Semana Santa y Pascua 2021
¡Felices Pascuas de Resurrección!
DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA
11 de abril de 2021
OCTAVA DE LA PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
5 al 10 de abril de 2021
DOMINGO DE LA PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
4 de abril de 2021
DOMINGO DE LA PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR. Misa de las 12:00 h.
Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por S.E.R. Mons. Héctor Mario Pérez Villareal, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México
Como dijimos en el salmo: Hoy celebramos el día del triunfo del Señor y no cualquier triunfo; la resurrección no es un evento más que podamos recordar y permanecer iguales.
Yo quisiera que comprendiéramos que lo que estamos celebrando hoy es lo que yo llamo el tercer acto de un solo amor; porque el amor de Dios se ha manifestado en este triduo sacro, el jueves nos decía San Juan: ya habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo y así comenzaban este acto de amor, un solo acto de amor en tres momentos… La última cena, donde Jesús se manifiesta servidor de todos, la crucifixión, el segundo acto donde Jesús ama hasta el extremo (no puede dar más por nosotros porque entregó su vida por nosotros) y después este tercer momento que es el acto del padre, la palabra del padre sobre todo lo que había pretendido Jesús.
Fíjense como en el evangelio que escuchamos el día de hoy hay una tumba vacía y dos miradas sobre esa tumba vacía, dos interpretaciones sobre esa tumba vacía; la primera la de maría Magdalena, ella va, mira, ve una tumba vacía, la tumba donde habían puesto a su Señor y lo que ella dice es ¡Se lo robaron! Y después dice que va corriendo a decirle a los discípulos, vienen Pedro y el otro discípulo que se cree que es Juan y también miran lo mismo que miró María Magdalena… una tumba vacía y unos lienzos puestos doblados a un lado ¿y se acuerdan que dice el evangelio? Y entonces aquél discípulo vio y después creyó.
Qué diferencia hay entre la mirada de María Magdalena y la mirada de este discípulo, de Juan; la diferencia está y él mismo lo dice, en que para él la tumba vacía tenía un mensaje, no era la ausencia de Cristo, sino la presencia de su victoria. Esa tumba vacía para Juan significaba que todo lo que había hecho Jesús que es lo que escuchamos en la primera lectura, dice: Él era un hombre bueno, ungido de dios, pasó haciendo el bien, les predica Pedro en aquél entonces… sanando a todos los oprimidos, porque Dios estaba con Él. Entonces imagínense ustedes que ven a este hombre maravilloso haciendo el bien, amando a los demás, perdonando, tocando a los leprosos, integrando a todos a la comunidad y decía la gente “es que hace tanto bien, habla con tanta sabiduría, actúa con tanta fuerza del espíritu” por eso cuando lo vieron crucificado dijeron: entonces nada de esto era cierto, se acabó todo.
La resurrección es la palabra del padre que dice, como lo atestigua Juan: que todo lo que Él hizo venía de Dios y era de Dios; de tal manera que podemos brincar con gozo y decir, todo lo que Jesús pretendió (amar, perdonar, integrar, acercarnos a Dios como sus hijos) todo eso era verdad, ¡eso era la resurrección! pero no queda ahí porque la resurrección también es, además del sí del padre es una experiencia que nos invita a todos nosotros a vivirla.
Fíjense lo que dice la segunda lectura de San Pablo a los Colosenses “Puesto que han resucitado con Cristo” y yo me quedé cuando leí esto dije a ver, a ver, pues le está hablando a los que ya murieron y resucitaron o qué… no, les está hablando a los vivos y les dice: ustedes ya resucitaron con Cristo y yo me preguntaba cuando leía esto ¿viviremos como resucitados? En serio nosotros también seremos capaces de vivir como resucitados, porque quien ha sido bautizado en el nombre de Cristo ha muerto con Él y resucitado con Él, de tal manera que no es nada más esperar la resurrección cuando nosotros terminemos en una tumba; desde hoy la resurrección se puede vivir, desde hoy nuestras actitudes pueden ser distintas, nuestra manera de mirar debe de cambiar, la tumba vacía la miró María Magdalena y salió llorando porque se lo habían robado, la tumba vacía la vio Juan y creyó.
