Oraciones
Selección de oraciones para todos los momentos de la vida

Oración por los Enfermos
Mons. Jorge Antonio Palencia Ramírez de Arellano, Canónigo Teólogo Lectoral, Coordinador General de la Pastoral del Santuario y Delegado ante el Consejo Pastoral de la CEM.

Oración a la Santísima Virgen María

Amorosísima y tierna Madre mía. En quien he puesto toda mi confianza no se con que voces pedirte, me alcances del Sagrado Corazón las gracias que solicito.

Yo apuro mi mente y en ella no encuentro frases que interrumpan mi dolor.

He llorado Señora, pero mis lágrimas carecen de elocuencia, he suplicado mucho, mucho pero mi aliento corrompido en la maldad, tal vez no llegará a tus pies. María dulce Madre, tú que conoces el lenguaje de tus hijos, traduce el mío balbuciente y torpe; aclara mi humilde petición y se tú quien me interprete para con Jesús: Dile que no se hablar, que mi lengua de mortal sólo vierte frases en el idioma de los hombres.

Haz Señora que fije sus divinos ojos en esta alma pobre que expira en el dolor. Pídele y ruégale que corone mis deseos, que favorezca mis peticiones y que escuche esta oración en memoria de sus agonías. Y aunque el nada me conceda ¿Tú me desampararas Madre mía?, ¿Quedaran sin ser escuchadas las suplicas que hoy te hago? En fin Señora, si no encuentro remedio a mis congojas, tú pediste y no me conviene, que se haga tú santísima voluntad. Son las amarguras, que por mis culpas merezco. Amén.

Madre de Dios y Madre mía, ruega por mí y por el mundo entero… (3 veces)

Oración a la Virgen de Guadalupe

¡Oh Virgen Inmaculada,
Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia!
Tú, que desde este lugar manifiestas
tu clemencia y tu compasión
a todos los que solicitan tu amparo;
escucha la oración que con filial confianza te dirigimos,
y preséntala ante tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro.

Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso,
a Ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores,
te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos,
nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.

Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos;
ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado,
Señora y Madre nuestra.

Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino
De una plena fidelidad a Jesucristo a su Iglesia:
No nos sueltes de tu mano amorosa.

Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos
Los Obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos
de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios
y a las almas.

Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorgue abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe y celosos dispensadores de los misterios de Dios.

Concede a nuestros hogares
la gracia de amar y de respetar la vida que comienza
con el mismo amor con el que concebiste en tu seno
la vida del Hijo de Dios.
Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, protege a nuestras familias,
Para que estén muy unidas, y bendice a la educación de nuestros hijos.

Esperanza nuestra, míranos con compasión,
Enséñanos a ir continuamente a Jesús y, si caemos, ayúdanos
a levantarnos, a volver a Él, mediante la confesión de nuestra culpas
y pecados en el sacramento de la Penitencia,
que trae sosiego al alma.

Te suplicamos que nos concedas un amor muy grande a todos los santos sacramentos,
Que son como las huellas que tu Hijo nos dejó en la tierra.

Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia,
Con nuestros corazones libres de mal y de odios,
Podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz,
que vienen de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
que con Dios Padre y con el Espíritu Santo,
vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén

México, enero de 1979.                      Juan Pablo II

Renovación del Patronato de Santa María de Guadalupe

¡Oh Señora y Madre de América!
Niña mía de Guadalupe,
Dulce Madre de Jesucristo,
Salvador del Mundo
y Verdadero Dios por quién se vive.

Imprime tu imagen en mi corazón,
en nuestras familias y en los que integramos
esta nación mexicana.
como lo hiciste en el ayate de san Juan Diego
para que a imitación suya.
seamos amadores tuyos,
adoradores de la Santísima Trinidad
y fieles hijos de la Iglesia Católica

Poniéndonos bajo tu mirada amorosa
y desde este tu Santuario,
renovamos tu patrocinio
sobre nuestras vidas
y te pedimos que nos ayudes
a trabajar en la difusión del Evangelio,
para que siendo tuyos,
recorramos los caminos de reconciliación
que nos permitan alcanzar
la paz, la justicia
y la unidad que tanto necesitan
nuestras familias,
nuestra patria y
el mundo entero. 

Llévanos a tu Hijo Jesucristo,
Príncipe de la Paz,
para que Él reine en nuestros corazones.
Amén.

Novena a la Santísima Virgen de Guadalupe

MODO DE HACER ESTA NOVENA

Puesto de rodillas delante de la imagen de María Santísima; hecha la señal de la cruz, se dice el siguiente:

ACTO DE CONTRICIÓN

¡Oh Jesús y Señor mío! Cuán grande es mi ceguedad pues después de revelarme que hay un infierno eterno, no he temido de tu justicia. Cual monstruosa es mi locura, pues sabiendo que con pecar te tengo a ti por enemigo, me he atrevido a cometer mil veces el pecado, a vivir años enteros sin darle cuidado alguno a tu infinito amor.

Merecía, Oh Señor mío, merecía justamente que ejecutases tu sentencia que con tanta paciencia haz diferido: lo merecía, es verdad, más vos has querido vencer mi malicia con tu bondad; tu misericordia, ha superado mi iniquidad: ya me doy por vencido de tu amor pues me has buscado cuando huía de Ti. Como he de temer que ahora me arrojes de tus pies, ahora que te busco arrepentido.

¡Oh dulcísimo Jesús, con toda el alma detesto, abomino y aborrezco el pecado, sólo porque lo aborreces Tú a quien amo con todo mi corazón, a quien deseo agradecer y acompañar por toda la eternidad!

Amén.

Luego se dirá la oración siguiente, la cual se ha de repetir todos los días de la novena.

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA

¡Oh Santísima Señora Reina del Cielo y la Tierra!

Cuando yo levanto los ojos al trono de tu grandeza te contemplo, la mayor de todas las criaturas y sólo menor que Nuestro Creador ¿Cómo es posible que me atreva a llamarte Madre? Pero así es Señora, tú que eres Madre de Dios, me has dicho que también eres Madre Mía. Así se lo dijiste que desde tu templo del Tepeyac te mostrarías Madre amorosa y tierna de cuantos buscasen y solicitasen  tu amparo.

Pero no sólo esto es lo más; lo más que es, que en esto no hiciste otra cosa que conformarte gustosa con la voluntad de tu divino Hijo, Jesús, quien olvidado de las penas atrocísimas que estaba padeciendo en la cruz y entre sus mortales agonías, te encargó que me mirases como hijo. No lo merezco Señora, no merezco ser hijo tuyo, pero tú has querido ser Madre Mía. No he sabido desempeñar el título de hijo; pero no por eso dejas Tú de desempeñar el título de Madre, nuestra que eres Madre, nuestra Madre, no atendiendo mis maldades, sino a las entrañas de piedad y misericordia de que te dotó el Altísimo, cuando te hizo abogada de los pecadores.

Deseo portarme como hijo tuyo pero no podré poner en práctica mis deseos si no me alcanzas de Dios un aborrecimiento firme al pecado mortal que es lo que me hace indigno de tu Amor.

Amén.

Récense cuatro salves en memoria de las cuatro apariciones, y luego se reza la oración del día.


PRIMER DÍA

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Esa corona con que ciñes tus sagradas sienes, pública que eres Reina del Universo. Lo eres, Señora, pues como hija, como Madre y como Esposa del Altísimo tienes un poder y un justísimo derecho sobre todas las criaturas. Siendo esto así, yo también soy tuyo, yo también pertenezco a Ti por mil títulos; pero no me contento con ser tuyo sólo de esta manera, quiero ser tuyo por otro título más; esto es, por la elección de mi voluntad Veme aquí pues, postrado delante de tu trono te elijo por mi Reina y mi Señora, y por éste motivo quiero someterme al señorío y dominio amoroso que tienes sobre mí; quiero depender de Ti, y quiero que los designios que tiene de mi Providencia Divina pasen por tus manos. Dispón de mí como mejor te agrade; los sucesos, logros, fracasos y demás pruebas de mi vida, quiero que todos corran por tu cuenta.  Confío de tu benignidad, que todos se enderezarán al bien de mi  alma y honra, Gloria de Nuestro Señor que tanto se complace en que todo el mundo te reconozca por su Reina.

Amén.


SEGUNDO DÍA

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Que bien se conoce que eres abogada nuestra en el tribunal de Dios, pues esas hermosísimas manos que jamás dejan de bendecirnos, las juntas ahora en el pecho en ademán de quien suplica y ruega, dándonos con esto a entender, que desde el trono de la gloria en donde asistes como Reina de los ángeles y hombres, haces también el oficio de abogada, rogando e intercediendo a favor nuestro. ¿Con qué afecto de reconocimiento y gratitud podré pagar tanta fineza?

Pero no habiendo en todo mi corazón suficiente caudal para pagarlo, a Ti recurro para que me enriquezcas con los dones preciosos de una caridad ardiente y fervorosa, y de una humildad profunda, y de una obediencia pronta al Señor. Aumenta tus súplicas, multiplica tus riesgos y no ceses de pedir al Todo Poderoso me haga suyo, y me conceda ir a darte las gracias por el feliz éxito de tu amorosa meditación en la gloria.

Amén.


TERCER DÍA

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Qué puedo creer al verte cercada por los rayos del Sol, sino que estas tan íntimamente unida al sol de la divinidad, que no hay en Ti cosa alguna que no sea luz, que no sea gracia, que no sea Santidad! Qué puedo creer si no que estás sumergida en el piélago de las divinas perfecciones y atributos y que Dios te tiene siempre en su corazón. Sea para bien, Señora, tan alta felicidad. Yo, entre tanto, arrebatado del gozo que ella me causa, me presento delante de tu trono y te suplico te dignes a enviar uno de tus ardientes rayos hacia mi corazón; ilumina con su luz mi entendimiento; enciende con su luz mi voluntad; haz que acabe yo de persuadirme de que vivo engañado todo el tiempo! Sino no lo empleo en amar a Dios sobre todas las cosas, amarte a Ti mi querida Madre y a tus hijos mis hermanos; haz que acabe de persuadirme de que me engaño miserablemente cuando amo a las criaturas más que a mi Dios y cuando no demuestro con mis obras ese amor, amándote a Ti y a mis prójimos.

Amén.


CUARTO DÍA  

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Si un ángel del cielo tiene por honra tan grande suya estar a tus pies que en prueba de su gozo abre los brazos y extiende las alas para formar con ellas un escaño a tu trono. ¿Qué deberé yo hacer para manifestar mi veneración a Ti Madre Mía sino ofrecerte, no ya la cabeza, ni los brazos sino el corazón, y mi alma para que santificándola con tus delicadas plantas se haga trono digno de tu reinado?

