a riqueza ahora; llanto ahora se opone a risas ahora; y por último, persecución ahora se opone a buen estatus social ahora.
El denominador común a todas las bienaventuranzas y los ayes es la caducidad de las circunstancias actuales. En cambio lo que marca la razón de la declaración de bienaventuranza o de desgracia es el futuro definitivo porque es durable: poseer al final el reino de los cielos es mucho mejor que ser rico en este mundo; ser saciado en el momento definitivo es mucho mejor que estar satisfecho en el presente; reír y gozar en la vida eterna futura es mucho mejor que divertirse en el presente; ser aceptado en el Reino de Dios futuro es mucho mejor que ser aceptado y ser famoso entre los hombres ahora.
Nuestra estancia en este mundo es pasajera, no conviene que adhiramos el corazón excesivamente a lo que sucede en estos tiempos. Más bien, lo prudente, es avocarnos a la vida eterna. Por eso las bienaventuranzas son todo un estilo de vida que es importante seguir.
Nuestro criterio de vida no es la riqueza, la hartura, la diversión o el éxito social, nuestro criterio de vida es alcanzar la verdadera felicidad en el Reino de Dios. Amén
V Domingo Ordinario, 6 de febrero de 2022

Audio de la Homilía

Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el M. Iltre. Sr. Canónigo Mons. Salvador Martínez Ávila, Vicario Episcopal de Guadalupe, Rector de la Basílica de Santa María de Guadalupe, Presidente del Cabildo
Todavía estamos en los primeros domingos del año, este es el quinto domingo del tiempo ordinario y se nos presenta un texto de vocación, de llamado, en el cual Jesús recluta por decirlo así a Simón hijo de Juan, a Santiago, a Juan también, lo que llama la atención de este texto es que Jesús que ya era famoso y que precisamente por ser agobiado por la multitud le pide a Pedro… préstame tu barca para que yo tenga espacio y la gente pueda escucharme mejor, muy normal. Pero empiezan a suceder cosas extrañas, a partir del momento en el cual Jesús habiendo concluido su discurso le dice “Ahora vámonos más adentro, vamos a meter la barca más adentro en el lago”.
Probablemente habrá dicho Simón Pedro o Santiago, quiere descansar un poquito, vamos a pasear; pero cual va siendo la sorpresa, ahora avienta las redes, pues que querrá ver como se hacemos, maestro, ya trabajamos toda la noche, no hemos pescado nada, y se lleva una gran sorpresa, Pedro lo obedece, maestro, si tú lo dices yo las aviento, no vamos a pescar nada porque a estas horas no se pesca nada; las horas de la pesca son cuando mucho al amanecer, pero en la noche es el mejor tiempo, ya lo intentamos y no hemos pescado nada, hoy no tuvimos suerte.
Jesús no es solamente un nazareno, no es solamente un carpintero, Jesús es el hijo de Dios, todos lo sabemos y precisamente en esa conciencia, nosotros entendemos cuando Dios nos pide algo, cuando Dios nos hace alguna precisión sobre nuestra vida, hay que hacerle caso. Como le sucede a Pedro, muchas veces nosotros podemos decir… pero es que, pero es que. Por ejemplo, cuando Juan Diego le dijo a la Virgen, manda a uno que sea más importante a mí no me creen, yo soy un indígena, no me van a creer; la Virgen le dice: Tú eres el digno de confianza y eres tú el que tiene que pedirlo, sigue adelante y como Simón obedeció a Jesús, Juan Diego obedeció a la Virgen, la historia va hacia adelante, la historia se desenvuelve aunque nosotros le pongamos objeciones.
Y claro, una cosa completamente extraña sorprendente y que a ellos los llena de miedo… pescaron a media mañana o a medio día una gran cantidad, las dos barcas están por hundirse, llegan a la orilla y Pedro dice: no soy digno de ti, yo soy un hombre pecador, no merezco tu amistad; porque de alguna manera interiormente te menosprecié, te critiqué, pero ya me di cuenta de que no te merezco.
Es ahí donde empieza el camino vocacional, cuando uno piensa, cuando uno cree que aquello que el Señor va sembrando, esas inquietudes que el Señor va sembrando en nuestros corazones están fuera de nuestro alcance, están fuera del ámbito de nuestra capacidad, no, no; cuando Dios nos va invitando a dirigir una familia, cuando nos va invitando a desarrollar un proyecto, al llevar adelante un servicio, un compromiso solidario; Él es el que va a realizar una obra hermosa “la presencia del reino de Dios entre los demás” de eso es de lo que hay que estar seguros.