Entonces ¿qué significa la tumba vacía el día de hoy? significa todos estos signos de desesperanza que hay en nuestro corazón, toda esta muerte que hemos tristemente experimentado entre nosotros, entre nuestros seres queridos, estos enfermos que no terminan de sanar y que tiene a nuestros corazones en la zozobra, esta dificultad económica que muchos estamos pasando a causa de la pandemia, esa es la tumba vacía.
Y si yo les preguntara ¿cómo quieren mirar la pandemia? y decir: Dios nos ha abandonado o quieren mirar la pandemia y experimentar este sufrimiento y sentir el Señor nos está acompañando. El resucitado es el que se atreve a ver la vida ahí donde parece haber muerte, es el que se atreve a llevar el perdón ahí donde hay odio, es el que se atreve a hacer vida, la pretensión de Cristo amar no solamente a quien me ama; sino amar a nuestro enemigo, de creer en la vida por encima de la muerte y de creer en la paz por encima del pecado.
Ahora si les pregunto hermanos y hermanas: ¿Cómo quieren mirar su vida después del resucitado? Con signos de muerte, con un corazón aquejumbrado, con un corazón que no puede caminar más porque la realidad la supera o con el corazón y la mirada de esperanza, con la que Juan hoy nos da testimonio como podemos mirar la vida.
¡Cristo ha resucitado! La muerte no tiene la última palabra, el pecado no tiene la última palabra… la última palabra la tiene Jesucristo que es nuestro Dios, es nuestro Señor y nosotros tenemos que creer en Él. Por eso queridos hermanos, si Cristo no hubiera resucitado, nada tendríamos que hacer aquí, pero como Cristo ha resucitado venimos con gozo.
No saben el gozo que da ver estas bancas semi-llenas o digámoslo así, sanamente llenas, con la sana distancia; el año pasado a mí me tocaba iniciar como obispo, a mí me ordenaron el año pasado, tenía unas semanas y mi primer semana santa como obispo la pasé sentado aquí concelebrando con el Cardenal y los demás padres viendo estas bancas vacías, había tres cámaras nada más.
Ver el día de hoy estas bancas sanamente llenas, ver la fila de gente que quiere venir a darle gracias a Dios por la vida, por la fe, por la esperanza que vinimos todos a darle gracias a Nuestra Madre Santísima que no nos ha dejado solos y que con su maternal afecto nos acompaña; eso hermanos, hermanas es la resurrección, eso es gozo, eso es alegría y eso es lo que yo quisiera invitarlos a que celebremos el día de hoy… “Cristo no ha permanecido muerto, ha resucitado”, esa es nuestra fe, esa en nuestra esperanza y esa es la alegría que hoy compartimos juntos.
Que así sea.
Audio de la Homilía
Video de la Misa Completa
DOMINGO DE LA PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR. Misa de las 10:00 h.
Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el M. Iltre. Sr. Canónigo Mons. Salvador Martínez Ávila, Vicario Episcopal de Guadalupe, Rector de la Basílica de Santa María de Guadalupe
Estimados hermanos, Cristo ha resucitado verdaderamente y nosotros hemos resucitado con Él.
Este es el mensaje más importante de este domingo en que celebramos la Pascua y considero que la frase de San Pablo a los Colosenses “Nuestra vida está escondida con Cristo en Dios” refleja la manera en que la resurrección de Cristo interviene en nuestras vidas, interviene en lo cotidiano.
En estos últimos días, jueves, viernes, sábado santo hemos celebrado que Cristo padeció y murió para redimirnos, para salvarnos de la causa más profunda del fracaso humano que es el pecado. En primer lugar es importante no engañarnos pensando que el fracaso humano más profundo radique en el sufrimiento físico, como si erradicar el sufrimiento físico fuera el objetivo de la humanidad, no es verdad, o que radique en la no realización de los propios sueños o ideales tampoco ahí está el peor de los fracasos. Lo único que realmente desquicia el camino de los individuos y de la sociedad en su conjunto es el pecado que nos lleva a la muerte verdadera, a la muerte eterna.