Dígnate, Señora, admitir este obsequio no tiene mérito pues grande es mi miseria y mi pobreza, pero me atengo a tu amor y bondad. Te abro mi corazón y verás que no lo mueve otra cosa sino el deseo de ser tuyo y el temor de ofrecer tu Divino Hijo. Forma un tronco en mi corazón y ya no envilecerá dándole entrada a la culpa y haciéndose esclavo del demonio. Haz que no vivan en el sino en Jesús y María.

Amén.


QUINTO DÍA

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¿Qué otro vestido le correspondía a quien en un cielo por hermosura, sino un toldo de estrellas? ¿Con qué podría adornarse una belleza tan celestial sino con los brillos de unas virtudes tan lúcidas y tan resplandecientes como las tuyas? Bendita mil veces la mano de aquel Dios, que supo unir en Ti hermosura tan peregrina, con pureza tan realzada, y gala tan brillante y rica, con humildad tan apacible. Yo quedo, Señora, absorto de tu hermosura tan amable y quisiera que mis ojos se fijaran siempre en Ti para que mi corazón no se dejara arrastrar de otro afecto que no fuera tu maternal amor.

No podré logará este deseo, si esos resplandecientes astros de que estás adornada, no infunden en mí una ardiente y fervorosa caridad, con que ame con todo mi corazón y con todas mis fuerzas a Dios, y después de Dios a Ti mi Madre, mi Reina, mi Señora, a quien todos queremos amar filialmente.

Amén.


SEXTO DÍA

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Qué bien dice a tu realeza ese tapete que la luna forma a tus sagradas plantas! ¡Hallaste con tu vida invicta planta las vanidades del mundo! Y quedando superior a todo lo creado, jamás padeciste el menguante de la más ligera imperfección. Desde el primer instante de tu concepción estuviste llena de gracias. Miserable de mí, Señora, que no sabiéndose mantener en los propósitos que hago, no tengo estabilidad en la virtud, y sólo soy constante en mis viciosas costumbres.

Duélete de mí, Madre amorosa y Tierna, ya que soy muy inconstante en el bien y la virtud, sea como la luna que está a tus pies; esto es, firme siempre en tu devoción y amor para no padecer los menguantes del pecado. Haz que yo esté siempre a tus plantas por el amor y devoción, y ya que no temeré los menguantes del pecado, sino que procuraré darme de lleno a mis obligaciones detestando de corazón todo lo que es ofensa a Dios.

Amén.


SÉPTIMO DÍA 

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Nada veo en éste hermosísimo retrato, que no me lleve a conocer las altas perfecciones de que dotó el Señor a tu alma, Inocentísima. Este lienzo grosero y despreciable; ese pobre, pero feliz ayate en que se ve estampada tu singular belleza, dan claro a conocer la profundísima humildad que manifiesta tu fino y delicado rostro espejo de asombrosa Santidad.

No te desdeñaste de tomar la tilma pobre de Juan Diego, para que el Señor estámpese en ella tu rostro que es canto de los ángeles, hechizo de los hombres y admiración de todo el universo. Pues ¿Cómo no he de esperar yo de tu benignidad que la pobreza y la miseria de mi alma no sea obstáculo para que estampes en ella tu imagen graciosísima? Yo te lo pido, Señora, y para esto te ofrezco mi corazón como si fuera un ayate. Tómalo Señora en tus manos y no dejes jamás, pues mi deseo es que no se emplee en otra cosa que en amarte y amar a Dios.

Amén.


OCTAVO DÍA

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Qué misteriosa y que acertada anduvo la mano del Artífice Supremo, bordando tu vestido con esa orla de oro finísimo que le sirve de guarnición aludió sin duda a aquel finísimo oro de caridad y del amor de Dios con que fueron enriquecidas tus apariciones! ¿Y quién duda, Señora, que sea tu encendida caridad y amor? A Dios estuvo siempre acompañada del amor al prójimo, pues aunque eres nuestra Emperatriz y Reina no te has olvidado de nosotros. Are tu inmaculado corazón lleno de amor a quien es tan miserable, dale la mano a quien caído te invoca para levantarse. Permíteme, Señora, recordar lo que tú misma dijiste a Juan Diego ¿Qué no estás en mi regazo y corres por mi cuenta? Por eso acudo a tu compasión y misericordia maternal.

Amén.


NOVENO DÍA     

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Qué cosa no podrá tu poder de intercesión, cuando tu divino Hijo multiplica por tu medio prodigios admirables! Ni la tosquedad ni lo burdo del ayate fueron obstáculos para estampar en él milagrosamente tu bendita imagen.

Ni la voracidad del tiempo, en más de cuatro siglos, ha podido dejar en ella su huella, ni ha podido desalentar tan poco la fe de tus hijos y por eso, una vez más queremos suplicarte que abras tu corazón maternal y acordándote del amplio poder de intercesión que te dio el Señor para favorecer a los mortales, te dignes pedirle que estampes en nuestros corazones su divina imagen que nuestras culpas han borrado. Que tu piedad y misericordia supera la maldad de nuestras perversas costumbres, dígnate mirarnos, y con esto alentaremos nuestra miseria, nuestra única esperanza, después de Jesús, eres Tú Bendita Madre.

Amén.

GOZOS  

Pues a ser nuestro consuelo
Bajasteis, ¡oh Virgen pura!
De el lleno a nuestra ventura
Subir a adorarte al cielo.

En la tilma retratada
Dejaste tu imagen bella
Para que fuese la estrella
De esta tu América amada;
Por eso en ti asegurada
Tiene su dicha este suelo

De el lleno, etc

Del sol los rayos ardientes
Forman trono a tu grandeza,
Que no eran a tal pureza
Otros adornos decentes:
Venzan tus rayos valientes
De nuestros pechos el yelo:


De el lleno, etc.

Para bordar tu vestido
Han bajado las estrellas,
Porque en tu manto hallan ellas
Firmamento más lúcido:
Tu siempre la estrella haz sido
Que influye nuestro consuelo:

De el lleno, etc.

Tapete forma la luna
A tus plantas sacrosantas,
Porque cree hallar en tus plantas
El lleno de su fortuna:
Padezca el indiano suelo:

De el lleno, etc.

En tosco y grosero ayate
Pintas tu imagen hermosa,
y por honrarme piadosa
A esto tu humildad se abate:
Justo es que mi pecho trate
De agradecer tanto celo.

De el lleno, etc.

Ceñida la real corona
Se ve, oh María en tu cabeza,
Que por Reina te confiesa
Desde la una hasta la otra zona:
Allí de águila te abona
Que hasta Dios levantó el vuelo!

De el lleno, etc.

ORACIÓN
QUE SE HA DE DECIR TODOS LOS DÍAS  

¡Oh Madre amorosísima mía, María Santísima de Guadalupe! Bien lo sabes, Señora, bien sabes que desde mi tierna edad te he mirado y reverenciado como Madre, como abogada y protectora. Tú has querido desde entonces mirarme como uno de tus hijos. Cuantas gracias y mercedes he recibido de Dios, conozco haberlas recibido por tu medio. ¡Qué descuido tan grande el mío! ¡Qué infidelidad tan grosera el no haberte servido y obsequiado con una puntualidad y amor igual a tu bondad! Mas ya desde hoy protesto honrarte, servirte y amarte, como corresponde a un hijo atento, amante y reconocido. No fue otro el fin de tu venida a este suelo, sino hacemos presente, traernos a la memoria el amor, cuidado y solicitud que como Madre tienes de nosotros: pues yo me doy, Señora, por entendido y recurro a ti como madre: no sean parte mis maldades para que apartes de mí los ojos de misericordia. Haz que viva como hijo tuyo, pues no es otro mi deseo sino agradarte y servirte en esta vida y después de ella darte en el cielo los agradecimientos de las misericordias que Dios me ha concedido por tu intercesión.

Amén.

Oración de un enfermo invalido

Señor, nosotros lo enfermos, nos acercamos a ti. Somos los «inútiles» de la humanidad. En todas partes estorbamos. No podemos dar nuestra parte a la economía maltrecha del hogar difícil. Gastamos y consumimos dolorosamente los pobres ahorros en medicinas, en inyecciones, en apresuradas visitas al médico.

Todos sonríen, nosotros lloramos en silencio. Todos trabajan; nosotros descansamos forzosamente. Quietud más fatigosa que la misma labor. No podemos levantar la silla que ha caído, ni acudir a la puerta que llaman, ni abrir la ventana al amanecer…

No nos es permitido soñar; ni amar a una mujer o a un hombre, ni pensar en un hogar, ni acariciar con los dedos de la ilusión las cabecitas de nuestros hijos.

Y sin embargo, sabemos…que tenemos reservada para nosotros una empresa muy grande: ayudar a los hombres a salvarse unidos a ti. Haz, Señor, que comprendamos la sublime fuerza del dolor cristiano. Que conozcamos nuestra vocación y su sentido íntimo.

Recoge Señor, como un manojo de espigas, en tus manos clavadas, nuestra inutilidad, para que les des una eficacia redentora universal.

Amén.

Oración por un niño enfermo

Señor, tú invitaste a los niños a venir hacia ti para poder poner tus manos sobre ellos y para bendecirlos.

Te suplicamos que extiendas ahora tu mano sobre este (a) niño (a) para aliviar su dolor, para librarlo (a) de todas sus dolencias.

Que tu misericordia le devuelva la salud del cuerpo y del alma, a fin de que, con corazón agradecido, pueda siempre amarte y servir siempre a su prójimo. Te lo pedimos a ti, que nos amas y vives por los siglos de los siglos.

Amén.

Amén.

Oración a la Virgen por los enfermos

Quédate Madre mía, a la cabecera de los enfermos, de todos los que, en este momentos, han perdido el conocimiento y van a morir, de los que han comenzado su agonía, de los que han abandonado toda esperanza de curación, de los que gritan y lloran de dolor, de los que no pueden curarse por falta de medios y tienen que estar inmóviles, de los que tendrían que acostarse, y la necesidad los obliga a trabajar, de los que buscan vanamente en la cama una postura menos dolorosa, de los que pasan noches interminables sin poder dormir, de aquellos a los que atormenta el pensamiento de una familia en la miseria, de los que tienen que renunciar a sus más queridos proyectos para el futuro, y, sobre todo, de los que no creen en una vida mejor, de los que se rebelan y maldicen a Dios, de los que ignoran que Cristo sufrió como ellos….

(F. Lelotte).

Oración por un enfermo

Señor Jesús, aquel (aquella) a quien amas está enfermo (a). Tú lo puedes todo; te pido humildemente que le devuelvas la salud.

Pero, sin son otros tus designios, te pido le concedas la gracia de sobrellevar cristianamente su enfermedad.

En los caminos de Palestina tratabas a los enfermos con tal delicadeza que todos venía a ti, dame esa misma dulzura, ese tacto que es tan difícil de tener cuando se esta sano.

Que yo sepa dominar mi nerviosismo para no agobiarle, que sepa sacrificar una parte de mis ocupaciones para acompañarles, si es su deseo.