De que lo que Dios empieza lo lleva bien a término, de que Él no empieza cosas que vaya a dejar a medias; por supuesto que nosotros tenemos que evitar la tentación de generar a partir de este pasaje una mentalidad providencialista, porque en realidad no sucedió así, no se vuelve a decir a lo largo del evangelio que los discípulos fueran a buscar a Jesús… oye Jesús, ¿cuándo tenemos que salir a pescar otra vez? ya que tuvimos tanto éxito, no, no… Los pescadores del mar de Galilea Simón Pedro, Santiago, Juan, Andrés, todos ellos, siguieron pescando porque tenían que darle de comer a sus familias.
Pero tampoco lo andaban buscando… para que no salgamos en vano, eso sería providencialismo, a partir de ahora yo siempre le pregunto al Señor para no fallar, para que siempre me vaya bien, uno siempre encomienda sus obras, encomienda sus proyectos al Señor. Los encomienda, pero si va a salir exitoso si voy, eso es otra cosa; el Señor con su providencia lo sabrá y si no me va bien es por alguna causa que el mismo Señor sabe.
Así es que evitamos como los discípulos también lo hicieron, una mentalidad providencialista y Jesús menciona y aclara “Ustedes van a ser pescadores de hombres”. El horizonte de tu vida no es nada más alimentar a la familia, el horizonte de tu vida no va ser solamente tener un negocio de pescadería ¡no! yo voy a ser de ti, pescador de hombres porque eso es lo que vale la pena.
Esa es la perspectiva que abre Jesús, de un horizonte tal vez muy reducido, tal vez muy cotidiano, Jesús les abre la mirada… Yo te mando a ti para que seas pescador de hombres y en ese sentido vale la pena comprender que Jesús los estaba llamando y los iba a ir capacitando para que le respondiera aquella multitud.
Aquel gran grupo de personas que probablemente ya habían sido más de una vez decepcionados por las autoridades civiles, decepcionados por autoridades religiosas veían en Jesús una esperanza, veían en el Señor, en su doctrina y en sus obras, en su modo de vivir una forma distinta, una forma de vivir y de ser que valía la pena seguir; entonces Jesús invita a estos hombres y les dice “Yo voy a ser de ti, pescador de hombres” vas a seguir pescando cuando tu familia lo necesite, para que los alimentes, pero vasa a hacer algo más; tu vida es más importante que eso, abre tu corazón, abre la mente para que descubras que hay mucho más que puedes hacer por el mundo en el que vives.
Quiere en Señor que nos ayude también a nosotros a tener un corazón y una mente así, a no conformarnos con pasarla bien, con buscar dinero, con buscar beneficios o bendiciones; ¡hay que ser pescadores de hombres!
Alabado sea Jesucristo.
ENERO 2022
IV Domingo Ordinario, 30 de enero de 2022

Audio de la Homilía

Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el M. Iltre. Sr. Canónigo Guillermo Moreno Bravo, Canónigo Penitenciario
Hermanos, hermanas, hermanos todos en Jesucristo Nuestro Señor, la Palabra de Dios nos invita a una reflexión y a una acción en nuestra vida cristiana en este día consagrado a Él en el IV Domingo del Tiempo Ordinario.
Ante la perspectiva de entrar el Pueblo de la elección a la tierra prometida con Moisés a la cabeza, da una serie de prescripciones que quedan plasmadas en este capítulo 18 del libro del Deuteronomio. El trozo que se ha proclamado es precedido por una absoluta prohibición de ejercitar prácticas mágicas y de adivinación, hechicería, encantos, consultar a los espectros, evocación de muertos, sacrificios humanos particularmente el sacrificio de los niños, prácticas que no difieren de lo que vemos en nuestro alrededor, lectura de cartas, personificación de la muerte, sacrificios de seres humanos que están gestándose en el seno materno, rituales diabólicos, las llamadas misas negras, invocación al maligno, aquellas prohibiciones quedan vigentes para el cristiano si quiere entrar a la tierra prometida, de la que fue signo y preparación en el pueblo de Israel, figura del nuevo pueblo de Dios, la Iglesia.