Ahora bien, afirmamos el día de hoy que Cristo ha vencido a la muerte en todos los sentidos, en la muerte física porque Él ha resucitado, a la muerte eterna porque Él ha reconciliado, ha perdonado nuestros pecados.
Así es que Cristo nos ofrece la plenitud de vida, pero esta plenitud de vida, también hay que reconocerlo y hay que tenerlo siempre presente, no está totalmente manifiesta en nosotros, todavía es una vida que está escondida. En este mundo tenemos destellos, tenemos momentos luminosos; pero todavía no la manifestación plena de ese Jesús glorioso.
Por este motivo es necesario en primer lugar, no desesperar, sino más bien ser perseverante en cultivar costumbres, modos de ser, modos de sentir y de pensar propios de la vida resucitada con Cristo; por eso San Pablo dice que nuestra vida, la vida de resucitados en el presente está escondida, no se ha manifestado totalmente, ha esto serviría recordar lo que le pasó a María Magdalena y que lo leeremos en esta semana.
María Magdalena después de haber visitado el sepulcro vacío, estaba llorando, se quedó llorando afuera del sepulcro; entonces se le presenta Jesús, no lo reconoce… Señor si tú te lo llevaste, dime donde lo pusiste, donde dejaste el cadáver, al menos el cadáver, con eso me conformo para seguir llorando. Entonces Jesús se le manifestó y le dijo por propio nombre “María”, entonces María se queda transformada con todo su corazón, con toda su alegría, con todo su amor, abraza a Jesús ¡Maestro mío!
Jesús acepta esa manifestación de cariño, de amor, pero le dice: María, suéltame, ahora lo que tienes que hacer es ir a comunicarles a los demás que yo subo a mi padre, que yo voy a mi Dios y a nuestro Dios y entonces María sale de la presencia de Jesús, ya no está con Jesús pero su vida, la vida de María quedó transformada porque ahora es vida con Cristo, gozosa, profundamente contenta, a María le salían rayos, María estaba en una circunstancia exactamente igual que Cristo resucitado no, pero la vida de Cristo ya estaba en ella, misteriosamente escondida con Cristo en Dios.
Eso es lo que Dios quiere hacer en nosotros, muchas veces hay gente que nos pregunta: ¿de que te sirve ir tanto a la iglesia? ¿a poco te dan dinero? ¿cuáles son los beneficios? muéstramelos para que yo también vaya, no, así no es … y por eso San Pablo en la segunda lectura dice: no son bienes de la tierra, no se trata de estar obsesionados por este tipo de cosas, lo que recibimos no es ciertamente una ganancia material, si por esto viniéramos, seríamos más bien dignos de lástima; nosotros venimos a celebrar a Cristo, a encontrarnos con Cristo resucitado y como María, a ser alimentados por esa presencia que nos ama tanto, que nos habla por muestro nombre y que entonces veníamos llorando, pero salimos escondidos con Cristo en Dios que es el que nos da la vida.
Los efectos o frutos de esta vida son la alegría, la paz, la comunión fraterna, la justicia, la libertad de conciencia para obrar el bien y rechazar el mal, la generosidad, el buen humor y cosas por el estilo; cosas de arriba, no de abajo.
Estos son los destellos de nuestra vida escondida con Cristo en Dios. Si este género de vida está prendiendo en nosotros, vayamos entonces a la vida cotidiana e iluminemos con nuestras obras y nuestras palabras los ambientes donde vivimos y así, es como la resurrección de Cristo se harán más patente, saneando, revitalizando nuestras familias y también a nuestra sociedad en su conjunto.
Amén
Audio de la Homilía
Video de la Misa Completa
SÁBADO SANTO
3 de abril de 2021
SOLEMNE VIGILIA PASCUAL
Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el Emmo. Sr. Cardenal Carlos Aguiar Retes, Arzobispo de la Arquidiócesis Primada de México.
Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza y creo Dios al hombre a su imagen, a imagen suya lo creó; hombre y mujer los creó.