Yo estoy lleno de vida, Señor, y te doy gracias por ello. Pero haz que el sufrimiento de los demás me santifique, formándome en la abnegación y en la caridad.

Amén.

(F. Lelotte).

Oración por un enfermo grave

Señor Jesús, aquel (aquella) a quien amas está enfermo (a). Tú lo puedes todo; te pido humildemente que le devuelvas la salud.

Pero, sin son otros tus designios, te pido le concedas la gracia de sobrellevar cristianamente su enfermedad.

En los caminos de Palestina tratabas a los enfermos con tal delicadeza que todos venía a ti, dame esa misma dulzura, ese tacto que es tan difícil de tener cuando se esta sano.

Señor, Jesucristo, Redentor de los hombre, que en tu pasión quisiste soportar nuestros sufrimientos y aguantar nuestros dolores; te pedimos por N…, que esta enfermo (a); tú que lo (a) has redimido, aviva en él (ella) la esperanza de su salvación y conforta su cuerpo y su alma. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

(F. Lelotte).

Oración por un enfermo 1

Señor, voy a comenzar un nuevo día, resuenan en mis oídos las palabras que dijiste:

«Aunque la madre olvide a sus hijos, yo jamás te olvidaré». Sé que me miras con cariño Y me amas con ternura, porque estoy enfermo. Estoy debilitado físicamente, estoy preocupado por la enfermedad que se apoderó de mí. A veces, el sufrimiento me hace perder el gusto a la vida. Pero la fe me da la seguridad de que estás a mi lado, para ampararme, para consolarme, y para comunicarme la fuerza necesaria a fin de que no vacile en la hora del dolor y no me desanime en la hora del sufrimiento. Así como la madre demuestra todo su desvelo maternal y su amor cuando el hijo está enfermo, así yo creo, Señor, que tu bondad me va a proteger y guiar durante este día, ya que soy tu hijo y estoy enfermo. Te agradezco la noche que pasé, el descanso que tuve y las horas de vigilia que aproveché para pensar en ti. Te agradezco por el desvelo de aquellos que me cuidaron y me atendieron cuando lo necesite.

Ante la inseguridad que siento al comenzar este nuevo día, confío en ti, ya que todo lo que tengo y lo que soy te pertenece. El deseo de recuperarme y volver junto a mis seres queridos me hará enfrentar todo lo que sea preciso. En el esfuerzo de los que me atienden veré tu mano, Señor, que quiere levantarme y verme restablecido.

Los sacrificios que este día me reserva con tu ayuda quiero soportarlos pacientemente y las alegrías que por ventura siente, quiero compartirlas con quien esté sufriendo conmigo. En mi ansia de ser feliz haré todo lo que se me ordene, con la frente erguida y el ánimo sereno.

Te pido, Señor, que alivies los dolores de los que sufren más que yo. Bendice mi día y acepta mis sufrimientos; te los ofrezco en unión con los sufrimientos del Jesús.

Amén.

(Hilario s.)
En nombre de Jesús

Oración por un enfermo 2

Señor, me coloco delante de Ti en actitud de oración. Sé que Tú me oyes, penetras y ves. Sé que estoy en Ti y que tu fuerza está en mí. Mira este mi cuerpo marcado por la enfermedad. Tu sabes, Señor, cuánto me cuesta sufrir. Sé que Tú no Te alegras con el sufrimiento de tus hijos.

Dame, Señor, fuerza y coraje para vencer los momentos de desesperación y de cansancio. Conviérteme en paciente y comprensivo, simple y modesto. En este momento, te ofrezco todas mis preocupaciones, angustias y sufrimientos, para que yo sea más digno de Ti.

Acepta Señor que yo una mis sufrimientos a los de tu Hijo Jesús que, por amor a los hombres, dio la vida en lo alto de la cruz. Y ahora yo te pido, Señor: ayuda a los médicos y enfermeras a tener la misma dedicación y amor a los enfermos.

Amén.

Oración por un enfermo 3

Padre, Señor absoluto de nuestra vida, enseña a …….(decir el nombre) a aceptar, de todo corazón, el sufrimiento físico o moral con un espíritu de abandono en las manos de tu Providencia, como un don de tu amor y una gracia destinada a enriquecer o purificar su alma, enséñale a aceptarlo libremente, sin quejas ni rencor, con un corazón magnánimo que se recusa a doblarse sobre sí mismo o a retraerse en una tibia resignación, con una fe profunda en la firme convicción de que Tú nos guías por el mejor camino. Y no solamente aceptarlo, sino ofrecerlo en un nudo de amor que desea dar siempre más.

Señor generoso, vengo a pedirte por……..a suplicarte que le des abundancia de gracias para su salud, para su cura total y por su bien espiritual. Quiero unirme a la oración de los que se dirigen a Ti y quiero sustituir el silencio de los que no oran a Ti.

Haz que esta oración exprese, al mismo tiempo la donación más profunda de mí mismo y que ella así sea más ampliamente oída en beneficio de los enfermos.

Amén

Bendición de los enfermos

El Señor Jesús esté a su lado para defenderles, dentro de ustedes, para conservarles, delante de ustedes, para conducirles, atrás de ustedes para guardarles, encima de ustedes, para bendecirles.
El que reina por los siglos de los siglos.

Amén.

Consagración del enfermo a Nuestra Señora

Querida Madre de Guadalupe, espiritualmente quiero alabarte y consagrarme enteramente a ti.

Acéptame así como soy
Acepta cada pulsación .

Oración para pedir por la salud

Padre nuestro, que estás en los cielos, al igual que el sol ilumina la tierra y le da calor y vida, él nos recuerda tu amor. Porque es en ti en quien vivimos, nos movemos y existimos. De la misma manera que has estado entre nosotros muchas veces a la hora de la dificultad, en el pasado, continúa bendiciéndonos ahora con tu ayuda.

Mira, Señor, con bondad lo que se está haciendo en provecho mío. Guía con sabiduría al médico y a todos los que cuidan de mis necesidades. Préstales tu fuerza curativa, para que me sea devuelta la salud y la fortaleza. Y te daré gracias a tu generoso y solícito cuidado. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

Oración para aceptar la voluntad de Dios

Has clavado, Señor, tu cruz sobre mi alma, sobre mi cuerpo, sobre mi corazón. Me ofreces el dolor y de todos los dolores eliges para mí el que tú sabes que más agudamente va a atravesar mi corazón. Ayúdame, Señor, a soportar esta cruz sin amargura, sin abatimiento, sin consideración alguna sobre mí.

(Isabel Leseur) .

Señor, me pongo en tus manos

Has clavado, Señor, tu cruz sobre mi alma, sobre mi cuerpo, sobre mi corazón. Me ofreces el dolor y de todos los dolores eliges para mí el que tú sabes que más agudamente va a atravesar mi corazón. Ayúdame, Señor, a soportar esta cruz sin amargura, sin abatimiento, sin consideración alguna sobre mí.

(Isabel Leseur) .

Señor, hágase tu voluntad

Padre de bondad, yo sufro, estoy postrado y no tengo fuerzas. En estos momentos me es difícil decir: «Hágase tu voluntad». Pero en medio del desaliento, Señor, quiero decir sí a mi estado, a mis sufrimientos, a mi debilidad, a mi pobreza. Quiero aceptar lo mejor posible todo como venido de tus santas manos.

No permitas que mi sufrimiento sea inútil. Quizás alegra a alguien que no te conoce y no te ama o también a quien trabaja y lucha contigo.

El hijo tuyo ha mostrado, sobre la cruz, que el sufrimiento no es inútil. Te agradezco porque me haces comprender este misterio. Bendíceme, Padre: bendice a las personas que me ayudan y me acompañan. Bendice a todos aquellos que sufren como yo. Y, si quieres, concédenos la salud a mí y a los demás.

Amén.

Señor, me creía solo

Yo no te había visto, me creía solo, solo en mi sufrimiento, solo en mi soledad. Y he aquí que la carga parece menos pesada a mis espaldas y sobre todo a mi alma. Y he aquí que mi mano se sentía arrastrada como por otra mano. Y he aquí que ya no estaba solo. Tú estabás allí. Señor, pálido, cansado, jadeante, abandonado como yo…por mí.

Y tu llevabas tu Cruz, una cruz mucho más pesada que la mía; y tú me ayudabas…Al principio no te había visto. Y cuando me siento terriblemente cansado, tampoco te veo y me lamento. Y sin embargo Tú estás allí.

Señor, soy débil

Dios mío, deposito a tus pies mi carga, mis dolores, mis tristezas y mis sacrificios. Transforma todas mis pruebas en gozo y santidad, a favor de los que amo; en gracias para las almas, en preciosos dones para tu Iglesia.

Amén.

(Isabel leseur)

Señor, transforma todos mis sufrimientos

Dios mío, deposito a tus pies mi carga, mis dolores, mis tristezas y mis sacrificios. Transforma todas mis pruebas en gozo y santidad, a favor de los que amo; en gracias para las almas, en preciosos dones para tu Iglesia.

Amén.

(Isabel leseur)

Oración del afligido que acude a Dios

Señor, no me corrijas con ira, no me castigues con cólera. Misericordia, Señor, que desfallezco, cura Señor, mis huesos dislocados. Tengo el alma en delirio, y tu, Señor ¿hasta cuando?. Vuélvete, Señor, liberta mi alma, sálvame por tu misericordia. Porque en el reino de la muerte nadie te invoca, y en el abismo ¿quién te alabará?.

Estoy agotado de gemir: de noche lloro sobre el lecho, riego mi cama con lagrimas. Mis ojos se consumen irritados, envejecen por tantas contradicciones.

Apártense de mi los malvados, porque el Señor ha escuchado mis sollozos, el Señor ha aceptado mi oración. Que la vergüenza abrume a mis enemigos, que avergonzados huyan al momento.

Salmo 6

Invocación a Cristo

Cuando el dolor arrecie:
Me volveré a Cristo
Cuando la inyección duela:
Clamaré a Cristo.
Cuando la nostalgia golpee:
Buscaré a Cristo.
Cuando sobrevenga el miedo:
Me refugiare en Cristo.
Cuando el dolor me venza.
Me pondré en la Cruz con Cristo.
Cuando no me pueda levantar:
Estaré postrado con Cristo.
Cuando pierda una parte de mi cuerpo:
Se la ofrecere a Cristo.
Cuando no pueda dormir.
Vigilaré con Cristo.
Cuando me duela la cabeza:
Pensaré en las espinas de Cristo.
Cuando mi corazón desfallezca:
Recordaré el corazón traspasado de Cristo.
Cuando mis pies no se muevan:
Miraré los pies clavados de Cristo.
Cuando vea correr mi sangre:
Me uniré a la flagelación de Cristo.
Cuando viva abandonado:
Me abandonaré en la soledad de Cristo.
Cuando oiga palabras duras:
Recordaré los insultos dirigidos a Cristo.
Cuando me lleven a operar
Me uniré al vía crucis de Cristo.
Cuando tenga que lamentarme:
Oiré los lamentos de Cristo.
Cuando mi vida decline:
Abrazare la cruz con Cristo
Cuando me sienta morir:
Aceptaré morir con Cristo.
Después, quiero estar siempre con Cristo,
Imitar en todo a Cristo,
Y vivir en El, para siempre.