Podemos aplicar lo que nos rodea, lo que hacían y hacen los habitantes de estas y nuestras tierras. Prevalece la indicación que Dios mismo hablará por la presencia del profeta, se anuncia en definitiva habrá un profeta en medio del pueblo y la tercera parte desaprueba tales abominaciones y también a aquél que pretende decir lo que no es palabra de Dios.
¿Quién es el profeta?
Desde la primera lectura del Deuteronomio podemos decir: Un profeta es el hombre de la palabra dado por Dios para bien de su pueblo; es el portador de un mensaje que no es suyo, ve el pasado, y en el presente, presenta diversas situaciones pero en proyección al futuro; es evocador de crisis, destinado a ser fiel incluso empezando con el propio testimonio de vida, a pesar de la guerra que el maligno suscita.
Moisés será escuchado en el pueblo como el interlocutor de Dios, además de guía y legislador, que será constantemente citado en el pueblo de Israel, pero en realidad es la figura del verdadero y único Profeta en medio del Pueblo de la nueva Alianza, que está en medio de toda la humanidad para transmitir los designios de Dios que por amor nos ha dado el don de la vida y nos llama a la plenitud de ella más allá del umbral de la muerte.
El Evangelio de Marcos, que hoy escuchamos, presenta a Jesús como el Profeta por excelencia. Al elegir a los cuatro pescadores, con ellos se dirige a Cafarnaúm, lugar estratégico elegido por Jesús y desde ahí partirá a la misión. Es sábado y como buenos israelitas acuden a la sinagoga, lo sorprendente es que encontramos inmediatamente a Jesús predicando en la sinagoga; recordemos que las Escrituras debían ser leídas y explicadas por el rabino, por el jefe de la sinagoga o por algún invitado de éste.
Jesús, sin duda alguna, fue invitado a comentar las Escrituras; pero no sigue el método de los rabinos, que consistía en citar a otros rabinos importantes que habían comentado tal texto, de Jesús se dice que enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. El método de Jesús debió impactar, reinterpreta con autoridad personal el sentido de las Escrituras y presenta un contenido inédito de las mismas. Estando en el clímax del discurso, alguien empieza a gritar contra Jesús; aquel hombre poseído no soporta el hablar de Jesús, aquel hombre se sentía bien con la enseñanza de los escribas, pero ahora se siente amenazado, incómodo; aquellas palabras lo cuestionan y grita: «¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a acabar con nosotros?».
Recordamos que Jesús da una orden tajante: «¡Cállate y sal de él!». Los maestros de la ley se habían acostumbrado a tener a aquel endemoniado en su sinagoga, a él no le causaba ningún estupor escuchar sus enseñanzas; escuchar sus discursos retóricos alejados de la vida, pero viene Jesús y combate el mal sin tregua y desde la raíz. Jesús es distinto y las personas lo alcanzan a captar desde su primer discurso; no era un profesional en interpretar la Biblia, no pertenecía a ningún grupo político o religioso; no era vendedor de ideologías; no es la elocuencia de su discurso lo que llama la atención o deja admirados a los presentes. Lo que impacta es que su Palabra es un mensaje vivo que toca a lo más profundo de los corazones; la fuerza de su Palabra es Él mismo, su persona, su actitud, su libertad ante la vida; es un Maestro de vida; es alguien que enseña a vivir.
En un mundo como el nuestro, donde las ideologías se multiplican, las opiniones duran lo que un soplo y la verdad es relativizada, se necesitan maestros de vida, personas dignas de ser escuchadas y no por su elocuencia, sino por su forma de vivir. Quizá nuestra sociedad está cansada de discursos muy elocuentes pero vacíos, de allí que nos preguntemos: ¿Qué autoridad pueden tener las palabras de los dirigentes políticos o de nosotros los pastores, si no están acompañadas de un testimonio de vida? La novedad de Jesús radicó en que lo que predicaba, lo vivía, esa era su fuerza, su estilo de vida.
El Evangelio nos sigue interpelando: ¿Nos hemos acostumbrado a convivir con el mal y contamos con la actitud de Jesús que lo rechaza de manera tajante? Jesús nos deja claro que con el mal no existen negociaciones, ni alianzas, debe darse la ruptura total o el mal terminará por contaminarnos y destruirnos.
Cristo no sólo es el Profeta que proclama la Palabra de Dios, Cristo es la misma Palabra viviente del Padre que nos da a conocer la intimidad de Dios y su plan desde que fuimos creados. Y el Padre Eterno mediante nuestro bautismo nos ha ungido, para configurarnos a Cristo Sacerdote, Profeta y Rey, unción que con el sacramento de la confirmación nos envía a ser testigos vivientes, profetas para anunciar la Buena Nueva en un mundo que necesita a Dios.