¿Por qué y para que fuimos creados a semejanza divina? La respuesta correcta y central solo la encontramos en la persona de Jesucristo, Él es la cabeza de toda la creación, según lo revela San Pablo en la carta a los Colosenses.
Cristo es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura, porque en Él fueron creadas todas las cosas, todo lo ha creado Dios por Él y para Él; Cristo existe antes que todas las cosas y todas tienen en Él su consistencia. Dios en efecto, tuvo a bien hacer habitar en Él toda la plenitud y por medio de Él reconciliar consigo todas las cosas.
En una primera etapa, Dios se preparó un pueblo para que fuera testigo de sus intervenciones mediante las cuales una y otra vez liberaba a su pueblo elegido, mostrándole su amor y misericordia como hemos escuchado en la lectura del éxodo, cuando los liberó de la esclavitud de los egipcios; el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este que secó el mar y dividió las aguas. Los Israelitas entraron en el mar y no se mojaban, mientras las aguas formaban una muralla a su derecha y a su izquierda.
Este paso atravesando el mar para llegar a la tierra prometida, quedó en la memoria hasta nuestros días en la celebración de la pascua; pero el pueblo elegido una y otra vez le fue infiel a Dios. Después de varios siglos, Dios le anunció la renovación del hombre viejo al hombre nuevo con una transformación del corazón, que sería obra del Espíritu divino como hemos escuchado en voz del profeta Ezequiel.
Los rociaré con agua pura y quedarán purificados, los purificaré de todas sus inmundicias e idolatrías, les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu nuevo, arrancaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne; les infundiré mi espíritu y los haré vivir según mis preceptos y guardar y cumplir mis mandamientos, habitarán en la tierra que di a sus padres, ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios.
La transformación prometida por el profeta Ezequiel anunciando el plan de Dios se ha realizado en nosotros con la incorporación a Cristo mediante la gracia del bautismo como lo explica Pablo en la lectura que hemos escuchado.
Hermanos, todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús por medio del bautismo, hemos sido incorporados a su muerte en efecto fuimos sepultados con Él en su muerte para que así como Cristo resucitó de entre los muertos para la gloria del padre; así también nosotros llevemos una vida nueva.
Busquemos a Jesús y superemos nuestros temores así tendremos la más grata sorpresa de encontrarnos con Cristo; María Magdalena, María la madre de Santiago y Salomé se dirigieron al sepulcro por el camino se decían unas a otras… ¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro? Al llegar, vieron que la piedra ya estaba quitada a pesar de ser muy grande, entraron en el sepulcro y vieron a un joven vestido con una túnica blanca y se llenaron de miedo; pero él les dijo: No se espanten, buscan a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado… no está aquí, ¡ha resucitado!
No busquemos a Cristo en la muerte si no en la vida, no tengamos miedo de ver nuestras fallas, nuestros fracasos, nuestros sufrimientos, que son pequeñas muertes; una y otra vez constatan nuestra fragilidad, pero en Cristo somos una y otra vez renovados y fortalecidos. La resurrección y la vida lanza a la evangelización, a la transmisión de la buena nueva porque la vida nueva hay que anunciarla para constatar con los frutos del anuncio que la hemos recibido; por eso, el ángel les indica a María Magdalena, a María madre de Santiago y a Salomé: ahora vayan a decirle a sus discípulos y a Pedro, el irá delante de ustedes a Galilea, allá lo verán como él les dijo.
Ahora, en lugar de buscar a Jesús en el sepulcro, en nuestras fallas, en nuestros pecados, debemos atender la indicación del ángel y buscarlo en Galilea, es decir, en la cotidianidad de nuestra vida. Galilea era la cotidianidad de Jesús, ahí es donde debemos dar testimonio y proclamar con nuestra vida que Cristo está vivo, que el Espíritu Santo nos acompaña, que la comunidad de discípulos de Cristo, somos prolongadores de la presencia de Dios en el mundo, para que el mundo se salve y tenga vida y vida en abundancia.
Esta noche, es la noche para encender nuestro entusiasmo evangelizador, iluminando nuestra vida con la luz de Cristo; para eso hemos encendido el cirio pascual que simboliza la presencia de Jesús resucitado.
