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Arquidiócesis Primada de México
21 de enero de 2023

Audio de la Homilía

Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el Emmo. Sr Cardenal Carlos Aguiar Retes, Arzobispo Primado de México, en la Peregrinación Arquidiócesis Primada de México
Porque si la sangre de los machos-cabríos y de los becerros, y las cenizas de una ternera cuando se esparcían sobre los impuros, eran capaces de conferir a los Israelitas una pureza legal meramente exterior, cuánto más la Sangre de Cristo purificará nuestra conciencia de todo pecado a fin de que demos culto al Dios vivo ya que a impulso del espíritu Santo se ofreció a sí mismo como sacrificio inmaculado a Dios y así podrá purificar nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte para servir al Dios vivo.
Esta contundente afirmación del autor de la carta a los hebreos, deja en claro que el cumplimiento de toda normatividad no garantiza la pureza de nuestra conciencia, y a la vez, señala que el lugar santo, es decir, el lugar para recibir la santidad que nos ofrece Dios, es el interior de cada persona.
Las normas y mandamientos son ayuda, son una indicación sobre el proceder nuestra conducta, pero el lugar donde el espíritu santo siembra las inquietudes que debemos desarrollar y donde nos acompaña ofreciendo la gracia y la fortaleza para ponerlas en práctica, es nuestro corazón, es nuestro interior.
Es por tanto nuestra privacidad, donde cada uno conoce lo que pensamos y lo que somos, ahí precisamente se hace presente el espíritu santo, auxiliándonos para orientar, decidir y fortalecer lo que Dios quiere que hagamos; por eso el autor recuerda que Cristo cuando se presentó como zumo sacerdote que nos obtiene los bienes definitivos, penetró una sola vez y para siempre en el lugar santísimo, a través de una tienda que no estaba hecha por mano de hombre, ni pertenecía a esta creación; no llevó consigo sangre de animales, sino su propia sangre con la cual nos obtuvo una redención eterna, es decir, fue la entrega de su propia persona la que ofreció con plena libertad al dirigirse al Dios Padre en el huerto de Getsemaní, Padre: a parte de mí, de este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya.
Queda claro que a Dios lo que le agrada no son las ofrendas materiales externas a nuestro ser, sino la ofrenda existencial de nuestra propia persona, nuestra vida se convierte en una ofrenda a Dios cada vez que, a pesar de nuestras circunstancias y contextos, muchas veces difíciles y adversos discernimos la voluntad de Dios Padre y la ponemos en práctica.
Cómo lograremos ayudarnos como iglesia, como arquidiócesis, como parroquia, como comunidad de fieles para que aprendamos a descubrir nuestro interior y sepamos compartir de forma sinodal, mediante la escucha recíproca, el discernimiento eclesial y la clarificación de propuestas que beneficien nuestro contexto socio-cultural; recordando que nadie se salva solo, necesitamos de los demás para ayudarnos en el desarrollo de nuestra espiritualidad, superando cualquier tentación de intimismo o aislamiento, necesitamos entonces desarrollar nuestra conciencia de familia de Dios, del cuerpo místico de Cristo, que es la iglesia.
El Papa de feliz memoria, Benedicto XVI, en la inauguración de la quinta conferencia del episcopado latinoamericano en Brasil afirmó “Hay que educar al pueblo en la lectura y meditación de la palabra de Dios, que ella se convierta en su alimento para que por propia experiencia vean que las palabras de Jesús son espíritu y vida; de lo contrario como vas a anunciar un mensaje cuyo contenido y espíritu no conocen a fondo, hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la palabra de Dios”.
Por estas palabras, del venerable Benedicto XVI, debemos promover la formación de pequeñas comunidades eclesiales en cada comunidad parroquial, que se reúnan habitualmente en torno de la palabra de Dios para escucharla y meditarla, compartiendo lo que el espíritu santo siembre y mueva en cada uno de los miembros que integran la pequeña comunidad; esta dinámica facilitará la intervención del espíritu santo en nuestro interior y viviremos la hermosa y determinante experiencia de una conversión del corazón que irá sin duda alguna, transformando nuestro pensamiento, nuestra visión y nuestras convicciones, sintonizándolas con el corazón de Jesucristo camino, verdad y vida.
Además de cumplir la voluntad de Dios Padre, y concretarla en nuestra ofrenda, la llevaremos a la plenitud compartiendo nuestra experiencia, religiosa y espiritual en nuestra propia familia, con nuestro grupo o comunidad de vida, con nuestros amigos y demás fieles; así, nos convertimos en discípulos al aplicar las enseñanzas de Jesús en nuestra vida y en misioneros, al dar a conocer nuestra experiencia de Dios a los demás.
De esta manera, contaremos siempre con el auxilio divino que nos fortalecerá para actuar y vivir acordes a nuestro discernimiento, y Dios mediante el espíritu santo, intervendrá para ser más fecunda y provechosa nuestra acción; por eso, cuando sucede una conversión de corazón, nuestra vida cambia tan intensamente que surge espontánea la sorpresa de los demás y los comentarios de extrañamiento por la radical transformación de nuestra persona ¿Qué le ha pasado a este?, ¿Qué sucedió?, ¿Qué lo hizo cambiar?. Viviendo esta experiencia, comprenderemos la escena que hoy narra el evangelista Marcos: En aquel tiempo, Jesús entró en una casa con sus discípulos y acudió tanta gente que no los dejaba ni comer, al enterarse sus parientes, fueron a buscarlo, pues decían que se había vuelto loco, así pues, no faltará quien conociendo nuestra conducta anterior le parezca inexplicable el cambio tan fuerte que se realiza cuando aprendemos a ser auténticos discípulos y misioneros de Jesucristo.
Hoy hemos venido en peregrinación arquidiocesana al inicio de este año 2023, en que con el favor de Dios culminaremos la visita pastoral a las parroquias; pidámosle a Nuestra Madre María de Guadalupe que nos ayude a centrar nuestra vida en su Hijo Jesucristo, su hijo amado, mediante la lectura y meditación de la Palabra de Dios, en comunidad, si así lo hacemos cambiará favorablemente nuestra vida, y también nuestra sociedad tan herida actualmente por la violencia y la inseguridad; porque mediante nuestra vida se manifestará que “Cristo vive en medio de nosotros”, por eso es esta la expresión y lema de nuestra visita pastoral; creo que ya muchos la han aprendido, a ver veamos…
“Cristo vive, en medio de nosotros,
Cristo vive, en medio de nosotros,
Cristo vive, en medio de nosotros”.
Digámosle ahora a Nuestra Madre, nuestra disposición para ser discípulos y misioneros de su Hijo Jesús como ella lo hizo.