Hagamos nuestra la oración del salmo responsorial: Haz Señor que no seamos sordos a tu voz, que nuestra vida sea una consecuencia de nuestra fe, tenemos que decir al mal y al maligno: Cállate, sal de aquí.
Que María Santísima de Guadalupe, que nos recibe en su Casita del Tepeyac y que es portadora de único Dios por quien se vive, nos ayude a todos los que habitamos en estas tierras hasta que terminada nuestra peregrinación terrenal seamos introducidos a la morada eterna con todos nuestros hermanos difuntos a quienes encomendamos este día a la misericordia del Salvador.
III Domingo Ordinario, 23 de enero de 2022

Audio de la Homilía

Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el M. Iltre. Sr. Canónigo Leonardo Tinoco Flores, Canónigo Penitenciario
El evangelista San Marcos escribe que Jesús inicia su ministerio público después del arresto de Juan Bautista. En él se puede una anticipación de la suerte que le tocará también a Jesús, pues también él será entregado en manos de los enemigos.
Y el primer lugar donde Jesucristo predica es en Galilea, su tierra de origen, caracterizada por la heterogeneidad de sus habitantes, pues junto con los hebreos, habitaban allí numerosos paganos, como que en esto hay un esbozo de la universalidad de su misión. Y el contenido de lo que dice en este primer momento está resumido en 4 frases, las 2 primeras indican una acción de Dios, las 2 últimas la respuesta del hombre:
1º El tiempo se ha cumplido. Quiere decir que es la estación favorable. La atención está dirigida al presente, no al futuro. Ya no es necesario esperar otra cosa. Está iniciando el periodo culminante de la historia
2º El Reino de Dios está cerca. Es algo inminente, se ha hecho próximo. Dios mismo toma la iniciativa con el fin de que su soberanía sea reconocida no sólo por el pueblo de Israel, sino por toda la humanidad. El Reino de Dios no es un lugar, una situación o un grupo de personas, sino el hecho de que Dios reina, y las potencias que se le oponen, (pecado, muerte, Satanás), son vencidas. Este reino es un don, un regalo, no es fruto de una conquista personal, sin embargo, debe haber una colaboración de parte de nosotros.
3º Conviértanse. Esta conversión, más que un ir para atrás y centrarse en el pasado, es un mirar hacia adelante. No se trata de un conocimiento de sí mismo de tipo psicológico, sino significa colocarse frente a la buena noticia anunciada por Jesús y tomar postura ante la persona misma de Jesús.
4º Crean en el Evangelio, y Evangelio significa una buena noticia, y esa buena noticia es el mensaje de Cristo, y esa buena noticia es también la persona de Cristo. Creer en el Evangelio es abrirse al gozoso anuncio de Jesucristo y estar dispuestos a fundamentar sobre su Palabra la propia vida.
Claro está que el vivir esto, no significa que desaparezcan mágicamente los problemas, las situaciones difíciles, los retos a superar, el sufrimiento; pero nos da a cada uno una paz y serenidad muy grandes, para no sumirnos en el desaliento o desesperación cuando las cosas no salen como uno quisiera.
Ahora la humanidad está enfrentando una situación sumamente difícil por la pandemia, hay un sufrimiento enorme por todas partes, y es necesario aferrarnos a aquello que da sentido a nuestra vida, para seguir luchando por ella y por la vida de los demás. El tener conciencia de que Dios nos ama; de que está a nuestro lado y no nos deja solos; de que todo lo que hagamos por vivir la solidaridad que Jesús nos enseñó, sobre todo respecto a los enfermos y a los que sufren, tiene una repercusión no sólo para afrontar esta situación, sino para la vida eterna; de que el dolor, el sufrimiento, el pecado no son los que van a tener la última palabra en nuestra vida o en la historia de la humanidad, son cosas fundamentales que nos deben ayudar a no derrotarnos. La esperanza es parte fundamental de la buena nueva de Jesucristo, y hay que pedirle a Dios que nos la renueve una y otra vez.
Vemos también en el Evangelio de hoy que Jesús está siempre en movimiento, pero también pone en movimiento a las personas. Este texto nos enseña unos componentes de la llamada a ser discípulos y la respuesta que debe haber.