Esta es la noche en que hemos recordado la historia de la salvación, de la intervención del Hijo de Dios, encarnándose y asumiendo la condición humana para mostrarnos el amor misericordioso de Dios Nuestro Padre.
Esta es la noche para renovar nuestras promesas bautismales y recibir el rocío del agua bautismal, recordando nuestra condición de hijos adoptivos de Dios.
Esta es la noche en que las tinieblas son vencidas por la luz de Cristo resucitado con gran entusiasmo.
Proclamemos nuestra fe y demos testimonio que Cristo vive en medio de nosotros.
Amén
Audio de la Homilía
Video de la Misa Completa
MEDITACIÓN MARIANA
VÍA MATRIS
OFICIO DE LECTURA Y REZO DE LAUDES
VIERNES SANTO
2 de abril de 2021
MEDITACIÓN PÉSAME A LA VIRGEN
CELEBRACIÓN LITÚRGICA DE LA PASIÓN Y MUERTE DEL SEÑOR
SERMÓN DE LAS 7 PALABRAS
Audio de la Homilía
Video de la Completo del Sermón de las 7 Palabras
Video del Concierto "Las 7 Últimas Palabras de Cristo"
REZO DEL SANTO VÍA CRUCIS
OFICIO DE LECTURA Y REZO DE LAUDES
JUEVES SANTO
1 de abril de 2021
MISA SOLEMNE DE LA CENA DEL SEÑOR Y HORA SANTA
RECEPCIÓN DE LOS SANTOS ÓLEOS
REZO DE LAUDES Y CELEBRACIÓN "IN MEMORIAM" POR LOS SACERDOTES DIFUNTOS
CELEBRACIÓN COMUNITARIA DE LA PENITENCIA
Lunes Santo, 29 de marzo de 2021
Martes Santo, 30 de marzo de 2021
Miércoles Santo, 31 de marzo de 2021
DOMINGO DE RAMOS DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
28 de marzo de 2021
Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el M. Iltre. Sr. Canónigo Mons. Salvador Martínez Ávila, Vicario Episcopal de Guadalupe, Rector de la Basílica de Santa María de Guadalupe
Acabamos de escuchar buena parte de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo en el Evangelio de San marcos.
Lo primero que quisiera es motivarlos, invitarlos a ustedes queridos hermanos y hermanas a que ahí en nuestro hogar, ahí en nuestra casa normalmente hay una biblia, en otros años cuando no había pandemia, pues contábamos con las hojitas dominicales y podíamos leerlo ahí; pero ahora ahí en sus biblias, en sus misales , en sus anuales o en sus misales mensuales a releerlo a mirarlo y volverlo a mirar, y entonces también contemplarlo, empezar a sintonizar con cada uno de aquellos que participaron, que tuvieron parte en este acontecimiento, porque en buena medida algo nos toca de cada quien.
Escuchamos la voz del narrador como quien mira en una pantalla, como quien ve en una televisión que algo sucede desde fuera; si, sucedió hace 2 mil años, al leer nuestro texto, al escuchar la palabra proclamada, somos espectadores, sin embargo, también escuchamos la voz de la sinagoga, la voz del pueblo, la voz que gritó en el Domingo de Ramos ¡OSANA, BENDITO EL QUE VIENE! pero que también gritó el Viernes Santo ¡CRUCIFÍCALO! algo también tenemos de ellos, en algo también debemos identificar consientes y humildes de que muchas veces nos hemos entusiasmado con lo que Dios nos pide, y en otras ocasiones lo hemos abandonado y condenado a muerte. Por eso los invito a releer, los invito a volver a saborear, a no quedarme nada más como espectador, como si fuéramos narradores; sino verdaderamente asumir, sí, yo también soy de ese pueblo.
Y lo más importante, escuchamos la voz de Jesús, Jesús viene y se hace presente en nosotros, no solamente entre nosotros, sino en mí, yo también en muchas ocasiones abre pronunciado esas mismas palabras… ¿porque parece que estás lejos?, ¿porque parece que nos has abandonado? no es lo mismo gritarlo a solas, no es lo mismo gritarlo aislado, que gritarlo en la persona de Jesús. Lo primero me puede llevar a la desesperación y al suicidio, lo segundo me lleva a la comunión, me lleva a la verdad, me lleva a morir con Cristo, para resucitar con Cristo.