Amén.

(Hilario s.)

Oración por la Familia

Oh, Dios, que en la Sagrada Familia
nos dejaste un modelo perfecto de vida familiar
vivida en la fe y la obediencia de tu voluntad.

Ayúdanos a ser ejemplo de fe y amor a tus mandamientos.
Socórrenos en nuestra misión de transmitir la fe a nuestros hijos.

Abre su corazón para que crezca en ellos
la semilla de la fe que recibieron en el bautismo.

Fortalece la fe de nuestros jóvenes,
para que crezcan en el conocimiento de Jesús.

Aumenta el amor y la fidelidad en todos los matrimonios,
especialmente aquellos que pasan por momentos de sufrimiento o dificultad.

Unidos a José y María,
te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor.
Amén.

Papa Benedicto XVI
8 de julio de 2006

Oración a la Sagrada Familia

Sagrada Familia de Nazaret: enséñanos el recogimiento, la interioridad; danos la disposición de escuchar las buenas inspiraciones y las palabras de los verdaderos maestros; enséñanos la necesidad del trabajo, de la preparación, del estudio, de la vida interior personal, de la oración, que sólo Dios ve en lo secreto; enséñanos lo que es la familia, su comunión de amor, su belleza simple y austera, su carácter sagrado e inviolable.

Amén.
(Paulo VI) .

Oración por nuestra familia y parientes

Te suplicamos, Jesús, por todos nuestros parientes y seres queridos y te pedimos estar siempre dispuestos a rogar por ellos. Condúcelos a la luz de la verdad, consérvalos siempre en esa verdad, si por dicha y concédeles el don de la perseverancia.

Te pedimos por nuestros parientes, padres y madre; por nuestros hermanos y hermanas, por cada uno de ellos en particular; por nuestros primos y toda nuestra parentela; por nuestros amigos más íntimos; por nuestros maestros y alumnos, por nuestros jefes y patrones, por nuestros servidores y trabajadores; por nuestros socios y compañeros de trabajo; por nuestros vecinos y por nuestros superiores; por todos aquellos que nos quieren bien y por los que no nos quieren; por nuestros enemigos; por nuestros competidores y rivales; por los que nos insultan y calumnian.

Te pedimos por ellos, no sólo en esta vida, sino también en su muerte, para que tengan la dicha de morir en gracia de Dios, para que Dios se digne reducir el tiempo de su expiación y admitirlos a su presencia.

Amén.
(Cardenal Newman)

Oración de la madre que espera un hijo

Te glorifico, Padre celestial, Dios creador, porque hiciste en mí grandes cosas y va a nacer de mí un hijo, fruto de un amor que bendijiste.

Jesús, Hijo de Dios, que me permitiste adorarte pequeñito en el pesebre, Te ofrezco a mi hijito, tu hermano. Enriquécelo con los bellos dones de la naturaleza y de la gracia. ¡Que en la tierra sea él nuestra alegría, y en la eternidad, tu gloria!

Espíritu Santo, cúbreme con tu sombra durante estos benditos meses de espera, a fin de que nada malo pueda pasarle a mi hijito y que su alma esté preparada para convertirse en tu santuario por el bautismo.

Y tú, María, Reina de las madres, asísteme, te lo pido, a la hora del nacimiento de mi hijo. Acepto, desde ahora, todos los sufrimientos que vengan y te pido que los ofrezcas a Dios por mi hijo.

Ángel de mi guarda, santo ángel de la guarda de mi hijo, velen por nosotros.

Amén.

Oración de los esposos que esperan un hijo

Señor, Padre nuestro, tú sabes con cuánta alegría hemos sabido que una nueva vida ha surgido entre nosotros, te damos gracias por este don maravilloso con el que nos has hecho partícipes de tu divina paternidad.

Tú sabes la trepidación que se vive en la espera, te pedimos, Señor que vigiles y protegas esta pequeña y delicada vida, este cuerpo y esta alma llenos aún de misterio, para que llegue sana a la luz del mundo y a la nueva vida del Bautismo.

Madre de Dios, Santa María de Guadalupe, a tu corazón de madre confiamos ya desde ahora este hijo nuestro.

Amén.

Oración de agradecimiento después del nacimiento de un hijo

La hora crítica ha pasado: tu paternal asistencia, Señor, ha resuelto en alegría nuestra ilusionada espera.

Un niño nos ha nacido: la alegría de tu nacimiento se renueva en nuestro hogar. ¡Gloria a ti, Señor, en los cielos y paz para nosotros!

Mientras te damos gracias, te consagramos también nuestro hijo: Tú nos lo has dado; lo custodiaremos como tuyo. Ayúdanos a recibirlo y educarlo como hijo de bendición.

Amén.

Oración en el cumpleaños de un hijo

Te damos gracias, Señor, porque has bendecido nuestra casa y nos has confiado este(a) hijo(a).

Una vez más lo(a) ponemos en tus manos paternales. Guíalo(a) y condúcelo(a), bajo la protección de … , su santo patrono, juntamente con nosotros, a la felicidad eterna.

Hazlo fuerte, leal, generoso, para que su vida difunda un hálito de bondad y alegría. Que manifieste a todos la belleza de la vida cristiana.

Amén.

Oración de los padres por un hijo pequeño

Señor Jesús, que quisiste un día ser también niño, protege a nuestro hijo…,(Nombre) fruto de nuestro amor, fuente de nuestra alegría, esperanza de nuestra vida.

Tú que dejabas a los pequeños que se acercaran a ti cuando estabas en la tierra, y los bendecías, bendice también al nuestro y no permitas que su inocencia sea profanada por el mal.

Haz que crezca, según tu ejemplo, en edad, sabiduría y gracia, acércanos a su inocencia; haz que veamos tu rostro en sus ojos y que en él reencontramos nuestra infancia, con todas sus promesas.

Que nuestro hijo nos enseñe a ser niños también a nosotros, para entrar en el reino de los cielos.

Amén.

Oración por los hijos que van a la escuela

Divino Salvador, que te sentaste junto con los maestros de la ley, te confiamos nuestros hijos mientras están en la escuela. Infunde en ellos el espíritu de sabiduría; abre sus inteligencias, a fin de que te conozcan cada día más, y aprendan los conocimientos que necesitan para su vida terrena y eterna.

Concédeles las virtudes de la obediencia y la diligencia. Que aprecien y amen a sus maestros y compañeros. Y que día tras día crezcan como tú en edad, sabiduría y gracia ante Dios y ante los hombres.

Amén.

Oración de los padres por el porvenir de los hijos

Señor, tú conoces a cada uno y a cada uno llamas por su nombre, y das a cada hombre una vocación para llegar a la salvación, para darte gloria y para ser una ayuda a los hombres sus hermanos.

Ha llegado también para nuestro(a) hijo(a) el momento de descubrir el camino que has señalado para él(ella). Ilumina su mente con tu luz, sostenlo(a) con tu fuerza, para que no se contente con un ideal fácil.

Ilumínanos también a nosotros, sus padres, para que le ayudemos a reconocer su vocación y a realizarla generosamente, sin poner impedimentos a su libertad y sin oponernos a tu guía interior.

Amén.

Bendición de los padres en la boda de un hijo

El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob esté siempre con ustedes, y les llene de bendiciones.

Que él mismo lleve a término en ustedes su bendición. Que vean los hijos de sus hijos, hasta la tercera y cuarta generación, y que después, sin fin, alcancen la vida eterna. Que a su santa bendición añada Dios la de tu madre y mía.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Amén.

Oración por un hijo ausente

Nuestro hijo, Señor, es también tuyo; está alejado de nosotros, pero está contigo y tu paternidad nos consuela. En ti permanecemos unidos.

Tu ves lo que nosotros no vemos; tu eres amorosamente providente. Aleja de él todo peligro. Protégelo ahora que está lejos de casa. Confiamos en ti, porque eres el mejor de los padres.

Amén.

Oración de los padres por los hijos

Señor Padre todopoderoso, te damos gracias por habernos dado estos hijos. Es una alegría para nosotros, y las preocupaciones, temores y fatigas que nos cuestan, las aceptamos con serenidad.

Ayúdanos a amarlos sinceramente, através nuestro has hecho surgir su vida; desde toda la eternidad tú los conocías y amabas.

Danos sabiduría para guiarlos, paciencia para instruirlos, vigilancia para acostumbrarlos al bien mediante nuestro ejemplo.

Fortalece nuestro amor para corregirlos yhacerlos más buenos. ¡Es tan difícil a veces comprenderlos!, ser como ellos nos desean, ayudarlos a hacer su camino!    Enséñanos tú, Padre bueno,

Por los méritos de Jesús, tu Hijo y nuestro Señor .

Amén.

Oración de la madre por los hijos

Oh Señor, toma bajo tu protección los hijos que tu me has dado. No permitas que te ofendan con el pecado: elígelos para el cielo.

Salva a quienes les dimos la vida. Ayudame a respetar y amar la vocación que les has designado. Te los ofrezco ya desde ahora con alegría y con reconocimiento profundo.

Perdona, Señor, mis debilidades y suple mis carencias, para que pueda cumplir lo más dignamente mi misión en la familia y en la sociedad.

Sostén a toda mi familia en el espíritu de fe, en la paz, y en la unidad del amor y haz que nos encontremos unidos contigo eternamente.

Amén.

Oración de los esposos

Señor, Jesús, tú nos has unido por el sacramento del Matrimonio. Te damos gracias.

Gracias por todas las alegrías que nacen de la recíproca comunión; gracias por nuestros hijos y por la paz de nuestro hogar. Te pedimos: que mantengas vivo cada día, nuestro amor; no permitas que se pierda a causa de la monotonía o de la actividad de la vida. No permitas que jamás nos falte algo que comunicarnos y que vivamos el uno junto al otro como extraños.

Enséñanos como podemos cada día avivar nuestra vida en común y haz que siempre sepamos perdonarnos y que podamos siempre ayudarnos en nuestras decisiones.

Danos fuerza para poder enfrentarnos juntos a todas las penas. Como a todas las pruebas. Señor, te pedimos que renueves en cada uno de nosotros, cada día, tu amor.

Amén.

Oración para concebir un hijo

Señor Dios creador del género humano cuyo Hijo, por obra del Espíritu Santo, quiso nacer de la Virgen María, para redimir y salvar a los hombres, librándolos de la deuda del antiguo pecado; atiende los deseos de esta hija tuya, que te ruega bendigas su seno, para que pueda concebir un hijo.