1º Una mirada. Caminando en la orilla del lago de Galilea vio a Simón y a su hermano Andrés echando las redes. Se trata de una mirada que elige, escoge, saca fuera de la gente. El encuentro comienza con el ver a la persona. Es una mirada que se hace propuesta de comunión. La llamada de Jesús comienza con una mirada de afecto.
2º Jesús toma la iniciativa. En el judaísmo del tiempo de Jesús eran los discípulos los que buscaban, elegían al maestro. Cristo, por el contrario, toma la iniciativa. La llamada viene de él y sólo de él. El hombre puede ponerse en camino sólo después de que Dios haya comenzado a andar por los caminos del hombre. No somos nosotros los que vamos a la búsqueda de Dios. Es Dios quien se pone a buscar al hombre. El seguimiento de Jesús, no es una conquista: es un ser conquistado.
3º La urgencia. Cristo nos pide decisión y no titubeos; por eso Simón y Andrés, inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron; la llamada asume el carácter de urgencia, no es responderle cuando nosotros queremos, sino inmediatamente que él nos pide algo.
La respuesta del discípulo está caracterizada por 4 elementos:
1º Fe. El discípulo se caracteriza por la fe, que es un fiarse de una persona, responder a su llamada, si bien no se miden todas las consecuencias de ella. Es aceptar vivir una aventura de la que no se calculan con precisión las dimensiones y los riesgos.
2º Desprendimiento. Simón y Andrés dejaron las redes, su oficio, sus cosas, los lazos familiares. La respuesta de ellos se traduce en una renuncia de muchas cosas, por un bien mucho mayor.
3º Seguimiento. El acento no se pone tanto sobre el dejar, cuanto sobre el seguir. Discípulo no es alguien que ha abandonado algo. Es quien ha encontrado a alguien. La palabra seguir es la que caracteriza al discípulo, no la palabra aprender. El discípulo no se tanto el que acepta una doctrina, sino un proyecto de vida.
4º Dejarse hacer. “Hare de ustedes pescadores de hombre”. Discípulo es aquel que se deja hacer por el maestro. Y este dejarse hacer dura toda nuestra existencia aquí en la tierra.
Hay que analizar si verdaderamente vivimos esto en nuestra vida cristiana. Esta situación de pandemia, ¿nos ha hecho mejores discípulos de Jesús o no? Y si no, ¿por qué?
Que María Santísima, aquella que en todo momento se dejó modelar por Dios, nos aliente en esta llamada a ser discípulos sin incoherencias y sin estar centrados demasiado en nosotros mismos, sin en Dios y en los demás.
II Domingo Ordinario, 16 de enero de 2022

Audio de la Homilía

Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el M. Iltre. Sr. Canónigo Dr. Gustavo Watson Marrón, Arcipreste y Vicerrector de la Basílica de Santa María de Guadalupe.
La primera lectura del día de hoy nos invita a reflexionar sobre algunos aspectos de nuestra vocación o llamado de Dios a seguir su camino.
En primer lugar Samuel era muy joven cuando recibe esta llamada, para Dios no hay edades Él puede llamarnos a un compromiso fuerte con Él en cualquier etapa de nuestra vida; luego vemos como Eli ayuda a discernir a Samuel sobre ese llamado, lo va apoyando, lo va conduciendo para que pueda dar una respuesta adecuada al Señor.
Y es que en el llamado al servicio de Dios, Dios se sirve muchas veces de personas que nos ayudan a discernir el camino, a discernir como debe de ser nuestra respuesta y hay que estar atentas, atentos a ellos; y luego una tercera cuestión, un tercer aspecto es la respuesta que da Samuel “habla Señor, tu siervo te escucha”.
Para seguir el camino de Dios, debemos estar siempre atentos a la voz de Dios, esta se manifiesta a través de diversas personas, a través de diversos acontecimientos, como los que estamos pasando en donde Dios nos quiere comunicar muchas cosas, nos invita a reflexionar sobre muchas cosas. La voz de Dios nos ayuda a reflexionar sobre distintos aspectos de nuestra fe.
La voz de Dios se escucha también en la oración, en la comunidad, en la participación de los sacramentos, vivimos en un mundo donde hay muchísimo ruido, muchas voces contradictorias; por eso hay que estar atentos, hay que discernir y hay que confrontar lo que nos va llegando siempre con la palabra de Dios, porque la palabra de Dios, el evangelio, es la luz que ilumina nuestra vida.