Tal vez muchos en estos tiempos en que ha faltado el trabajo, muchos en que ha habido pérdidas de familiares, de amigos, podrán reconocerse en la persona de Jesús; solo, triste, sin oportunidades, juzgado por lo que no es y condenado injustamente.
Audio de la Homilía
Video de la Misa Completa
MISA CRISMAL Y RENOVACIÓN DE PROMESAS SACERDOTALES
26 de marzo de 2021
En la Basílica de Santa María de Guadalupe, se llevó a cabo este viernes 26 de marzo la Solemne Misa Crismal, presidida por el Cardenal Carlos Aguiar Retes, Arzobispo Primado de México, una Celebración Eucarística que tradicionalmente se realiza en Jueves Santos esta vez, debido a la pandemia que estamos viviendo y para evitar contagios, se adelantó respetando las medidas sanitarias y con un aforo reducido de sacerdotes y sin la presencia de fieles.
Durante la Misa Crismal se renovaron las promesas sacerdotales, se bendijeron los santos óleos que se utilizan para impartir los sacramentos a lo largo del año litúrgico, asimismo el Cardenal Aguiar Retes ofreció esta Santa Misa en acción de gracias por la recuperación del Emmo. Cardenal Norberto Rivera Carrera, por la salud de todos los enfermos de COVID-19, por todo el Presbiterio de la Arquidiócesis de México y por el eterno descanso del Obispo Auxiliar, Francisco Daniel Rivera y demás sacerdotes fallecidos.
Durante la homilía, el Arzobispo Primado de México dijo: “Como Pastor de esta Arquidiócesis me dirijo a ustedes también pastores del pueblo de Dios y colaboradores indispensables para cumplir la misión de la Iglesia, misión que implica que la levadura del Evangelio florezca en la sociedad y tengamos una conciencia y experiencia de fraternidad solidaria, subsidiaria de hermanos como una familia que somos de Dios, esa es nuestra misión… es nuestra responsabilidad encauzar, promover y motivar a nuestros feligreses la renovación de una sociedad fundamentada en los valores del Reino de Dios ”
El Cardenal Aguiar Retes exhortó a los obispos auxiliares y a su presbiterio a renovar sus promesas sacerdotales: “Pidamos pues al Padre su luz y renovemos nuestras promesas sacerdotales con la confianza, no tengamos miedo, Él está para ayudarnos, por eso nos concede una y otra vez al Espíritu Santo. Pidamos al padre su luz y renovemos nuestras promesas con la confianza de recibir las gracias necesarias para ejercer fielmente el ministerio sacerdotal que me ha sido confiado y para que, ejerciéndolo, me santifique y sea muy fecundo en bien de mi comunidad. Dios está presente a través de nosotros sus discípulos, obispos, presbíteros, diáconos, agentes de pastoral y todos los fieles bautizados en nombre del Señor”
Dentro de la Liturgia Eucarística, el Cardenal realizó la bendición y consagración de los Santos Óleos:
Óleo de los Catecúmenos: Conocidos también como el óleo de los exorcismos pues los bautizados reciben la fuerza para que puedan renunciar al diablo y al pecado antes de que se acerquen a la bautismal.
Óleo de los Enfermos: Cuyo uso atestigua el apóstol Santiago, remedia las dolencias del alma y del cuerpo de los enfermos, para que puedan soportar y vencer con fortaleza el mal y conseguir el perdón de los pecados; por lo que debemos hacer conciencia de que este sacramento, la unción de los enfermos, se da precisamente a los enfermos y no a los moribundos.
El Santo Crisma: Se utiliza en los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y el Orden Sacerdotal, así como en la Consagración de una Iglesia o Altar. La liturgia ha extendido su uso más allá del Antiguo Testamento, con el que eran ungidos los reyes, sacerdotes y profetas, ya que ellos prefiguraban a Cristo, cuyo nombre precisamente significa Ungido del Señor.