Acuérdate de tu misericordia que es más grande que los cielos y bendícela como lo hiciste con la Señora santa Ana madre de la Virgen María, con santa Isabel madre de san Juan Bautista, con Anna la madre de Samuel y con Sara la esposa de Abraham, madre de Isaac.

Amén.

Oración del Conductor

Al tomar asiento y colocar mis manos al
Volante del vehículo, te imploro, Dios y Señor.

Para que seas tú la Luz que preceda en mi caminar.

Pon en mi mente el buen entendimiento de tu.

Amor para frenar mis impulsos y cuidar en tu nombre mi vida, la de los míos y la de mis semejantes.

Dame la serenidad para recordarte en todo momento y cúbreme con las suaves alas de tu infinita misericordia. Amén.

Virgen Santa, Madre de Dios y Madre mía. Auxilio de los cristianos, que has realizado y sigues realizando tantas maravillas, te suplico con todo el fervor de mi alma, me cuides y guíes por el buen camino.

Amén.

Oración del Campesino

Señor, cuando trabajo la tierra con mis brazos o con ayuda de la técnica para que dé los frutos, cuando participo responsablemente en el cuidado del mundo que nos has dado y en la construcción de nuestra sociedad, hazme comprender, Dios mío, que cumplo tu voluntad de dominar la tierra, de perfeccionar la creación, y de progresar en mi vida.

Hazme entender que, al mismo tiempo, es necesario que ponga en práctica el gran mandamiento de Cristo de servir a todos mis hermanos en la realización de un mundo más humano.

Amén.

Oración por los Maestros

Señor, te pedimos por los que nos educan. Haz que encuentren en Ti la fuerza de comenzar cada día con entusiasmo renovado por la labor, que nuestro descuido y abandono hace a veces tan ardua.

Que tu amor fortalezca la bondad, que a veces nuestra malicia está a punto de arruinar; concédeles la luz, que guíe nuestros impetus generosos y nuestras secretas aspiraciones; para que junto a ellos aprendamos cómo debemos amarte y como se edifica, en el trabajo cotidiano, la eterna catedral de Dios.

Amén.

Oración por el Periodista

Señor, he aquí que me has puesto en el camino de ser misionero de tu luz y tu verdad en el medio de la prensa.

Concédeme pues, el don de satisfacer en todos, la nobilísima necesidad de la inteligencia por conocer la verdad el acontecer humano. Para que al hacerlo con respeto y oportunidad, esté ensanchando cotidianamente los dominios de la verdad y preparando a las voluntades los dominios al servicio del bien.

Haz que informe para construir.

Que provoque la risa con el fin trascendente de evitar el llanto.

Y que llegue a ser desde las columnas del periódico, ese maestro, ese obrero, ese soldado, ese hermano del pueblo de cuya misión se espera orientación y enseñanza.

Entonces Señor, haz que mi trabajo esté inspirado en la Luz de tu Verdad y en la ley de tu justicia; para que así, logre hacer ágil lo que es sólido, hacer atractivo lo que es serio, hacer alegre lo que sorpresa apasionante de la últimas noticias.

Tú que eres el Camino, la Verdad y la Vida, dame todo eso Señor, para que pueda realizar mi misión de periodista.

(Jesús Pavio Tenorio)

Oración del Apóstol

Señor, tú has dicho, que debemos ser la sal de la tierra.
La sal da sabor a los alimentos.

Ella impide que la corrupción penetre o sea extendida.
Pero, si ha de ser útil, tiene que conservar su fuerza.

Señor, yo debo ser la sal de la tierra; debo comunicar a los hombres gusto por la vida, atrayéndolos a tu servicio; debo enseñarles que el trabajo, unido al tuyo, no es amargo, ni el sufrimiento, ni la pobreza, ni la incomprensión.

Oración en el aniversario de un difunto

Señor, verdadero y único Dios por quien se vive, al conmemorar el aniversario de la muerte de tu hijo (a) N…, te pedimos, por intercesión de Santa María de Guadalupe, que derrames sobre él (ella) tu misericordia y le concedas participar del premio de tus elegidos. Por Jesucristo Nuestro Señor.

Amén.

Oración por el padre difunto

Dios nuestro, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra; acuérdate en tu misericordia de tu siervo (N…), que en el mundo ha sido padre amoroso con nosotros. Lleva su alma a la paz eterna y concédele allí el premio de su amor y abnegación.

Tú Señor, ves el dolor de su esposa y la orfandad de sus hijos; te pedimos por intercesión de Santa María de Guadalupe que protejas a los que hemos quedado huérfanos en la tierra para que vayamos creciendo en cuerpo y alma. Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

Oración por la madre difunta

Señor Jesucristo, Hijo de Dios, que quisiste tener una madre en la tierra, la Virgen María; mira con ojos de compasión a tu sierva N…, a quien has llamado del seno de nuestra familia.

Y por intercesión de Santa María de Guadalupe, bendice el amor que siempre nos tuvo en la tierra, y haz, que desde el cielo, pueda seguir ayudándonos. Toma bajo tu protección misericordiosa a nosotros a quienes ella ha tenido que abandonar en la tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

Oración por el cónyuge difunto

Señor, ábre los brazos de tu misericordia, a mi esposo (a) y confórtame con la firme esperanza de reunirme un día con el compañero (a) de mi vida en la plenitud de tu amor eterno. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

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Oración por un hermano, o un pariente o bienhechor difuntos

Dios nuestro, fuente de perdón y de salvación, por medio de Santa María de Guadalupe y de todos los santos, concede a mi hermano (a) N.., (pariente N., bienhechor N.), que ha salido ya de este mundo, alcanzar la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

Oración de los padres por un hijo difunto

Recibe, Señor, el alma de nuestro (a) hijo (a) que has querido llamar cerca de ti: concédele por intercesión de Santa María de Guadalupe que, libre de toda culpa, llegue a participar de la vida eterna y de la luz que jamás terminará, y pueda unirse a los santos y elegidos en la gloria de la resurrección. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

Oración por un joven difunto

A ti, Señor, que eres el dueño de la vida humana, y quien dispone su término, te encomiendo a N.., cuya temprana muerte me aflige, para que su juventud vuelva a florecer junto a ti, en tu casa y para siempre. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

Oración por un niño difunto

Señor, tú que conoces la pena que me embarga por la muerte de este (a) niño (a) N.., anímame con el pensamiento de que ya vive feliz, junto a ti, en la gloria eterna. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

Oración por todos los difuntos

Dios todopoderoso, por la muerte de Jesucristo, tu Hijo, destruiste nuestra muerte; por su reposo en el sepulcro santificaste las sepulturas y por su gloriosa resurrección nos restituiste la vida a la inmortalidad. Escucha nuestra oración por aquellos que muertos en Cristo y consepultados en él, anhelan la feliz esperanza de la resurrección.

Concede, Señor de vivos y muertos, a cuantos en la tierra te conocieron por la fe, alabarte sin fin en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Oración por un familiar o amigos difuntos

Autor de la vida y Señor de los difuntos, acuérdate de tu siervo(a) N…, que ha comido tu Cuerpo y bebido tu Sangre y ha ido al descanso confiado en ti.

Cuando vengas con majestad, acompañado de tus ángeles, resucítalo(a) de su sepulcro y sácalo(a) del polvo, revístelo(a) con traje de honor y colócalo(a) a tu derecha, para que contigo entre en la morada del cielo y alabe tu bondad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

Oración por un ser querido difunto

Señor, que tu infinita bondad nos consuele en el dolor de esta muerte inesperada e

Dios mío, te has llevado la persona que más amaba en este mundo; pero tú lo has querido así, cúmplase en todo tu santísima voluntad. El gran consuelo que me queda es la esperanza de que tú la hayas recibido en el seno de tu misericordia, y que te dignarás algún día unirme con él (ella).

Si la entera satisfacción de sus pecados lo(la) detienen aún en las penas sin que haya ido todavía a reunirse contigo, yo te ofrezco por él (ella) todas mis oraciones y buenas obras, principalmente mi resignación ante esta pérdida; haz, Señor, que esta resignación sea entera y digna de ti.

Amén.

Oración por un difunto que ha padecido una larga enfermedad

Señor y Dios nuestro, que concediste a nuestro (a) hermano (a) N.., mantenerse fiel a ti en su larga enfermedad y seguir el ejemplo de la paciencia de tu Hijo, concédele también alcanzar el premio de tu gloria. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

Oración por un difunto que ha muerto en accidente o repentinamente

Señor, que tu infinita bondad nos consuele en el dolor de esta muerte inesperada e ilumine nuestra pena, con la firme confianza de que nuestro (a) hermano (a) N…, vive ya feliz en tu compañía. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

Oración de un joven por sus padres

Señor, esta vida joven, que yo siento bullir en mi sangre, viene de mis padres, tú les comunicaste tu fuerza creadora y yo vine al mundo,  los días van pasando y yo encuentro mayor energía en mi alma y en mi cuerpo, mientras veo a mi padre que se va gastando en el trabajo.

Este trabajo, Señor, ha hecho el milagro de mi juventud, los días van pasando y yo encuentro mayor gozo de vivir en mi alma y en mi cuerpo,  mientras veo a mi madre que se va consumando por el cuidado de sus hijos.

Es esa solicitud, Señor, ha hecho el milagro de mi alegría. Ellos me han enseñado a amarte y a tenerte por amigo recompénsalos tu mismo, Dios todopoderoso, todo lo que han hecho por mí consérvalos jóvenes de alma, sé tú su consuelo. Y extiende sobre nuestra familia tu mano poderosa para que, unidos, vayamos pasando de esta casa a la casa que nos has preparado en el cielo.

Amén.

Oración de la joven en sus XV años

Señor Dios, creo en ti con todas las fuerzas de mi ser y por eso te ofrezco mi juventud: guía mis pasos, mis acciones, mis pensamientos.

Concédeme la gracia de vivir tu Mandamiento nuevo, para amar a mis hermanos por ti.

Que tu gracia en mí no resulte vana
te lo pido por Jesús, tu Hijo, mi Salvador
¡oh María, Madre mía!

Ante ti presento mi ofrenda al Señor
sé para mí el modelo de mujer fuerte
toma mi corazón y hazme digna hija de Dios

Amén.

Oración del joven adolescente

¡Señor! Te llamo desde mi soledad…
para los mayores a veces soy «una cosa cualquiera»
para mi mismo, «un enigma», ¡Que edad la mía!
río locamente y lloro al instante.

Me acobardo y ambiciono, amo y odio,
no comprendo la vida, ni me comprendo a mi mismo.
Y los mayores tampoco comprenden mi situación,
a ti, que fuiste adolescente, ofrezco mis alegrías,
mis ilusiones.

Mis dudas, mi dolor, mis primeros fracasos.
dame tu luz, tu gracia y tu amor
los necesito.¡ Tu luz!
para ver claro mi camino, mi futuro, mis posibilidades,
mi imitación.

Amén.