En la lectura del santo evangelio vemos la vocación a ser discípulos de Jesús, Juan el Bautista que estaba enseñando fija los ojos en Jesús, una mirada muy importante, una mirada que llega a la profundidad de la persona, una mirada con una atención muy fuerte y ahí Juan el Bautista descubre ESTE ES EL CORDERO DE DIOS, este título a que se refiere, hace referencia al cordero pascual, donde los Israelitas en la cena pascual consumían cada familia un cordero y eso era el memorial de la liberación de esclavitud en Egipto, no era un mero recuerdo del pasado, sino un involucramiento de todos los que participaban en esa celebración de que estaban siendo liberados por Dios de la esclavitud, o sea, el Cordero Pascual es signo de esa liberación con Jesús.
El Cordero de Dios nos va a traer una liberación mucho más profunda que el de la esclavitud en Egipto, la liberación del pecado, de la muerte, de todo lo que nos separa de Dios, de todo lo que nos impide ser plenamente libres. Pero también el título “El Cordero de Dios” hace referencia a los cánticos del siervo de Yahvé, que son cuatro cánticos que están entre el capítulo 42 y 53 de Isaías, donde un personaje misteriosos es llevado como cordero al matadero, o sea, habla de esa donación plena de la vida por la salvación de los demás y esto se cumple plenamente en Jesús que va a dar su vida por la salvación de todos.
Los dos discípulos al oír este testimonio de Juan van al encuentro de Jesús y le preguntan ¿dónde vives? pero aquí no se refiere tanto al lugar físico o donde Él vivía, sino se refiere más bien a cuál es su manera de ver la vida, su manera de relacionarse con Dios, su manera de relacionarse con los demás, sus actitudes. Lo que Jesús les invita cuando les dice: vengan a ver es que tengan una experiencia de Él; porque eso es fundamental para ser discípulos de Jesús, no es el conocimiento teórico, sino ese conocimiento siempre debe ir acompañado por la experiencia; porque si no hay experiencia no se puede ser autentico discípulo de Jesús.
Estos dos discípulos de Juan el Bautista, uno de ellos era Andrés, van a comunicar eso que han vivido a otros, por eso va Andrés con su hermano Simón y le transmite: “Hemos encontrado al Mesías” y lo llevó a donde estaba Jesús; siempre todo discípulo necesita ser misionero, o sea compartir la fe con los demás y ayudar a que también los demás tengan esa experiencia de Jesús, ser un instrumento para ello.
Jesús Nuestro Señor también ve con profundidad como Juan el Bautista había visto a Jesús mismo y Nuestro Señor le dice: Tú eres Simón, tú te llamarás Cefas, o sea vislumbra ya la vocación que va a tener Pedro en la vida de la iglesia; ser esa piedra sólida en donde Jesús va a construir la iglesia. Todos los discípulos de Jesús, tenemos una misión… No estamos aquí en esta vida por casualidad, Dios nos ha llamado para algo y algo importante, y eso es lo que debemos ir descubriendo día con día.
Que la Santísima Virgen María nos ayude a ese discernimiento constante que debemos de tener para cumplir la voluntad de Dios.
El Bautismo del Señor, 9 de enero de 2022

Audio de la Homilía

Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el M. I. Sr. Canónigo Mons. Salvador Martínez Ávila, Vicario Episcopal de Guadalupe, Rector de la Basílica de Santa María de Guadalupe, Presidente del Cabildo
En este día el relato que escuchamos de la visita de los magos, es un símbolo, un signo de toda la humanidad que nos eran judíos, que no hemos sido judíos o provenientes del judaísmo. Y yo quisiera centrarme para reflexionar con ustedes para que saquemos jugo, provecho de esta palabra de Dios, en los obstáculos que los magos tuvieron que seguir para poder llegar, tener acceso al Mesías, a la salvación.
El primer obstáculo no lo solventaron ellos, fue Dios. Unos hombres que no hablaban hebreo, que no pertenecían al pueblo judío, que no tenían la religión judía, Dios les habla en su propio idioma, en su propio sistema de conocimientos, que era la astrología. Allí Dios va y les hace saber, en su propia lengua, en su propia religión, en sus propios medios, para entrar con en contactos con ellos, les dice que les va a ofrecer la salvación.
Así es que ningún ser humano, de verdad, nadie puede decir: es que yo ya sé tanto, que no necesito que Dios me hable. Dios aprovecha en la ciencia, Dios aprovecha todo tipo de conocimientos para acercarse a cualquiera de nosotros, y decirnos: Yo tengo una salvación que te puedo ofrecer a ti, a través de mi Hijo Jesucristo.
