Breve Bibliografía Guadalupana

El tema central de los libros que se presentan es el «Acontecimiento Guadalupano». Se trata de una historia, al parecer muy sencilla y fantasiosa: Un buen hombre, marginado social, cuya vida, en sólo cuatro días, se ve transformada y enriquecida por la intervención de un poder sobrenatural, que inicialmente le acarrea dificultades y pruebas, pero que, a la postre, hace que acabe siendo felizmente aceptado y honrado por todo su entorno, igual por ricos que pobres o poderosos que débiles… Un tema, pues, que puede encontrarse en el folklore de todos los pueblos, puesto que corresponde a un profundo deseo de nuestro inconsciente de una solución mágica a los problemas de la vida.

Todo ello está narrado en un pequeño librito, que llamamos Nican Mopohua por sus primeras palabras, y que también parece bellamente simple y mítico. En este caso, sin embargo, pese a su insignificancia material y a la aparente fantasía de su tema, no solamente reseña un hecho probadamente histórico que dio origen a nuestro pueblo mestizo, sino que reseña un acontecimiento preñado de profundidades teológicas tan notables que puede sostenerse su procedencia sobrenatural, al grado que Su Santidad Juan Pablo II lo calificó como «un gran ejemplo de evangelización perfectamente inculturada».

Llamar sobrenatural a algo que, por dimensiones y tema no parece sino un sencillo cuentecito, es una afirmación muy fuerte. Para poder justificarla, así como para entender y aprovechar esa riqueza, es indispensable conocer el momento histórico y todas las características de la cultura -O, mejor dicho: las culturas- dentro de las cuales se fraguó, cosa no fácil ni aun para quienes en alguna forma aún participamos de ella, puesto que nos separan siglos de cambios y reajustes sociales e intelectuales. Es por eso que mi intención, y la del Instituto Superior de Estudios Guadalupanos, fundado y presidido por el Cardenal Norberto Rivera Carrera, actual sucesor de uno de los protagonistas de dicho acontecimiento: Fray Juan de Zumárraga, es poner a fácil disposición de los estudiosos, los elementos que un servidor pudo reunir, con la esperanza de que puedan ser aprovechados tanto para conocerlos como para profundizarlos, y quizá corregirlos, pues no temo reconocer que son obra primeriza de alguien que, con motivo de las investigaciones para la canonización de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, tuvo la fortuna de que se le ordenara intentar estos estudios y que, asombrado de su inesperada cuantía, desea transmitirlos a la posteridad.

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Hace más de cuatro siglos, un colega sacerdote, Fray Alonso de Molina, recibió una orden análoga, al encomendársele que confeccionase un diccionario náhuatl y español, (que, por cierto, es el primero en México y uno de los primeros de su género en la lengua castellana). Sobrecogido ante las muchas dificultades, pudo, sin embargo, expresar lo mismo que ahora siento yo: «todos estos inconvenientes han vencido en mí dos cosas: la una la obediencia de mi prelado que en esto me ha mandado entender […] También [..] la gran necesidad que hay de ella, y los provechos que se siguen […]: no será pequeño provecho con esto poco despertar los ingenios y entendimientos de los que más alcanzan de esta lengua, para que tomen ocasión de encender en esta pequeña candela la gran luz que de ellos puede salir…»

Además, conciente como estoy de lo mucho que falta y de lo mucho que puede ser mejorado, quiero también hacer mías las palabras de otro antiguo mexicano, Cristobal del Castillo: «Y también te ruego a ti, lector, que no te disgustes, que no te rías, que no te burles, que no me juzgues, si sabes algo más en particular, algo que yo no supe bien, que no asenté [en el libro], te ruego encarecidamente que lo asientes, que escribas lo que no supe bien, lo que no escribí bien. Corrígelo, asiéntalo bien y rectamente, porque no obtengo enteramente, porque no me apropio del conocimiento. Y lo que digo es lo que averigüé, pues nada sé, nada conozco enteramente. Pero ya hice conocible y asenté el camino que seguirá el experto, el conocedor verdadero, que asentará y expondrá rectamente en primer lugar lo bueno, lo maravilloso, lo digno de fama. Y si lo hace de esta forma, servirá mucho a Nuestro Señor Dios, y también a mí me hará mucho bien.»

Así pues, si en un futuro, aunque sea lejano, estas páginas pueden ser de utilidad al «experto, al conocedor verdadero» para mejor exponer y compartir «lo bueno, lo maravilloso, lo digno de fama» que Dios otorgó a su Iglesia y al Mundo a través de nuestra Iglesia y Patria mexicanas, «servirá mucho a Nuestro Señor, y también a mí me hará mucho bien», porque «no será pequeño provecho con esto poco despertar los ingenios y entendimientos de los que más alcanzan, para que tomen ocasión de encender en esta pequeña candela la gran luz que de ellos puede salir».

Mons. José Luis G. Guerrero
Vicepostulador de la Causa de Canonización de Juan Diego Cuauhtlatoatzin

México, D. F., a 31 de julio de 2003
Primer Aniversario de la canonización de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin

Flor y Canto del Nacimiento de México

Los dos mundos de un Indio Santo

Cuestionario preliminar de la Beatificación de Juan Diego

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El Nican Mopohua

Un intento de exégesis.

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El Modelo Pedagógico De Nuestra Señora De Guadalupe En El Nican Mopohua

Un intento de exégesis.

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Algunas Investigaciones, Libros Y Fuentes Documentales Para El Estudio Del Acontecimiento Guadalupano.

Recopilación realizada por el Pbro. Dr. Eduardo Chávez Sánchez, postulador de la causa de Canonización de Juan Diego.

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Introducción Al Guadalupanismo

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