Oración para ser un buen estudiante

Señor, recuérdame con frecuencia,
La obligación que tengo de estudiar.
Hazme responsable:

Que santifique mi trabajo de estudiante.
Que prepare bien mi misión en la vida.
Que sepa agradecer el privilegio de poder estudiar.
Que me capacite a conciencia.
Que haga rendir mi juventud.
Que haga una buena sementera en mi inteligencia.
Dame humildad para echarme en cara la negligencia
Con que cumplo a veces mis tareas.

Dame valentía y constancia para aprovechar
todos los instantes en el estudio.
Enséñame a estudiar con método,
A leer con reflexión, a consultar a los que saben más
para, el día de mañana, ser útil a mis hermanos
y un verdadero dirigente de la humanidad.

Amén.

Oración del joven por ella

Tú sabes, Madre, que en mi juventud nueva,
Ha nacido en mi frente una estrella.
Y por eso…

Hoy vengo a pedirte por ella.
Por aquella muchacha que ha de ser mi esposa.
Guárdala en tu regazo pura y bella,
libre del cieno inmundo,
y en sus ojos claros…una luz misteriosa.
Yo en cambio:

Te prometo conservarme con tu ayuda
digno de ella.

Ser luminoso y viril, como una antorcha.
limpio como una estrella.

Como un lirio altivo montando mi guardia.

Amén.

Oración de los novios

Señor que eres amor, y fuente de todo amor, Tú que conoces el corazón de los jóvenes, Tú has puesto en nuestro corazón la capacidad de amar y ser amado, Tú sabes que las pasiones hacen olvidar el verdadero sentido del amor y que tenemos que luchar para conservar un corazón puro y amante.

Concédenos, no envilecer el amor, haznos comprender todo el egoísmo que se esconde a veces en esta palabra, danos un amor limpio y sencillo, enséñanos la dignidad del amor.

No permitas que jamás profanemos en el pensamiento, en el corazón, en el cuerpo, este don de vida que nos has confiado, bendice y purifica nuestro amor para que, si es tu voluntad, algún día lleguemos a ser esposos y padres.

Amén.

Oración para la cura del alma

Señor Jesús, Te pido por mi alma. Las consecuencias del pecado se reflejan en ella. Por eso muchas veces me siento nervioso e irascible, impaciente y vengativo. La malas costumbres ya se enraizaron en mi alma.

Quedaron las cicatrices de las heridas que me dificultan amar al prójimo. Me volví muy desconfiado por causa de las experiencias que acumulé. Purifica, o Señor, mi subconsciente. Penetra en él con tu luz para que las tinieblas no lo envuelvan.

Con el poder de tu gracia, toca lo más profundo de mi alma que está amarrada a las cosas materiales, de donde provienen mis miedos. Purifícame para que mi espíritu esté más abierto a Ti. Cúrame de la desconfianza que pueda tener de Ti y de tu palabra.

Te pido, Señor Jesús, que me cures de toda conmoción negativa y de los traumas oriundos de los fracasos y planes no realizados. Purifícame de toda tiniebla interior y cuida de las heridas que se encuentran en la médula de mi subconsciente. En el poder de tu nombre, Jesús, y de acuerdo con tu Palabra, ahora mismo yo aniquilo todo raciocinio y todo orgullo que se levantan en mí contra el conocimiento de Dios y esclavizo todo pensamiento y lo reduzco a la obediencia a Ti. (II Co 10,5).
Te pido además, Señor Jesús, que mi alma sea renovada por el poder de tu Santo Espíritu y de tu Palabra y que solamente lo que sea verdadero, noble, justo, puro, amable, de buena fama, virtuoso y digno de alabanza ocupe mis pensamientos (Flp 4,8)

Que tu paz, que sobrepasa toda inteligencia, guarde mi corazón y mis pensamientos en Cristo Jesús (Flp 4,7).

Ruego, ahora por las personas espiritualmente enfermas y sumergidas en problemas. Alíviales las cargas y cura las llagas originadas en su enfermedad espiritual.

Protege a los niños y a los jóvenes que recibieron esta triste herencia. ¡Libéralos de las depresiones, miedos, neurosis y de todos los problemas psíquicos! Cura también a los que se quedaron psíquicamente enfermos por causa de la falta de éxito en la familia, en la escuela o empleo. Aparta de ellos cualquier idea de suicidio y líbralos de cualquier pensamiento opresor.

¡Jesús, sé Tú el único Señor de nuestra alma! Libera con tu sangre preciosa a las personas que practican el ocultismo y la hechicería, cuyas consecuencias las llevan a la oscuridad y a la muerte espiritual. ¡Restituye a las almas la paz y la serenidad! Amén.

Ruegan por nosotros, Oh Virgen María de Guadalupe, madre de Dios y nuestra. En nombre de Jesús. Amén.

Oración para la cura interior

Jesús mío:

Vengo hoy a pedirte la cura de mis recuerdos, de todo aquellos que viví y quedo guardado en mi inconsciente y que me ha atormentado.

Tú me conoces y sabes la causa de cada problema que traigo en mi interior.

Ven, Jesús, y cura estos recuerdos, los momentos en que me sentí rechazado, desanimado, ignorado hasta por aquellos que más amaba.

Cúrame de los sentimientos de odio, rencor, disgusto y falta de perdón que, muchas veces, se reflejan en mi cuerpo, causando dolores y enfermedades físicas.

De los momentos de peligro que viví y que me tomaron una persona miedosa e insegura, cúrame Señor.

¡Oh Señor, son tantos los traumas y marcas que traigo en mi mente…y solo Tú puedes curarme!.

Por eso Te pido: lava mi mente en tu sangre, dame tu cura y lléname de tu paz.

Desde ahora, Te alabo y agradezco, pues creo que estás actuando en mí ahora y que seré, en Ti, una nueva criatura.

¡En el poder de tu nombre, Jesús!

Oración de intercesión por la cura interior de alguien

Señor Jesús :

Te pido que entres en el corazón de…(citar el nombre) y toques aquellas experiencias de vida que necesitan curarse.

Tú conoces mucho mejor a…de lo que él se conoce a sí mismo.
Derrama pues, tu amor en todos los rincones de su corazón.

Donde quiera que lo encuentres herido, tócalo, consuélalo, libéralo.
Si él se siente solo, abandonado, rechazado por la humanidad, concédele, mediante tu amor regenerador, una nueva conciencia de su valor con persona.

Jesús,
Te entrego a…..totalmente a Ti: su cuerpo, mente y espíritu y Te agradezco por restaurar su integridad.

Gracias, Señor.

Amén. ¡Aleluya!

Oración para la cura interior y física

Señor Jesucristo, creo que eres el Hijo resucitado y glorioso de Dios Padre y que estás aquí entre nosotros, vivo e intercediendo por mí amándome y queriendo ayudarme. A ti me entrego, confiante, ¡Porque sé que quieres curarme y eres omnipotente para hacerlo!

Señor Jesús, Te lo ruego: perdona mis pecados, fallas y omisiones y cura, principalmente en mí, mis malos hábitos. Quiero, con tu gracia, perdonar a los que me ofendieron y afligieron.

Jesucristo, mi Dios y mi Amigo, en este instante Te acepto como mi amado Salvador y Señor, único dueño de todas las áreas de mi ser, de todo lo que soy y poseo.

Jesús, mi Señor y Rey, Te pido que entres ahora en mi vida y permanezcas conmigo según lo prometiste: «Estaré siempre contigo, hasta el fin de los tiempos.» Yo creo en tu Palabra.

Señor Jesús, yo Te entrego, en este momento, mi mente, mi voluntad y toda mi vida, pues quiero que seas el centro de mi vivir, sin que el egoísmo sea más el centro de mi vida.

Mi redentor y mi Hermano, muéstrame el propósito maravilloso que tienes para mi vida en este mundo y en la eternidad. Yo acepto el plan amoroso y salvador del Padre eterno para mí.

Mi Señor y mi Dios, dame tu paz y tu poder, para que pueda agradarte en todos mis actos, aceptar mis condiciones actuales y futuras que bondadosamente planeas.

Señor Jesús, renuévame totalmente, porque sé que es ésta tu voluntad para mí ahora.

Te agradezco, mi Señor y mi Dios, porque me estás curando y ungiendo con tu poder infinito y tu eterno amor, que cura y salva. Te agradezco tu gran interés por mí, porque sé que tu salvación se extiende a todas las áreas de mi ser para curarme.

Jesús mío, Te lo pido: pasea por los corredores de mi mente, de mi subconsciente e inconsciente, borrando todos los recuerdos dolorosos e irrigando totalmente con tu sangre salvadora tanto mi cerebro cuanto todas las demás áreas que carecen de salud.

Salvador mío, creo en tu promesa de que a todos los que Te reciben en el corazón Tú les das el poder de convertirse en Hijos de Dios Padre (Jn 1,12). Creo que en este instante recibí el Espíritu de adopción filial, renací como hijito de tu Padre celestial, y lo ama como a mi eterno Padre.

Jesucristo, Señor todopoderoso del universo, creo también que Dios Padre nos da la vida eterna cuando Te aceptamos como Salvador, porque la fuente de la vida sin fin y de la salud está en Ti, en el poder de tu Cruz, aceptada por Ti para nuestra salvación y eterna felicidad.

Sé, mi buen Jesús, que sufriste la Pasión por amor a mí y Te agradezco mucho por tu grande amor.

¡Señor Jesús, sálvame y retírame de en medio de la tristeza para que celebre alegremente tu santo Nombre de  Redentor y Libertador del universo y me gloríe en la alabanza del Padre celestial!

¡Mi Señor y Salvador Jesús, creo que resucitaste y estás, en este instante, sentado a la derecha del Padre celestial, en tu trono de gloria, intercediendo por mí y por los que amas! ¡Jesús, Hijo de David, Te necesito, ven a curarme, a salvarme, a liberarme de todo mal!

¡Señor Jesús, creo que en este instante me has liberado de toda enfermedad y Te lo agradezco!

¡Jesús, mi Señor y mi Dios, Te pido que también cures a todas las personas que sufren!

Amén. ¡Aleluya!
¡Alabemos al Señor!
¡Gloria a Ti, Señor Jesucristo!

Ruega por mí, Oh Virgen Santa María de Guadalupe y envuélveme en tu manto de protección !

Oración para la cura del cuerpo

Jesús, tus manos y tus pies fueros traspasados. Traspasado también fue tu lado. Todo fue traspasado para que fuésemos sanados, para que nuestro cuerpo, templo del Espíritu Santo, fuese purificado.

Jesús, por tu paciencia en los sufrimientos ¡danos la cura! Sana de la impaciencia a nuestros enfermos y a los que los socorren. Tú sabes que sufriendo se pierde la calma. Devuélvenos el amor, para que podamos soportar el dolor, como Tú mismo lo soportaste.

¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de nosotros!
Jesús obedecías al Padre, oías su Palabra y lo glorificabas con tus labios. Restitúyenos los oídos y el habla.