El primer gran escollo que muchas veces la humanidad no podría, ni los grupos humanos, ni la Iglesia. El mejor ejemplo está aquí atrás de nosotros: la Santísima Virgen María de Guadalupe. Dios habla a toda la Nación Mexicana que ni sabía español, ni eran cristianos antes. Todos ellos vieron un códice claramente, que les decía: Yo estoy con ustedes y aquí está mi ofrenda, aquí está mi regalo: Jesucristo el Señor.
Pues bien, después de este primer escollo, viene un segundo escollo, que fueron los propios prejuicios y la falta de conocimiento, porque los prejuicios muchas veces vienen por falta de conocimiento. Si ha nacido un Rey, ¿dónde nacen los reyes?, en la capital del Reino, por supuesto. Ahí es donde nacen los hijos de los reyes y los nuevos reyes. Eso pensaban los magos y llegaron a Jerusalén, que era la capital. Pero no, no había nacido allí. Todos lo escuchamos en el relato: ¿dónde está el Rey de los judíos? Pues aquí en Jerusalén, no.
¿Cómo lograron solventar este escollo? Ah, de una manera muy hermosa. Hay gente que sí debe de saber, hay gente que debe de estudiar, hay gente que está preparada para interpretar las cosas, para ayudar a orientar. Por ejemplo, unos papas que deben de conocer suficientemente la fe, para ayudarles a sus hijos a resolver los problemas de fe. Maestros y sacerdotes, y religiosos, religiosas, muchas personas.
Pero siempre los más cercanos, son los que a los que nuestros jóvenes y muchas personas que no saben nada, van a recurrir. Así es que tenemos una responsabilidad seria. Como aquellos sabios de Jerusalén, tuvieron que asumir ese conocimiento. Ah, sí, hay una profecía: tu Belén de Judá, ¿no eres la menor entre todas las ciudades?
El conocimiento siempre es necesario. En la Iglesia siempre serán necesarios los agentes, y para el mundo, laicos comprometidos que sepan decir no, no vamos a la destrucción ni al caos. Vamos a la salvación, vamos a la vida eterna. Eso es lo que Dios ha querido. Y la clave, la clave no está en los palacios, la clave no está en los grandes lugares, no, no, no. La clave está en lo cotidiano, allí Dios también hace presente su salvación.
El tercer problema, el tercer gran obstáculo, dice que cuando llegaron y preguntaron eso, Herodes y todo Jerusalén con él, se sobresaltaron. Y entonces les empezaron a hacer el juego: ah, miren, que interesante. ¿Y eso dónde, y por qué? A ver de dónde y todo. Ay, vayan, y nosotros también vamos a ir a adorarlo.
Todos sabemos la historia de los Santos Inocentes, de los mártires. Todos la conocemos. ¿Y cómo las superaron? De la manera más fácil: dejaron al tirano hablando solo. Se fueron, siguieron su camino, en su momento, nos lo dice el texto de hoy, fueron avisados de que no tenían por qué regresar, no tenían por qué entrar en ese juego y seguir ese escollo del poder mundano. Y pues llegaron, a donde Dios les quería invitar. Después de haber superado obstáculos, después de haberle creído, después de haber confiado en Él.
Y esto es lo que yo quisiera que nosotros tomáramos de este domingo: la confianza, la decisión de entender que no todo va a ser fácil, que hay escollos, claro que sí. Que hay dificultades que superar, sí. Que hay que ir más allá, claro. Y como sea, siempre lograr, con la ayuda de Dios, acceder a la salvación que nos ha ofrecido en Jesucristo.
Alabado sea Jesucristo.
La Epifanía del Señor, 2 de enero de 2022

Audio de la Homilía

Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el M. Iltre. Sr. Canónigo Mons. Salvador Martínez Ávila, Vicario Episcopal de Guadalupe, Rector de la Basílica de Santa María de Guadalupe, Presidente del Cabildo
En este día el relato que escuchamos de la visita de los magos, es un símbolo, un signo de toda la humanidad que nos eran judíos, que no hemos sido judíos o provenientes del judaísmo. Y yo quisiera centrarme para reflexionar con ustedes para que saquemos jugo, provecho de esta palabra de Dios, en los obstáculos que los magos tuvieron que seguir para poder llegar, tener acceso al Mesías, a la salvación.