Ritual de la Misa del Santo Crisma
Texto de la Homilía
Homilía pronunciada por el Emmo. Sr. Cardenal Carlos Aguiar Retes, Arzobispo de la Arquidiócesis Primada de México.
“El espíritu del Señor está sobre mí… porque me ha ungido y me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres, a curar a los de corazón quebrantado, a proclamar el perdón de los cautivos, la libertad a los prisioneros y pregonar el año de gracia del Señor, el día de la venganza de Nuestro Dios”.
Esto proclamó Isaías convencido de que el Espíritu lo acompañaba para cumplir esta misión no le tocó verla en su vida, pero si le tocó ver que venía de nuevo el pueblo de Babilonia a Jerusalén, no le tocó ver reconstruido el templo, pero si ver que llegaban las primeras migraciones con esa intención y aprobación de la autoridad del emperador para reconstruir el templo y la Ciudad de Jerusalén, el Espíritu estaba con Él.
Como pastor de esta Arquidiócesis me dirijo a ustedes también pastores del pueblo de Dios y colaboradores indispensables para cumplir la misión de la Iglesia, misión que implica que la levadura del Evangelio florezca en la sociedad y tengamos una conciencia y experiencia de fraternidad solidaria, subsidiaria de hermanos, como una familia que somos de Dios; esa es nuestra misión.
Por tanto, no está reducida al culto que celebramos para alimentar y nutrir a cada uno de nuestros feligreses a cumplir su vocación en el mundo, también es nuestra responsabilidad encausar, promover y motivar a nuestros feligreses la renovación de una sociedad fundamentada en los valores del reino de Dios. Por eso, como pastor que encabeza esta Arquidiócesis y con ustedes mis indispensables colaboradores para cumplir esta misión a la que hemos sido llamados, elegidos y ungidos por el Espíritu para el ministerio sacerdotal.
Y ante esta palabra del profeta Isaías del mismo Jesús en el Evangelio del apocalipsis, les planteo dos interrogantes, la primera: ¿La conciencia que expresa Jesús de ser acompañado por el Espíritu, la he adquirido? ¿Cuándo cumplo con mis responsabilidades ministeriales, experimento que me acompaña el espíritu del señor, le agradezco la fortaleza que me da, la sabiduría para entender lo que debo de hacer, tengo esta conciencia como mi maestro Jesús o al menos estoy en proceso desarrollándola en mi ministerio?
Estas dos preguntas son para que al momento en que renovemos nuestras promesas sacerdotales le pidamos a Dios o le agradezcamos a Dios, dependiendo de nuestra experiencia la presencia del Espíritu en el ejercicio de mi ministerio.
La segunda interrogante es ¿Tengo en cuenta en mi predicación, en mi motivación, en mis reflexiones pastorales evangelizadoras, con mis fieles, con mi comunidad, la indispensable centralidad de los Evangelios sobre los demás textos de la palabra de Dios? O soy de los que tomo al pie de la letra lo que veo en el Antiguo Testamento y lo aplico como si fuera la enseñanza de Jesús, sería un gravísimo error.
Debemos tener el faro de luz, siempre para interpretar adecuadamente en concordancia con el Evangelio, los textos de la escritura, incluidos el resto de los textos del nuevo testamento; esto está claramente expresado en el Concilio Vaticano Segundo.
Para responder a la primera interrogante, veamos la interpretación de Jesús sobre esa profecía de Isaías que dice Jesús, cuál es su comentario: Hoy se ha cumplido este pasaje de la escritura que acaban de oír, Jesús inicia su ministerio como recuerdan este texto según el evangelista Lucas es el inicio del ministerio de Jesús en Nazaret. Mi predicación es consecuencia y respuesta de la escucha a la voz de Dios o por el contrario es un mensaje conceptual, teórico, aprendido pero no vivido.