Oh María de Guadalupe, como Madre cariñosa, envuélvenos, prepáranos, lávanos y purifícanos, para que estemos preparados para servir a nuestro Señor y que seamos disponibles entre nosotros.

(Rezar: Padrenuestro, Avemaría y Gloria)

Ave María

Dios te salve, María, llena eres de gracia.
El Señor está contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte,

Amén.

Acuérdate

Acuérdate, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorado tu asistencia y reclamado tu socorro, haya sido abandonado de ti.

Animado con esta confianza, a ti también acudo, oh Madre, Virgen de las virgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a presentarme delante de ti. No desprecies, oh Madre del Verbo, mis humildes súplicas; antes bien, escúchalas y acógelas favorablemente.

Amén.

Salve

Dios te salve Reina y Madre de misericordia,
Vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.

A ti clamamos los desterrados hijos de Eva.
A ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra:
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos;
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!

Ángelus

Guía: El ángel del Señor anunció a María.
Todos: Y concibió por obra del Espíritu Santo.

Se reza un Ave María.

Guía:  He aquí la esclava del Señor.
Todos: Hágase en mí según tu palabra.

Se reza un Ave María

Guía: El Verbo se hizo carne.
Todos: Y habitó entre nosotros.

Se reza un Ave María

Guía: Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios..
Todos: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén

Oremos: 
Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el anuncio del ángel la Encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y cruz, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

Bajo tu Amparo

Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios.

No desprecies las súplicas
que te dirigimos en nuestras necesidades;
antes bien líbranos de todos los peligros,
oh Virgen gloriosa y bendita.

Magníficat

Mi alma glorifica al Señor
y mi espíritu se llena de gozo en Dios, mi salvador,
porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones,
porque ha hecho en mí cosas grandes el que todo lo puede.

Santo es su nombre
y su misericordia llega de generación en generación
a los que le temen.

Ha hecho sentir el poder de brazo:
dispersó a los de corazón altanero,
destronó a los potentados
y exaltó a los humildes.

A los hambrientos colmó de bienes
y a los ricos despidió sin nada.

Acordándose de su misericordia,
auxilió a Israel, su siervo,
como lo había prometido a nuestros padres,
a Abraham y a su descendencia para siempre.

Stabat Mater

La Madre estaba de pie)

1
La Madre piadosa estaba junto a la cruz, y lloraba
mientras el Hijo pendía;
cuya alma triste y llorosa, traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.

2
¡Oh cúan triste y afligida estaba la Madre herida,
de tantos tormentos llena, cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba del Hijo amado la pena!

3
¿Y cúal hombre no llorara si a la Madre contemplara
de Cristo en tanto dolor?
¿Y quién no se entristeciera, Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?

4
Por los pecados del mundo, vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.

5
¡Oh dulce fuente de amor hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que, por Cristo amado, mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.

6
Y, porque a amarlo me anime, en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora, divide conmigo ahora
las que padeció por mí.

7
Hazme contigo llorar y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo;
porque acompañar deseo en la cruz, donde lo veo,
tu corazón compasivo.
8
¡Virgen de vírgenes santas!, llore ya con ansias tantas
que el llanto dulce me sea;
porque su pasión y muerte
tenga en mi alma de suerte que siempre sus penas vea.

9
Haz que su cruz me enamore y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio;
porque me inflame y encienda y contigo me defienda
en el día del juicio.

10
Haz que me ampare la muerte de Cristo,
cuando en tan fuerte trance, vida y alma estén;
porque, cuando quede en calma el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria.

Amén.

Reina del Cielo

Regina caeli (Oración Pascual)

Reina del cielo, alégrate, aleluya.
Porque el que mereciste llevar en tu seno, aleluya.
Resucitó, como dijo, aleluya.
Ruega a Dios por nosotros, aleluya.

Guía: Gózate y alégrate, Virgen María, aleluya.
Todos: 
Porque verdaderamente resucitó el Señor, aleluya.

Guía: Oremos: Dios nuestro, que con la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has alegrado al mundo, concédenos, por la intercesión de su madre, la Virgen María, obtener los gozos de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.

Todos: Amén

Alma Redentoris Mater

Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu Santo creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.

Ave Regina Caelorum

Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas las más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.

Señor, Dios de paz, escucha nuestra súplica, porque hemos intentado muchas veces y durante muchos años resolver nuestros conflictos con nuestras fuerzas, y también con nuestras armas: tantos momentos de hostrilidad y de oscuridad; tanta sangre derramada; tantas vidas destrozadas por la violencia, la inseguridad, los secuestros, los desaparecidos: tatas esperanzas abatidas…

Ayúdanos Señor.
Danos tú la paz, enséñanos tú la paz, guíanos tú hacia la paz.

Escucha nuestra oración por nuestra patria México, en estos momentos difíciles, para que la sensatez y la honestidad de los gobernantes y de los ciudadanos nos alcancen la reconciliación, la concordia, la justicia y la paz.

Colocamos en el corazón de tu madre Santa María de Guadalupe nuestra súplica.

Te lo pedimos por Jesucristo Jesús nuestra Paz.

Está basado en los siete grandes acontecimientos de los primeros días de la gran revelación Guadalupana. Cada una de las consideraciones corresponde a cada uno de esos hechos y se reza como cada misterio del Rosario clásico; tiene algunas jaculatorias apropiadas. Podría ser utilizado cada día 12 de cada mes aunque no se leyera todo el texto del Nican Mopohua cuya numeración, apropiada para cada consideración, está señalada en el enunciado de cada acontecimiento.

Primera consideración:

La Santísima Virgen María se aparece a Juan Diego
En el Tepeyac por primera vez (NM 1-39).

Guía: El centro de la narración de este primer encuentro de María Santísima con Juan Diego está en la manifestación cariñosa que hace de Dios y de sí misma. Viene a presentársenos como Madre cariñosa que quiere atendernos. Para esto pide una casita sagrada, un templo, en donde podamos acercarnos a Ella para así poder atendernos en nuestras aflicciones, penas y necesidades, pues nos dice que es Nuestra Piadosa Madre. Pero su manifestación más clara es darnos a conocer y a amar al verdaderísimo Dios por quien se vive, al Creador de los rostros y corazones, al Dador de la vida. Ella, pues, es la primera que anunciará eficazmente a Dios en toda América, y será el modelo de toda evangelización.

En esta primera consideración, trataremos de descubrir el amor de Dios por nosotros que se nos quiere entregar, que nos quiere dar a María como Madre y a los demás como hermanos.

Un Padre Nuestro y diez Ave Marías.
Jaculatoria:
Guía: Mi corazón en amarte eternamente se ocupe,
Todos: Y mi lengua en alabarte,
Madre mía de Guadalupe.
Canto.

Segunda consideración:

Primera entrevista de Juan Diego con

el obispo y segunda aparición (NM 40-67).

 

Guía: En esta consideración vamos a contemplar cómo Juan Diego va con el Señor obispo a llevarle el mensaje de la Virgen, él lo oye con atención pero no le cree; le dice que vuelva otro día. Regresa Juan Diego con la Virgen, muy desalentado y triste, y ya no quiere hacer el servicio. Le pide a Ella que mande a otro más cualificado que él. La Virgen le dice que es muy importante que sea él quien haga el servicio y lo vuelve a enviar. Juan Diego se siente confortado para cumplir el encargo de la Virgen y se va a cuidar a su tío Juan Bernardino.

 

Un Padre Nuestro y diez Ave Marías.
Jaculatoria:
Guía: Con María, Nuestra Madre, conocemos, amamos y seguimos a Jesús.
Todos: Con Ella aprendemos a ser hermanos de todos.
Canto.

Tercera consideración:

Segundo encuentro de Juan Diego

con el obispo y tercera aparición (NM 68-93).

Guía: Juan Diego, confortado por la Virgen el sábado en la tarde va a atender a su tío, y en la mañana del Domingo 10 de Diciembre, acude a Misa a Tlatelolco y de allí se va con el obispo. Se comunica con él con dificultad y le ruega que quiera aceptar el mensaje de la Virgen. El obispo pide una señal para confirmar que María lo envía. Para vigilar con quién habla, el obispo manda a unos de sus empleados a seguir a Juan Diego, pero no logran seguirlo hasta el final. Juan Diego se encuentra con la Virgen hacia el atardecer y le dice el recado del obispo. Ella lo cita el lunes para darle la señal que pide aquél.

Un Padre Nuestro y diez Ave Marías.

Jaculatoria:
Guía: Mi corazón en amarte,
eternamente se ocupe,
Todos: Y mi lengua en alabarte, Madre
mía de Guadalupe.
Canto.

Cuarta consideración:

Cuarta aparición y entrega de las rosas

a Juan Diego (NM 94-142).

Guía: Después de que Juan Diego dejó a la Señora del cielo, el domingo 10 en la tarde se fue adonde vivía con su tío Juan Bernardino. Lo encontró tan grave que el lunes 11 se quedó con él para atenderlo y buscarle algún remedio; por eso no pudo ir a la cita con la Virgen. El martes 12 salió antes del amanecer hacia Tlatelolco para ir por un sacerdote que atendiera a su tío con los Sacramentos. Dio un rodeo para no pasar por el lugar donde la Virgen se le había aparecido, pues pensaba que tal vez lo estaría aguardando y él tenía prisa para ir a México. Sin embargo, la Madre de Dios le sale al paso, le pregunta qué le pasa y se le manifiesta como Madre cariñosísima. Le dice las palabras más bellas: l

«Escucha, ponlo en tu corazón
hijo mío, el menor, que es nada
lo que te asusta y aflige; no se
turbe tu corazón; no temas esta
enfermedad ni otra alguna enfermedad y angustia.
¿ No estoy yo aquí, que soy tu Madre?
¿No estás bajo mi sombra? ¿No
soy yo tu salud? ¿No estás por
ventura en mi regazo? ¿Qué

más necesitas?» (NM 118-119).

Con estas palabras lo consuela, y le da las rosas como señal para el obispo y lo manda feliz con éste.

Un Padre Nuestro y diez Aves Marías.
Jaculatoria:
Guía: Con María, Nuestra Madre,
conocemos, amamos y seguimos
a Jesús.
Todos: Con Ella aprendemos a ser
hermanos de todos.
Canto.

Quinta consideración:

Juan Diego ante el obispo por
tercera vez; la señal de las rosas
y la impresión de santa María
de Guadalupe en el ayate de

Juan Diego (NM 144-191).

Guía: Después de haberse encontrado con la Virgen y de que Ella le dio las rosas como señal de que quería una casita sagrada –un templo- para atendernos allí, Juan Diego se va muy contento por la calzada del norte hacia México. Llega a ver al obispo, pero siguen las dificultades. Los empleados no quieren anunciar su presencia. Por curiosidad, se dan cuenta de que Juan Diego trae algo importante y se lo dicen al obispo quien lo recibe. Juan Diego le narra todo lo acontecido y le dice que le trae la señal para comprobar que es cierto que lo envía la Señora del Cielo. Al desenrollar el ayate caen las rosas y, en ese momento, se hace la estampación de María en el ayate. El obispo se convierte, llora y hay gran alegría entre todos, quienes admiran a la Virgen y oran ante Ella. El señor obispo la pone respetuosamente en su oratorio. Todo el día y la noche se queda Juan Diego en la casa del obispo.