El primer obstáculo no lo solventaron ellos, fue Dios. Unos hombres que no hablaban hebreo, que no pertenecían al pueblo judío, que no tenían la religión judía, Dios les habla en su propio idioma, en su propio sistema de conocimientos, que era la astrología. Allí Dios va y les hace saber, en su propia lengua, en su propia religión, en sus propios medios, para entrar con en contactos con ellos, les dice que les va a ofrecer la salvación.
Así es que ningún ser humano, de verdad, nadie puede decir: es que yo ya sé tanto, que no necesito que Dios me hable. Dios aprovecha en la ciencia, Dios aprovecha todo tipo de conocimientos para acercarse a cualquiera de nosotros, y decirnos: Yo tengo una salvación que te puedo ofrecer a ti, a través de mi Hijo Jesucristo.
El primer gran escollo que muchas veces la humanidad no podría, ni los grupos humanos, ni la Iglesia. El mejor ejemplo está aquí atrás de nosotros: la Santísima Virgen María de Guadalupe. Dios habla a toda la Nación Mexicana que ni sabía español, ni eran cristianos antes. Todos ellos vieron un códice claramente, que les decía: Yo estoy con ustedes y aquí está mi ofrenda, aquí está mi regalo: Jesucristo el Señor.
Pues bien, después de este primer escollo, viene un segundo escollo, que fueron los propios prejuicios y la falta de conocimiento, porque los prejuicios muchas veces vienen por falta de conocimiento. Si ha nacido un Rey, ¿dónde nacen los reyes?, en la capital del Reino, por supuesto. Ahí es donde nacen los hijos de los reyes y los nuevos reyes. Eso pensaban los magos y llegaron a Jerusalén, que era la capital. Pero no, no había nacido allí. Todos lo escuchamos en el relato: ¿dónde está el Rey de los judíos? Pues aquí en Jerusalén, no.
¿Cómo lograron solventar este escollo? Ah, de una manera muy hermosa. Hay gente que sí debe de saber, hay gente que debe de estudiar, hay gente que está preparada para interpretar las cosas, para ayudar a orientar. Por ejemplo, unos papas que deben de conocer suficientemente la fe, para ayudarles a sus hijos a resolver los problemas de fe. Maestros y sacerdotes, y religiosos, religiosas, muchas personas.
Pero siempre los más cercanos, son los que a los que nuestros jóvenes y muchas personas que no saben nada, van a recurrir. Así es que tenemos una responsabilidad seria. Como aquellos sabios de Jerusalén, tuvieron que asumir ese conocimiento. Ah, sí, hay una profecía: tu Belén de Judá, ¿no eres la menor entre todas las ciudades?
El conocimiento siempre es necesario. En la Iglesia siempre serán necesarios los agentes, y para el mundo, laicos comprometidos que sepan decir no, no vamos a la destrucción ni al caos. Vamos a la salvación, vamos a la vida eterna. Eso es lo que Dios ha querido. Y la clave, la clave no está en los palacios, la clave no está en los grandes lugares, no, no, no. La clave está en lo cotidiano, allí Dios también hace presente su salvación.
El tercer problema, el tercer gran obstáculo, dice que cuando llegaron y preguntaron eso, Herodes y todo Jerusalén con él, se sobresaltaron. Y entonces les empezaron a hacer el juego: ah, miren, que interesante. ¿Y eso dónde, y por qué? A ver de dónde y todo. Ay, vayan, y nosotros también vamos a ir a adorarlo.
Todos sabemos la historia de los Santos Inocentes, de los mártires. Todos la conocemos. ¿Y cómo las superaron? De la manera más fácil: dejaron al tirano hablando solo. Se fueron, siguieron su camino, en su momento, nos lo dice el texto de hoy, fueron avisados de que no tenían por qué regresar, no tenían por qué entrar en ese juego y seguir ese escollo del poder mundano. Y pues llegaron, a donde Dios les quería invitar. Después de haber superado obstáculos, después de haberle creído, después de haber confiado en Él.
Y esto es lo que yo quisiera que nosotros tomáramos de este domingo: la confianza, la decisión de entender que no todo va a ser fácil, que hay escollos, claro que sí. Que hay dificultades que superar, sí. Que hay que ir más allá, claro. Y como sea, siempre lograr, con la ayuda de Dios, acceder a la salvación que nos ha ofrecido en Jesucristo.
Alabado sea Jesucristo.