Jesús se expresa convencido que esa palabra que ha proclamado el profeta Isaías se cumple en él; cuando nosotros explicamos y predicamos la palabra de Dios es porque la hemos escuchado antes, tenemos esta convicción, de que lo que yo escucho de la palabra y explico a mi pueblo lo he vivido, se ha dado en mí. Esto es sumamente importante, porque de esa manera seguimos a Jesucristo, somos buenos y fieles discípulos de Cristo en el ministerio para el que Él nos llamó y ustedes y yo respondimos ¡Señor, sí quiero!
Cuando proclamamos la palabra, habiéndola escuchado previamente, el Espíritu Santo interviene, actúa tanto en mí como también en aquellos que la escuchan, no por la sabiduría con que yo la exprese, sino por la transmisión de esa convicción de quien la ha vivido lo que está diciendo.
La confirmación de que así es y no me estoy auto engañando es que se manifiesta en mí el crecimiento de mi vida espiritual; ejerciendo mi ministerio en lugar de que venga rutina, cansancio y aburrimiento de lo que hago; debe venir gozo, alegría, el crecimiento de mi vida espiritual es crecimiento de mi confianza en la misericordia divina, por eso ante ninguna cuestión peligrosa, riesgo, tengo miedo porque tengo confianza en la misericordia del Señor y en la asistencia del Espíritu Santo en mi ministerio.
Para respondernos a la segunda interrogante de que el Evangelio, las enseñanzas, el testimonio de Jesús sea la llave para interpretar los demás textos de la escritura; observemos que es lo que hizo Jesús en este pasaje … El pasaje es hermoso pero en la última parte del profeta Isaías corresponde esa mentalidad del Antiguo Testamento de un Dios justiciero, de un Dios que no perdona, que castiga y condena; por eso esta frase “El día de la venganza de nuestro Dios”, el Espíritu Santo no ha venido para que Dios cobre venganza de los que no obedecieron, de los que no siguieron su voz, Jesús lo omite, no la pronuncia, la deja de lado.
Cuantas veces quizá yo he tomado la figura del Dios en el Antiguo Testamento que este aspecto fue de las grandes discusiones en los primeros cuatro siglos entre los santos padres y entre aquellos que se desviaban de las enseñanzas de Jesús; nuestra clave debe de ser siempre “Jesús” quien lo ha enviado es el Padre. ¿Para que envió Dios Padre a Jesús? Para revelar que el verdadero Dios por quien se vive, es el Dios del amor y de la misericordia de Dios.
Dios tiene toda la paciencia de la eternidad para que sus hijos le respondan, por ello, es importante no clavarme solamente en el texto del Antiguo Testamento, de las lecturas de los domingos y que el faro de luz sea la lectura del Evangelio; por eso está así ordenado en la Sagrada liturgia para que yo interprete a la luz del Evangelio, a la luz de las actitudes y enseñanzas de Jesucristo las situaciones, comportamientos que yo observo se dan en medio de mi comunidad.
Pidamos pues al Padre su luz y renovemos nuestras promesas sacerdotales con la confianza, no tengamos miedo esta para ayudarnos, por eso nos concede una y otra vez el Espíritu Santo. Pidamos al Padre su luz y renovemos nuestras promesas con la confianza de recibir las gracias necesarias para ejercer fielmente el ministerio sacerdotal que me ha sido confiado y para que ejerciéndolo, me santifique y sea muy fecundo en bien de mi comunidad; ayudando a los fieles para que vivan su sacerdocio bautismal generando y desarrollando como lo vimos en la segunda lectura y al final de la primera del profeta Isaías “El Pueblo de Dios, como pueblo Sacerdotal”, ¿Qué significa? Que los fieles están llamados a tener directamente la relación con Dios.
Nosotros solo somos los que favorecemos y ayudamos a crecer para ejercer ese sacerdocio bautismal de todos nuestros feligreses; solo así, podremos cumplir nuestra misión en el mundo, en esta sociedad tan desafiante que nos toca vivir, manifestando que Dios no nos ha abandonado, manifestando que Dios está presente a través de nosotros sus discípulos, obispos, presbíteros, diáconos, agentes de pastoral, y todos los fieles bautizados en el nombre del Señor.
Pidámoselo así a Él en este día con nuestra disposición de renovar mi camino en el ministerio sacerdotal, que así sea.