Un Padre Nuestro y diez Aves Marías.

Jaculatoria:
Guía: Mi corazón en amarte
eternamente se ocupe,
Todos: Y mi lengua en alabarte,
Madre Mía de Guadalupe.
Canto.

Sexta consideración:

Encuentro de Juan Diego Y Juan
Bernardino. Testimonio de su curación
ante el obispo.

El nombre de Guadalupe (NM 192-211).

Guía: Al día siguiente de la estampación de la imagen en el ayate y de la entrega de las rosas, Juan Diego, el señor obispo y la comitiva van a ver el lugar en donde la Virgen quiso que le hicieran su casita. Una vez decidido el sitio, Juan Diego pide permiso para ir a ver a su tío. Va una comitiva con él. Juan Bernardino se asombra de que honren tanto a Juan Diego y le cuenta cómo la Virgen lo sanó y cómo Ella le dijo que lo había mandado con el obispo para que le diera la señal. Después le dice que la Virgen quiere que la nombren Santa María de Guadalupe. Le contó cómo Ella le dijo que fuera a dar testimonio al señor obispo de lo ocurrido. Así, van, tío y sobrino con el señor obispo quien recibió el testimonio y los hospedó unos días en tanto fue construida la primera casita de María en el Tepeyac.

Un Padre Nuestro y diez Aves Marías.

Jaculatoria:
Guía: Con María, nuestra Madre,
conocemos, amamos y seguimos
a Jesús.
Todos: Con Ella aprendemos a ser
hermanos de todos.
Canto.

Séptima consideración:

El traslado de la imagen de
Nuestra Señora de Guadalupe
desde México-Tenochtitlán al

Tepeyac (NM 212-218).

Guía: Después de que pasaron los primeros días de las apariciones, el obispo Zumárraga, ante la cantidad de gente que quería ver a María, tuvo que trasladar la imagen de su oratorio particular a la iglesia mayor. Después de terminar la ermita y pasar la fiesta de Navidad, el 26 de diciembre de ese mismo año, Juan Diego, el obispo, Juan Bernardino y todo el pueblo de Dios-vencedores, vencidos, clero, diferentes razas y etnias- hacen un traslado apoteótico de la imagen. Van miles y miles por la calzada del norte que va desde la isla mayor, Tenochtitlán, hasta el Tepeyac. Imaginémonos ese traslado grandioso entre cantos, alegrías y la primera manifestación tumultuosa y de regocijo que se da en México después de la conquista.
Los indígenas salen ataviados con sus vestiduras de fiesta para vivir la alegría desbordante de encontrarse juntos con el verdaderísimo Dios por quien se vive, el Hijo de María que los ha venido a visitar por medio de su Madre. Todo tipo de instrumentos musicales, de adornos, de cantos, danzas y hasta arcos, flechas y lanzas relucen en este glorioso traslado. Dejémonos transportar por la imaginación y el amor a ese momento, y acompañemos a los indígenas, criollos, algunos negros y los primeros mestizos que tuvieron la dicha de vivir estos acontecimientos. Ese día, además, hubo un gran milagro público pues un indígena fue muerto accidentalmente por un compañero en una escaramuza festiva.

Cuando pasó María en andas muchísimos hicieron oración junto con Juan Diego y el obispo, y resucitó el muerto. Esto ayudó a que todo el Acontecimiento Guadalupano se difundiera más rápidamente por todas partes y que muchísimos se – convirtieran y pidieran el bautismo.

Un Padre Nuestro y diez Ave Marías.
Jaculatoria:
Guía: Mi corazón en amarte eternamente se ocupe,
Todos: Y mi lengua en alabarte,
Madre mía de Guadalupe.
Canto.
Un Padre Nuestro y tres Ave Marías y

la Salve..

NOTA: En el Nican Mopohua está el relato solamente del primer breve traslado de la Imagen; hay otros relatos complementarios indígenas del siglo XVI, Como el Nican Motecpana, que nos permiten ubicar mejor lo que pasó en esos días tan especiales.  

I. Rito de Introducción

Antífona de Entrada
Celebrante.- En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
TODOS.- Amén.

1.- SALUDO.
1ª. Forma:

C. La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes.
T.- Y con tu Espíritu.

2.- ACTO PENITENCIAL.

El sacerdote invita a los fieles al arrepentimiento.
C.- Hermanos, para disponernos a celebrar estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados.

1ª. Forma;

Se hace una breve pausa en silencio. Luego hacen todos en común la confesión de sus pecados.
Yo confieso ante Dios todo poderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión;

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos, y a ustedes hermanos, que intercedáis por mí ante Dios Nuestro Señor.

C.- El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
T.- Amén.
C.- Señor, ten piedad.
T.- Señor, ten piedad.
C.- Cristo, ten piedad.
T.- Cristo, ten piedad.
T.– Señor, ten piedad.
C.– Señor ten piedad.

3.- GLORIA.
4.- ORACIÓN COLECTA.

El contenido a alternar va aquí, pulsa el botón editar para cambiar este texto.

II. Liturgia de la Palabra

1.- PRIMERA LECTURA.
2.- SALMO ALELUYA.
3.- EVANGELIO.
4.- CREDO.

Creo en un solo Dios.
Padre todo poderoso, creador del cielo y la Tierra.
De todo lo visible y lo invisible.

Creo en un sólo Señor, JESUCRISTO, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero, de Dios verdadero.

En engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre por quien todo fue hecho; que  por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo, se encarnó de María Virgen y se hizo hombre.

Y por nuestra causa fue crucificado, en los tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue sepultado y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre, y de nuevo vendrá con gloria, para juzgar a vivos y muertos y su Reino no tendrá fin.

Creo en el ESPÍRITU SANTO, Señor y Dador de Vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo, recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia, que es una Santa Católica y Apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro Amén.

5.- ORACIÓN DE LOS FIELES.

III. Liturgia de la Eucaristía Ofrenda del Pan

C.- Bendito seas, Señor Dios del universo, por éste pan, fruto de la tierra y del Trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos, él será para nosotros pan de vida.
T.- Bendito deas por siempre, Señor.

OFRENDA DEL VINO.

C.- Bendito seas, Señor Dios de Universo, por éste vino, fruto de la vida y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos, él será para nosotros bebida de salvación.
T.- Bendito seas por siempre, Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.

Prefacio

C.- El Señor éste con vosotros.
T.- Y con tu espíritu.
C.- Levantemos el corazón.
T.- Lo tenemos levantado hacia el Señor.
C.- Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
T.- Es justo y necesario…

Hay prefacios opcionales.
De acuerdo al mensaje.

ORACIÓN EUCARÍSTICA II

Este es el Sacramento de nuestra Fe.
O bien: Misterio de Fe.

IV. Rito de Comunión

Padre Nuestro.

C.- Fieles a la recomendación del Salvador, y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:
O bien:

Unidos en el amor de Cristo, por el Espíritu Santo que hemos recibido, dirijámonos al Padre con la oración que el Señor nos enseñó:
O bien:

Oremos confiadamente al Padre con las palabras que nos enseñó nuestro Salvador:

T.- Padre Nuestro, que estás en el cielo,
Santificado sea tu nombre;
Venga a nosotros tú Reino;
Hágase tu voluntad en la Tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
Perdona nuestras ofensas;
Como también nosotros perdonamos
A los que nos ofenden;
Y no nos dejes caer en la tentación
Y líbranos del mal.

C.- Líbranos, Señor de todos los males, y concédenos la paz en nuestros días, para que ayudados por tu misericordia, vivamos libres de pecado y protegidos de toda perturbación, y aguardando la venida gloriosa de Jesucristo, nuestra esperanza.

El pueblo concluye la oración, diciendo:

T.- ¡Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor!

UNIÓN DE PAZ

C.- Señor Jesucristo, que dijiste a tus Apóstoles: “La paz os dejo, mi paz os doy”, no tomes en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

T.- Amén.
C.- La paz del Señor sea siempre con vosotros.
T.- Y con tu espíritu.
C.- Daos fraternalmente la paz.

FRACCIÓN DEL PAN

El sacerdote deja caer en el cáliz una parte de la hostia, en señal de la resurrección de Jesucristo, diciendo:

C.- Que el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en éste cáliz, sean prenda de vida
eterna par quienes vamos a recibirlos.

Mientras tanto se canta o se dice:

T.- Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo:
Ten piedad de nosotros.
T.- Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo:
Ten piedad de nosotros.
T.- Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo:
Danos la paz.

C.- Señor Jesucristo, hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre y cooperación del Espíritu Santo, diste con tu muerte vida al mundo, líbrame por éste tú Cuerpo y ésta tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal, concédeme vivir siempre apegado a tus mandamientos y jamás permitas que me separe de Ti.
O bien:

Señor Jesucristo, que ésta comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre que me atrevo a recibir no sea para mí, causa de condenación, sino que por tu piedad me aproveche  para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.

El sacerdote hace genuflexión, toma la hostia y, sosteniéndola un poco elevada sobre la patena, vuelto hacia el pueblo, dice en voz alta:

C.- Éste es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.

T.- Señor yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanar mi alma.

COMUNIÓN  

El sacerdote comulga el cuerpo y la sangre de Cristo. Después toma la patena o el copón, se acerca a los que van a comulgar, presenta a cada uno de ellos la hostia y elevándola un poco, dice:

C.- El cuerpo de Cristo.
T.- Amén.

ANTÍFONIA DE LA COMUNIÓN
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN 

V. Rito de Despedida

C.- El Señor esté con vosotros.
T.- Y con tu espíritu.

El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:

C.- La Bendición de Dios todo poderoso, Padre+, Hijo+ y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros.
T.- Amén.
C.- Vayamos en paz. La Misa ha terminado.
T.- Demos gracias a Dios.

«Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en misión por el mundo»

Padre nuestro, Tu Hijo Unigénito Jesucristo resucitado de entre los muertos encomendó a sus discípulos el mandato de «id y haced discípulos a todas las gentes»
Tú nos recuerdas que a través de nuestro bautismo somos partícipes de la misión de la Iglesia.
Por los dones de tu Santo Espíritu, concédenos la gracia de ser testigos del Evangelio, valientes y tenaces, para que la misión encomendada a la Iglesia, que aún está lejos de ser completada, pueda encontrar manifestaciones nuevas y eficaces que traigan vida y luz al mundo.
Ayúdanos a hacer que todos los pueblos puedan experimentar el amor salvífico y la misericordia de Jesucristo, Él que es Dios y vive y reina contigo, en la unidad del Esóritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén

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